La guerra ha estallado. Israel e Irán se encuentran sumidos en una escalada bélica de consecuencias imprevisibles a nivel mundial. La tensión es máxima y, a día de hoy, no se puede descartar ningún escenario. No obstante, para monitorizar el conflicto, es necesario tener claras las cinco claves que hay que seguir para entender profundamente esta guerra desde sus raíces. Así que vamos al lío.
1ª CLAVE: El programa nuclear de Irán
Durante años, Teherán ha desarrollado tecnología de enriquecimiento de uranio con la intención de acercarse a la fabricación de armas nucleares. Se calcula que, antes del conflicto, Irán estaba a tan solo unas pocas semanas de poder producir suficiente material para varias bombas atómicas. De hecho, Israel afirmó que Irán ya tenía material suficiente para fabricar 15 bombas atómicas. Para Israel, un Irán nuclear es inaceptable. Los líderes iraníes han amenazado repetidamente con borrar a Israel del mapa, y la mera posibilidad de que Irán obtenga la bomba atómica supone una amenaza existencial para el Estado judío.
Por ello, la ofensiva israelí continuará hasta que el gobierno de Israel considere que el programa nuclear iraní ha sido lo suficientemente castigado como para hacerlo retroceder varios años, hasta que Irán acepte un acuerdo nuclear que incluya la no continuación del programa, o hasta que el gobierno iraní de los ayatolás caiga y lo sustituya un gobierno menos propenso a la nuclearización.
2ª CLAVE: Las defensas antiaéreas israelíes
En cualquier guerra moderna, la defensa aérea es crucial, y en esta, que es básicamente una guerra de salvas, lo es aún más. Israel posee uno de los sistemas antimisiles más sofisticados del mundo, compuesto por tres niveles y diseñado para interceptar drones, cohetes e incluso misiles balísticos. Seguramente has oído hablar de la Cúpula de Hierro (Iron Dome), famosa por proteger los cielos israelíes de cohetes de corto alcance. Pues bien, en un conflicto contra Irán, Israel también despliega sistemas complementarios: la llamada «Onda de David», para amenazas de medio alcance, y los misiles Arrow para interceptar misiles balísticos de largo alcance en alta altitud.
Estos sistemas son complementados con inteligencia en tiempo real proporcionada por satélites y radares de Estados Unidos, lo que permite a Israel conocer la trayectoria exacta de los misiles iraníes y derribarlos con mayor eficacia. Ahora bien, no todo es infalible ni ilimitado. A pesar de que algunos misiles balísticos iraníes impactaron en Israel en los primeros compases de la guerra, las defensas antiaéreas israelíes han sido capaces de interceptar un número importante de artefactos, pero ningún sistema es perfecto. Bajo un bombardeo masivo, existe el riesgo de saturación: si llegan demasiados blancos a la vez, alguno puede colarse.
Además, hay un asunto práctico importante: los stocks de interceptores de Israel no son infinitos. Cada misil antimisiles —ya sea un cohete de Iron Dome o un Arrow de largo alcance— tiene un coste elevado y un inventario limitado. En una guerra corta, Israel puede manejarlo, pero si el conflicto se prolonga semanas, lanzar decenas o cientos de interceptores diarios podría agotar las reservas. Mantener la protección activa 24/7 también supone un esfuerzo logístico enorme. Hay que reabastecer baterías, recalibrar radares y reemplazar equipos desgastados.
Se supone que Irán tiene decenas de miles de drones Shahed y miles de misiles balísticos. Por ello, no sería raro que, poco a poco, las grietas del sistema antiaéreo israelí se vayan haciendo cada vez más grandes. Del lado iraní, el gran riesgo son los bombardeos israelíes que están destruyendo parte de su arsenal en sus propias bases antes de ser lanzado. Por tanto, la pregunta es: ¿se quedará antes sin cohetes y misiles ofensivos Irán o lo hará Israel con los defensivos?
Por eso, Israel confía en un apoyo rápido de sus aliados, sobre todo de Estados Unidos, para reponer sus sistemas antimisiles si esto fuese necesario.
3ª CLAVE: la energía
Irán es un importante productor de petróleo y gas, e Israel sabe que golpear las infraestructuras energéticas iraníes debilitará al régimen tanto militar como económicamente. La Fuerza Aérea israelí ya ha atacado varias refinerías de petróleo y plantas de gas en Irán, provocando grandes incendios. Cada una de estas instalaciones destruida significa menos combustible, menos ingresos y más presión interna para Teherán.
Sin embargo, hay un punto crítico que aún no se ha tocado directamente, pero planea sobre el conflicto: el estrecho de Ormuz. Este estrecho es un paso marítimo vital que conecta el Golfo Pérsico con el Océano Índico. Por allí pasa aproximadamente una quinta parte del petróleo que consume el mundo y un cuarto del gas natural licuado mundial. Imagina lo que supondría cerrar esa llave del petróleo: un shock energético global.
Irán ha insinuado muchas veces que, si se ve acorralado, podría bloquear el estrecho de Ormuz para cortar el suministro mundial y subir los precios del crudo como medida de presión. De hecho, tan pronto como estalló esta guerra, los mercados petroleros entraron en pánico. El precio del barril se disparó alrededor de un 8% en cuestión de horas, aunque luego se normalizó. Muchos países están pendientes de este apartado porque sus economías dependen del oro negro que atraviesa ese estrecho.
Ahora bien, ¿es factible que Irán bloquee el estrecho de Ormuz? Es más fácil decirlo que hacerlo. El estrecho de Ormuz es patrullado de cerca por la poderosa Quinta Flota de la Armada de los Estados Unidos junto con buques de países aliados. Cualquier intento iraní de minarlo, hundir barcos para bloquearlo o atacar petroleros probablemente desencadenaría una respuesta militar internacional inmediata.
No obstante, si los hutíes pudieron bloquear el estrecho de Bab el-Mandeb con medios mucho más rudimentarios, Irán, por poder, podría hacerlo también. Además, hay otro detalle: la propia Irán necesita el estrecho para exportar su petróleo. Cuantas más instalaciones gasísticas y petrolíferas iraníes sean atacadas, más posibilidades habrá de que Irán se atreva a cerrar el estrecho de Ormuz.
Por otro lado, Israel podría tener en mente golpear la joya de la corona petrolera iraní: la isla de Kharg. Esta pequeña isla en el Golfo Pérsico, con apenas 24 km², alberga la terminal petrolera por donde sale aproximadamente el 90% del crudo iraní. Es literalmente el cuello de botella de la economía iraní. Durante la guerra de los años 80, Irán bombardeó Kharg repetidamente, dejando las instalaciones en ruinas y asfixiando las exportaciones iraníes durante años. En el conflicto actual, Kharg vuelve a ser un objetivo tentador. Un ataque exitoso allí dejaría a Irán casi sin capacidad de exportar petróleo, agravando drásticamente su crisis económica.
De momento, Israel ha evitado atacar directamente esa terminal y otras refinerías enormes como la de Abadán. La idea es no escalar la guerra a un punto de no retorno con consecuencias globales catastróficas, pero la amenaza está sobre la mesa. Si Irán no cede, ese podría ser el siguiente blanco. Del mismo modo, Irán ha advertido que, si sus exportaciones son atacadas, tomará represalias contra instalaciones energéticas de sus vecinos. Por ejemplo, Irán podría intentar dañar pozos o refinerías en países del Golfo Pérsico, aliados de Estados Unidos.
4ª CLAVE: La estabilidad del régimen iraní
La situación para Irán es muy grave. La República Islámica de Irán, liderada por el ayatolá Alí Jameneí, se enfrenta ahora a su momento más crítico en casi cinco décadas de historia. El régimen ha sobrevivido a guerras, sanciones y protestas, siempre aferrado con puño de hierro, pero esta guerra contra Israel está exponiendo graves debilidades.
En cuestión de días, Israel consiguió lo que parecía impensable: aniquilar buena parte de la cúpula militar iraní, destruir importantes bases y evidenciar que las defensas iraníes no pueden frenar los bombardeos enemigos. Imagina el impacto psicológico en la población iraní al ver que instalaciones supuestamente seguras, como bases secretas o plantas nucleares, están siendo alcanzadas fácilmente. El mensaje es claro: el régimen es débil.
Tradicionalmente, cuando una nación es atacada, su pueblo suele cerrar filas con su gobierno. Pero en Irán ocurre lo contrario en algunos sectores. Muchos iraníes, especialmente jóvenes, mujeres y grupos prodemocracia, ya venían protestando por la situación económica y la falta de libertades. De hecho, el país viene de sufrir las mayores protestas desde 2022, tras la muerte de Mahsa Amini, donde la consigna era: «Mujer, vida y libertad».
Otro enemigo interno del régimen son los movimientos independentistas. Aunque a veces nos referimos a Irán como el país persa, la realidad es que está habitado por múltiples pueblos, algunos de los cuales quieren independizarse o, al menos, tener más autonomía respecto a Teherán. Este es el caso de los kurdos o los baluchíes, que incluso tienen grupos armados que operan en sus respectivas regiones, sin mencionar a grupos como ISIS que también pululan por allí.
Un detalle interesante es la figura de Reza Pahlavi, hijo del último sha de Irán derrocado en 1979. Este exiliado, que vive en Occidente, ha emitido mensajes al pueblo iraní apoyando las protestas y culpando a los ayatolás por haber llevado al país al desastre de la guerra. Algunos iraníes desencantados con la República Islámica ven en Pahlavi una posible figura de unidad nacional post-régimen.
5ª CLAVE: las posibles intervenciones internacionales
Ningún conflicto de esta magnitud ocurre en aislamiento. Junto a Israel e Irán asoman otros actores importantes. Por un lado, Estados Unidos, y por el otro, el llamado Eje de la Resistencia, una red de grupos y milicias apoyados por Irán, como Hezbolá en Líbano, las milicias chiitas en Irak, los hutíes en Yemen e incluso remanentes de grupos palestinos como Hamás o la Yihad Islámica.
Estados Unidos, hasta ahora, se ha mantenido oficialmente al margen del combate directo, pero en la práctica está profundamente involucrado. Washington ha brindado a Israel inteligencia en tiempo real, satélites, sistemas de monitoreo, todo para mejorar la detección de amenazas iraníes. La Casa Blanca no ha cerrado la puerta a la diplomacia y sugiere que, si Irán cesa las hostilidades y retoma las negociaciones nucleares, podría haber una salida negociada. Pero hoy por hoy esa vía parece lejana.
La gran pregunta es: ¿intervendrá directamente Estados Unidos con sus fuerzas armadas? Si la guerra empeora, es muy posible. Israel ha logrado golpear instalaciones nucleares de superficie, pero no puede destruir por completo los complejos nucleares subterráneos. Solo Estados Unidos tiene las herramientas para ello: bombarderos B2 furtivos y las enormes bombas antibúnker MOAB.
Por otro lado, el Eje de la Resistencia funciona como una extensión del poder iraní. La teoría era que si Israel atacaba a Irán, todo ese eje respondería en múltiples frentes. Sin embargo, hasta ahora la respuesta ha sido limitada. ¿Por qué? Varias razones, pero sobre todo porque Israel se adelantó estratégicamente y neutralizó en lo posible a sus proxies. Hamás apenas sobrevive, y la cúpula de Hezbolá en Líbano fue eliminada.
Eso sí, Israel no puede bajar la guardia. El conflicto aún puede escalar regionalmente si se prolonga. Hezbolá sigue teniendo miles de cohetes listos y aún podría abrir un segundo frente en el norte, muy peligroso para Israel. Mientras tanto, a las potencias árabes suníes les conviene un Irán sin armas nucleares, así que probablemente no se meterán en este lío.
Dicho todo esto, la pregunta es para ti: ¿hay alguna clave más en este conflicto que no haya mencionado?
