A Milei se le ha complicado la cosa. El presidente argentino se las prometía muy felices y pensaba que con sus políticas la subida de Argentina al Olimpo de las grandes potencias mundiales iba a ser imparable. El tema es que mientras algunos hablaban del milagro argentino, la realidad tenía otros planes para él. Tanto es así que ha tenido que ir corriendo a Estados Unidos para pedirle ayuda a Trump. Bueno, más bien para pedirle dinero, unos 20.000 millones de dólares. Así que el vídeo de hoy va de explicar todo esto: ¿de dónde viene todo este lío? ¿Qué está pasando con la economía argentina? ¿Por qué Trump ha tenido que rescatar a Milei? Pues ahora mismo te lo cuento.
¿De dónde viene Argentina? Contexto
Nos vamos a ir a 1946, momento en el que Juan Domingo Perón asume la presidencia del gobierno argentino. ¿Y qué ideología tenía Perón? Bueno, yo creo que no lo sabía ni él. Pero a día de hoy se dice que era nacional-populista. ¿Y qué significa esto? Pues que expandió el gasto social, promovió la industrialización sustituyendo importaciones y empoderó a los sindicatos.

Inicialmente, Argentina se benefició de la bonanza de la posguerra. Era el granero del mundo, pero las políticas peronistas sembraron semillas de problemas futuros. Las políticas económicas de Perón consistían en que el Estado gastase más de lo que ingresaba. Y claro, Argentina, como muchos gobiernos que no hacen los deberes, pronto se hizo adicta a imprimir dinero. Para finales de los años 50, la inflación ya se disparaba a niveles de tres dígitos. Los siguientes gobiernos, entre golpes militares y gobiernos democráticos tremendamente débiles, no domaron el fenómeno.
Al contrario, la inflación crónica se convirtió en un mal endémico. El descalabro llegó al clímax con la hiperinflación de 1989, cuando los precios subieron un 30.079% en aquel año. En los años 90, Carlos Menem trató de poner algo de orden, pero sus esfuerzos fueron inútiles. Menem llegó en los 90 con una idea simple pero bastante innovadora: cada peso argentino valdría lo mismo que el dólar. Para que eso funcionara, Argentina vendió empresas públicas y se endeudó hasta las cejas, atrayendo así los dólares que necesitaba.

Al principio fue un milagro. La inflación desapareció y la gente volvió a creer en su moneda. El problema es que todo era un castillo de naipes. Cuando dejaron de entrar capitales y el país ya no podía endeudarse más, la economía se hundió. Llegó la recesión, el desempleo y la pobreza. En 2001 estalló todo. El corralito enfureció a la clase media. Hubo protestas, saqueos y un presidente que escapó en helicóptero.
Argentina terminó declarando el mayor impago de deuda de su historia y, como broche tragicómico, tuvo cinco presidentes en apenas once días. Tras el caos de 2001, Néstor Kirchner llegó en 2003 con viento a favor. Los precios de la soja y otras materias primas estaban por las nubes. Qué suerte: justo lo que producía Argentina a expuertas.

Argentina reestructuró su deuda, creció fuerte durante años y recuperó algo de confianza, pero la inflación nunca se fue del todo. Y con Cristina, la nueva presidenta, el Estado volvió a intervenir a lo grande con controles de precios, subsidios y cepo cambiario. Vamos, que la economía argentina estaba llena de parches. Ah, un momento, eso del cepo cambiario, ¿qué es el cepo cambiario? Es un límite que pone el gobierno para que la gente no pueda comprar libremente dólares.

Básicamente, el cepo cambiario es cuando el gobierno solo te deja comprar una cantidad muy pequeña de dólares al precio oficial. El problema es que, como todos quieren dólares y no los consiguen, aparece un mercado negro: el famoso “dólar blue”. Venga, entendido esto, sigamos. En 2015 llegó Macri prometiendo modernizar el país. Quitó el cepo, buscó inversores internacionales, pero la cosa se torció. En 2018 estalló una crisis cambiaria y Argentina tuvo que pedir el mayor préstamo de la historia del FMI, con la ayuda directa de Trump, que estaba en su primera legislatura.

Macri perdió en 2019 y volvió el peronismo con Alberto Fernández. La pandemia remató la fragilidad argentina. Y es que Alberto Fernández volvió a las andadas, imprimiendo dinero a tope. Así que la inflación se disparó hasta el 200% en 2023. La pobreza pasó del 40% y el Banco Central quedó vacío. En ese escenario de desahogo y bronca apareció un outsider dispuesto a prender fuego al statu quo: Javier Milei.

La llegada de Javier Milei
Milei llegó como un torbellino con un discurso libertario radical. Su objetivo: hacer el Estado lo más pequeño posible y dejar que el mercado lo regule todo. Milei prometió una motosierra contra el gasto público y un ajuste brutal para acabar con la inflación. Contra todo pronóstico, Milei y su partido, La Libertad Avanza, ganaron las elecciones presidenciales de 2023 y se convirtió en presidente en diciembre del mismo año, marcando un viraje ideológico drástico para Argentina.
Al asumir en diciembre de 2023, Milei se encontró un país al borde del colapso. Tal como prometió, aplicó una terapia de shock liberal en tiempo récord. ¿Y eso qué significa? Pues que aplicó un ajuste fiscal impresionante, es decir, que optó porque el Estado gastase muchísimo menos. Y así fue: Milei sacó la motosierra y recortó gasto público en todas las áreas posibles, llegando a despedir a 50.000 empleados públicos en cuestión de meses.

En Argentina se dejó de imprimir dinero, y todo eso en un periodo cortísimo de tiempo, algo inédito en el país. De hecho, el gobierno pasó de tener un déficit crónico a tener superávit. Donde se notaron primero estos ajustes fue en la inflación, que pasó del 25% mensual en diciembre de 2023 al 1,88% en agosto de 2025. Los mercados financieros internacionales aplaudieron estas medidas de Milei. Por primera vez en mucho tiempo veían a un gobierno argentino haciendo lo correcto en términos ortodoxos.
La recompensa fue inmediata. El riesgo país de Argentina, que es el sobreprecio que paga sobre los bonos del Tesoro de Estados Unidos, cayó de 2.500 puntos en 2023 a apenas 500 puntos en enero de 2025, señal de que la confianza de los inversores había vuelto.Las acciones argentinas subieron y el tipo de cambio se estabilizó tras la devaluación inicial. A ojos de Wall Street, Milei era un alumno ejemplar que por fin aplicaba la amarga medicina que tanto se recetaba a Argentina. No importaba que los ajustes hubieran hecho sufrir a muchos argentinos; la receta estaba funcionando e incluso la pobreza comenzó a reducirse, algo que a fecha de edición de este vídeo ha seguido ocurriendo. De hecho, la pobreza en Argentina se encuentra en su nivel más bajo desde 2018. A principios de 2025, muchos economistas hablaban ya del “milagro argentino”, pero la cosa estaba a punto de torcerse.
El modelo Milei tenía un talón de Aquiles muy claro: dependía de un flujo constante de dólares frescos para sostener la nueva arquitectura financiera. ¿Por qué? El país necesitaba dólares para varias cosas clave: pagar su deuda externa, importar materias primas y productos que Argentina no produce y respaldar su moneda. Y cuando digo respaldar su moneda, me refiero a que Argentina necesitaba garantizar que su moneda tenía valor y también confianza, mostrando que hay suficientes reservas de dólares para sostenerla. Vamos, que si no entran suficientes dólares por exportaciones, inversión o préstamos, el peso se devalúa, suben los precios y se acelera la inflación. Por eso, cada gobierno vive obsesionado con conseguir dólares.
Sin ellos, la economía argentina se queda sin combustible. Al principio, el plan de Milei parecía funcionar porque entraron muchos dólares de golpe. Mucha gente blanqueó dinero escondido y el FMI dio a Argentina un préstamo gigante. Con eso, Milei llenó las reservas y pagó deudas. En abril de 2025, Argentina levantó casi completamente el cepo cambiario con la expectativa de atraer inversiones. Sin embargo, la reacción fue una fuerte demanda de dólares por parte de la población.

De repente, todo el mundo quería dólares y la gente pasaba de los pesos. El gobierno vio que el peso se estaba debilitando y quiso evitar una devaluación fuerte. Para hacerlo, el Banco Central empezó a comprar pesos para sacarlos de circulación. ¿Y con qué los compraba? Pues con los dólares que tenía en la reserva. La idea detrás de esto es simple: si los pesos son más escasos porque el Banco Central los está retirando de la circulación, estos valdrán más. Y esto está muy bien para mantener el peso a flote, siempre y cuando tengas las reservas suficientes de dólares para seguir comprando pesos y retirarlos de la circulación.
Además de eso, el Banco Central hizo dos cosas. Una fue exigir a los bancos mantener en sus reservas más de la mitad de los pesos para que no pudieran prestarlos, y aumentó los tipos de interés del peso. Vamos, que si un ciudadano argentino o una empresa argentina quería pedir pesos prestados, iba a tener que pagar un interés mayor. Eso está muy bien para mantener alto el valor del peso, pero a cambio de conseguir que las empresas y las familias dejasen de pedir dinero prestado. Así que las inversiones de las empresas en nueva maquinaria, en más trabajadores o en cualquier cosa que se os ocurra se redujeron y el consumo de las familias cayó, ya que muchos optaron por no pedir préstamos ni hipotecas.
Vamos, que el crédito se secó, así que el empleo en el sector privado cayó, especialmente en la construcción y en la industria. Argentina estaba evitando la hiperinflación, sí, pero a costa de una recesión incipiente y mucho descontento, claro. Sobre todo entre quienes inicialmente apoyaron a Milei esperando mejoras rápidas en su bolsillo. Este caldo de cultivo económico, sumado a dos escándalos de Milei y su entorno, como el escándalo de la criptomoneda Libra o el presunto caso de corrupción que afecta a la hermana y mano derecha de Milei, Karina Milei, iban a jugar una mala pasada al presidente argentino.

El 7 de septiembre se celebraron elecciones provinciales en Buenos Aires, la provincia más grande del país, y la coalición de Milei sufrió una derrota estrepitosa, quedando casi 14 puntos por detrás del peronismo. Buenos Aires concentra el 40% del electorado argentino, por lo que la derrota fue un indicador bastante importante. Los mercados reaccionaron con pánico tras la derrota de Milei en Buenos Aires, temiendo que el peronismo pudiera volver a Argentina. En los días siguientes, los bonos argentinos se desplomaron, las acciones de empresas argentinas cayeron y el peso tocó por primera vez el límite superior de su banda cambiaria. Esto forzó al Banco Central a vender dólares para sostenerlo, y el riesgo país saltó a 1.500 puntos.

El gobierno de Milei llegó a gastar 1.000 millones de dólares en tres días para defender al peso argentino de la banda pactada con el FMI, que era de 1.475 pesos por dólar. Sí, no os lo dije antes, pero el préstamo del FMI no fue gratis: tenía sus condiciones. De hecho, en un intento de calmar a los mercados, el ministro de Economía, Caputo, declaró que estaba dispuesto a vender hasta el último dólar de las reservas con tal de contener el tipo de cambio. Así que, con su popularidad en declive, Milei se enfrentaba a su momento más crítico. Ahogado política y financieramente, el presidente tuvo que tragarse algo de su orgullo libertario y buscar ayuda.
Y la ayuda llegó inesperadamente del amigo más poderoso que tiene: Donald Trump. A finales de septiembre de 2025, Argentina recibió un salvavidas que pocos habrían imaginado alguna vez, un rescate financiero directo de Estados Unidos “por la cara”. Trump anunció su intención de apoyar a Argentina en todo lo que necesite para estabilizar su economía, ofreciendo un paquete de medidas de alivio nunca antes visto. Estados Unidos le ofreció a Argentina una línea de liquidez de 20.000 millones para engrosar sus reservas, más la intervención directa comprando bonos para bajar el riesgo país y un crédito flexible para estabilizar el tipo de cambio.
Un gesto de apoyo sin precedentes de Washington hacia Buenos Aires. Los efectos inmediatos fueron notables. Apenas se difundió la noticia, el mercado dio un volantazo optimista. El riesgo país argentino se desplomó casi un 18% en un día, de 1.000 a 839 puntos. El peso frenó su caída y repuntó, y los bonos recuperaron valor. La Casa Rosada festejó el anuncio como un triunfo épico, casi una garantía de supervivencia.
Y con este panorama, Argentina se dirige a unas elecciones legislativas el 26 de octubre de 2025 que son literalmente de vida o muerte política para Javier Milei. Actualmente, su espacio, La Libertad Avanza, está en minoría en el Congreso. Para convertir sus reformas más ambiciosas en leyes, como profundas reformas tributarias y laborales que prometió, Milei necesita ganar muchos escaños nuevos; de lo contrario, quedará atado de manos y pies. Las encuestas, sin embargo, pintan un panorama complicado para Milei, y esto os lo contaremos más adelante cuando tengamos más información.