Hoy en Memorias de Pez os vamos a relatar uno de los conflictos más trascendentales para la historia de la lucha entre los países árabes e Israel. Hoy en Memorias de Pez os vamos a hablar de un evento que enfrentó a Israel con Egipto, Siria y fuerzas expedicionarias de un montón de países árabes: la Guerra del Yom Kippur.
Los antecedentes de esta guerra os los hemos contado en nuestro vídeo sobre la Guerra de los Seis Días. No obstante, recapitulando, podemos deciros que lo que se buscaba por parte de Egipto y Siria en este conflicto, era la recuperación del territorio que Israel les había arrebatado con anterioridad: los Altos del Golán (a Siria) y el Sinaí (a Egipto). Y es que por aquel entonces, este lío se veía venir. En la Cumbre Árabe de Jartum en 1967 tanto Egipto como Siria y sus aliados resolvieron que no habría ni paz, ni reconocimiento, ni negociación con Israel. Posteriormente, Israel se dedicaría a fortificar sus posiciones, como por ejemplo en Suez, creando la durísima Línea de Bar Lev.
No solo Egipto y Siria habían sufrido la pérdida de territorio por parte de los israelíes anteriormente. Jordania temía otra pérdida de territorio, como ya les había sucedido con Cisjordania y, por otra parte, los palestinos y la OLP con Yaser Arafat a la cabeza, también reivindicaban la recuperación de su territorio ocupado. En este contexto, Anwar Sadat, primer ministro de Egipto, y Háfez al-Ásad, dictador sirio y padre del actual Bashar al-Ásad, serían los líderes de la facción árabe en la inminente guerra del Yom Kippur.
Preparativos y alianzas
En la antesala del enfrentamiento, Sadat no solo consiguió apoyo político de los enemigos más claros de Israel, también de muchas otras potencias de la Liga Árabe o la Organización de la Unidad Africana. Incluso consiguió que Reino Unido y Francia le apoyasen en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, algo que sería impensable a día de hoy. Un factor determinante para el Egipto de Sadat fue la falta de compromiso de la URSS, quienes en aquel momento estaban buscando limar asperezas con EEUU. La tibieza de Moscú con los egipcios llevó a Sadat a buscar una política exterior menos alineada, algo que sería fundamental al final de la guerra.
Comienzo del conflicto
La contienda se libraría entonces entre Israel y el Egipto de Sadat. Además, junto a Sadat, la Siria de Al-Ásad, siempre aliada de la URSS, buscaría demostrar la valía de su ejército y quitarse la espinita de la derrota en la guerra de los Seis Días. Israel había perdido apoyos internacionales tras su papel en la Guerra de los Seis Días, pero aún conservaba el apoyo de EEUU como aliado principal.
La guerra comenzó con un ataque por sorpresa el 6 de octubre de 1973, en la fiesta del Yom Kippur en la que los judíos se dedicaban a la oración, el descanso y el ayuno. La intención del ataque fue notificada por el Mossad, pero tarde. Los egipcios llevaban tiempo haciendo creer a Israel que sus operativos de combate estaban mucho menos preparados de lo que en realidad estaban y que los únicos que parecían que podían hacer algo eran los sirios. Aún así, a tiempo de realizar un ataque preventivo, Israel (más concretamente su primera ministra Golda Meir) decidió declinar esta posibilidad, ya que pensaba que igual necesitaban apoyo internacional en el conflicto, y para ello, era necesario que Israel no diese el primer golpe.
Así que cinco divisiones egipcias fueron movilizadas hacia el Sinaí, que estaba escasamente defendido. Por otro lado, asumiendo la ventaja de un ataque en dos frentes, los sirios desplegaron sus fuerzas simultáneamente en los Altos del Golán.
Avance inicial de Egipto y Siria
El cruce del Canal de Suez se llevó a cabo en dos zonas, con tres divisiones de infantería y una división blindada egipcia, y fue exitoso. En apenas 10 horas, las fuerzas egipcias lograron desplegar los puentes sobre el Canal de Suez, facilitando el cruce de 500 tanques. A las 24 horas de iniciada la ofensiva, ya tenían dos divisiones mecanizadas y dos de infantería en el Sinaí. Las tropas egipcias utilizaron cañones de agua para erosionar y debilitar los taludes de arena que protegían las posiciones israelíes en la Línea Bar Lev y para el día siguiente, habían avanzado aproximadamente 10 kilómetros. Los contraataques iniciales de Israel resultaron en pérdidas duras, incluyendo la pérdida de 140 tanques y 40 aviones debido a la eficaz defensa egipcia.
Mientras tanto, las fuerzas sirias lanzaron un potente ataque con una gran cantidad de vehículos blindados, incluyendo 600 tanques. A pesar de sufrir pérdidas enormes, los sirios lograron avanzar, lo que dejó temblando de miedo a Israel. Además, recibieron refuerzos de tropas iraquíes, jordanes y marroquíes entre otras, y es que una multitud de países musulmanes mandaron fuerzas expedicionarias en favor de la causa árabe. No obstante, para el día 10 de la guerra, las fuerzas israelíes consiguieron recuperar terreno en el frente sirio. Al mismo tiempo, y con el objetivo de descongestionar el frente norte, los egipcios se preparaban en el sur para reanudar su ofensiva.
Contraofensiva Israelí
Los primeros días de la guerra fueron aterradores para Israel: sus defensas habían sido arrasadas, su apuesta por la superioridad aérea no había funcionado, no tenía aliados y los necesitaba con urgencia porque, al tratarse de una guerra en dos frentes, Israel estaba agotando rápidamente sus municiones. Por primera vez, parecía que Israel tenía las de perder. Sin embargo, cabe mencionar que, tan solo 7 días después de la contienda, el telón fantasma de las alianzas internacionales se había destapado, y la Guerra Fría había colocado a las potencias en su lugar: un puente aéreo conectaba los recursos militares de EEUU con Israel mientras que lo mismo ocurría con la URSS y los países árabes. La ayuda llegaba a Israel, mientras que la política dual de la URSS, que promovía la paz en Oriente Medio pero a la vez armaba a los países árabes, había fracasado y ahora tendrían que hacerse cargo.
Así, con la llegada de armas estadounidenses, llegó el contraataque israelí que se dio a partir del 14 de octubre. Tras acudir a la llamada de socorro siria, el ejército egipcio en el sur avanzó por el Sinaí dejando atrás su protección antiaérea y antitanque. Los tanques de Israel esperaban, confiados en poder superar una de las mayores batallas de tanques desde la Segunda Guerra Mundial. Con una maniobra veloz, los israelíes aprovecharon un pequeño territorio desprotegido en el Canal de Suez para cruzar hacia Egipto y eliminar por completo las necesarias defensas antiaéreas egipcias.
Alto al fuego y consecuencias
En días posteriores, las fuerzas israelíes avanzaron hasta unos 100 kilómetros de El Cairo, y llevaron al gobierno de Sadat a una situación muy comprometida de la que se libró gracias al alto al fuego decretado por el Consejo de Seguridad de la ONU el 22 de octubre. En Siria, la noticia se recibió con horror. El frente norte israelí permanecía sólido, pero encima, el frente sur egipcio, cuyo destino era liberar presión para los sirios, había caído. Israel había logrado dar la vuelta a la tortilla y ganar una guerra que parecía perdida. Así que a los sirios no les quedó otra que retirarse hacia el interior de su país.
A pesar de la derrota, Egipto y Siria habían conseguido apuntarse un éxito al borrar la vergüenza con la que cargaban tras la Guerra de los Seis Días. Tras deponer las armas, el presidente egipcio desarrolló una estrategia política que le llevaría a un acuerdo temporal con Israel, donde ambos estados se comprometían a no realizar ninguna amenaza de apelar al uso de la fuerza, y Egipto recuperaba sus importantes recursos petrolíferos y sus territorios en el Sinaí. A cambio, Egipto fue el primer país árabe en reconocer que Israel era un estado legítimo y soberano. Curiosamente, otra de las consecuencias para Egipto de este enfrentamiento fue el posterior asesinato de su líder Anwar el-Sadat. Hosni Mubarak, vicepresidente y uno de los grandes comandantes del ejército durante la Guerra del Yom Kippur, se convertiría después en el dictador de Egipto.
Impacto internacional y mediación de EEUU
En cuanto a Siria, quizás su derrota sería más agria que dulce, a diferencia de los egipcios. A pesar de demostrar el poder de su ejército en los días iniciales, no consiguieron recuperar el territorio –aún conflictivo– de los Altos del Golán. Por su lado, los israelíes sintieron por primera vez que no eran intocables, y que habían estado a punto de perder la guerra. El gobierno de Golda Meir caería después de una victoria que no se vivió como tal, y el Israel que surgiría del trauma de 1973 sería una nación diferente: más sobria y moderada. Esto no duraría mucho tiempo.
Pero, ¿cómo se había llegado a esta paz? Después del conflicto Israel, Egipto y Siria se hallaban exhaustos militarmente tras tres semanas de combates. Por otro lado, el historial de ineficacia diplomática de Naciones Unidas en la región la convertía en una mediadora bastante cuestionable. Sin embargo, había alguien muy interesado en estos acuerdos de paz: los Estados Unidos. ¿Y esto por qué? Pues porque la política exterior norteamericana tenía varias ambiciones:
- Rehacer las relaciones con el mundo árabe después de haber apoyado a Israel durante la guerra.
- Levantar el embargo de petróleo que paralizaba la economía global como castigo por el apoyo de Occidente a Israel (sí, la crisis del petróleo se originó por la Guerra de Yom Kippur).
- Reducir al mínimo la influencia soviética en la región y cimentar el papel de Estados Unidos, por primera vez en la Guerra Fría, como principal potencia extranjera en Oriente Medio.
Las conversaciones de paz fueron largas y en ellas actuó como mediador el Secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, que estaba metido en todos los fregados de la época.
La Guerra de Yom Kippur significó un enorme cambio de posiciones en el tablero internacional. Las potencias occidentales se dieron cuenta de lo necesario que era mantener el control y las alianzas en una región cuyas reservas energéticas eran esenciales para el bloque capitalista. Estados Unidos había conseguido más de un aliado en una región en la que tenía muchos intereses. Muchos países de estas regiones vieron la oportunidad de aliarse comercialmente con los EEUU y las potencias europeas, mientras que otras como Irán o Siria quedaron definitivamente del lado del bloque soviético. Por otro lado, aunque siempre habrá cierto odio mutuo entre los países árabes e Israel, la animadversión hacia Israel por parte de algunos de sus vecinos se reduciría bastante y las relaciones del país hebreo con el que hasta entonces era su archienemigo, –Egipto– se normalizaron.