Es una pregunta que se ha repetido innumerables veces a lo largo de los últimos tres años, y aún no hay unanimidad a la hora de responderla. Esto provoca innumerables debates, riñas y peleas a lo largo y ancho del planeta. Por eso creo que ha llegado el día de hacer un vídeo en el que analicemos con rigor y seriedad la pregunta del millón: ¿está cometiendo Israel un genocidio en Gaza? Pues ahora mismo te lo cuento.
Cuando hablamos de las acciones que está llevando a cabo Israel en Gaza, hay una cosa en la que casi todo el mundo está de acuerdo. Por mucho que tenga derecho a defenderse, lo que está haciendo Israel en Gaza está mal. Y eso casi nadie lo duda. Pero, ¿está lo suficientemente mal como para llamarlo genocidio? Para responder a esta pregunta, primero hay que diferenciar entre lo que es un crimen de guerra, un crimen de lesa humanidad y un genocidio.
- CRIMEN DE GUERRA
Comencemos por el crimen de guerra. Un crimen de guerra es una violación grave de las leyes de la guerra. ¿Y cuáles son las leyes de la guerra? Pues principalmente están en los cuatro Convenios de Ginebra, de los cuales Israel es parte. Ejemplos de crímenes de guerra pueden ser bombardear un hospital sabiendo que es un hospital, ejecutar prisioneros de guerra, usar armas químicas contra civiles, en fin, ese tipo de cosas.

- CRIMEN DE LESA HUMANIDAD
Por su parte, para que se dé un crimen de lesa humanidad, ya no hace falta que haya guerra. Son actos sistemáticos o generalizados contra una población civil, normalmente desde el poder del Estado u organizaciones con mucho control. Ejemplos aquí son una dictadura que practica desapariciones forzadas, torturas masivas, esclavitud o deportaciones. La clave aquí es que tiene que ser sistemático o generalizado y dirigido contra civiles. La motivación puede ser política, étnica o religiosa, pero no necesariamente busca exterminar al contrario.

- GENOCIDIO
Y por último, tenemos el genocidio, que es el nivel máximo. Es un acto cometido con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo específico por razones de etnia, religión, raza o nacionalidad. Algún ejemplo puede ser el Holocausto contra los judíos o el genocidio de Ruanda contra los tutsis. Para que un genocidio sea considerado como tal, la intención tiene que ser exterminar a un grupo entero, no solo atacarlo o reprimirlo. Bien, ahora que sabemos qué es cada cosa, veamos cuáles de ellas concuerdan con lo que está pasando en Gaza.
¿Qué es lo que está pasando en Gaza?
Comencemos con los crímenes de guerra, recordando que Israel es parte de los Convenios de Ginebra, aunque aquí hay un matiz importante. Israel ha firmado, pero no ratificado, el Protocolo Adicional Primero de 1977, que amplía la protección a civiles en conflictos internacionales. Tampoco ha ratificado el Protocolo Adicional Segundo sobre conflictos armados internos. ¿Y qué significa eso? Pues que Israel está obligado por los convenios básicos, como proteger a prisioneros de guerra, heridos, población civil y prohibir las ejecuciones sumarias, etcétera, pero no está legalmente comprometido con estas ampliaciones de los años 70.
Eso sí, muchas de las normas de los protocolos adicionales se consideran hoy costumbre internacional, así que incluso sin firmarlos, la comunidad internacional suele entender que también son vinculantes. Bueno, entonces, ¿se han cometido crímenes de guerra? Rotundamente, sí. Israel, como firmante de los Convenios de Ginebra, está obligado a proteger a la población civil en cualquier conflicto. Sin embargo, en Gaza se le han imputado numerosas posibles violaciones de esas normas.

Una de las más señaladas es el incumplimiento del principio de distinción, es decir, la obligación de diferenciar entre objetivos militares y civiles. Diversos informes de la ONU, Human Rights Watch y Amnistía Internacional han denunciado ataques contra barrios enteros, hospitales, escuelas y ambulancias que no parecen haber tenido un objetivo militar claro. Israel dice que tiene derecho a defender a su población tras el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, y sostiene que sus operaciones en Gaza son parte de esa defensa legítima reconocida por la Carta de la ONU.

Pero la realidad es que el derecho a la autodefensa no da carta blanca. El artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas permite la autodefensa solo frente a ataques armados, pero las represalias deben ser proporcionales y respetar el derecho humanitario. Y claro, bombardear zonas enteras y castigar a toda la población civil excede lo que se considera defensa. Israel también dice que Hamás se esconde en hospitales, escuelas y barrios residenciales usando a los civiles como escudos, y es verdad.
Por ello, para Israel, cualquier ataque a esas instalaciones sería responsabilidad de Hamás, no de Israel. Pero la realidad es que, incluso si Hamás opera entre civiles, Israel sigue obligado a distinguir entre combatientes y no combatientes. Israel también suele defender sus bombardeos diciendo que antes de atacar avisa lanzando panfletos, llamando a los vecinos por teléfono o incluso con disparos de advertencia sobre los tejados. Con esto pretende demostrar que intenta salvar vidas civiles y que, si aun así hay muchos muertos, es porque Hamás habría impedido la evacuación.
Pero es que un aviso no convierte automáticamente un ataque en legal. Si el objetivo no es estrictamente militar o si la magnitud de la destrucción supera el beneficio militar esperado, sigue siendo un crimen de guerra. Por último, Israel insiste en que no libra una guerra contra el pueblo palestino, sino contra Hamás. Asegura que no se trata de una guerra entre Estados, sino de operaciones contra una organización terrorista. Con eso busca marcar distancia respecto a la idea de dos ejércitos regulares enfrentados y se coloca en el terreno de la lucha antiterrorista o la seguridad nacional.

Pero, ¿qué importa esta diferencia? Porque, en teoría, si lo presentas como un conflicto contra un grupo terrorista, tienes más margen político para justificar ciertas acciones y menos obligación de aplicar todo el marco del derecho de la guerra. Sin embargo, la mayoría de juristas internacionales y organismos como la ONU dicen que esto no le sirve de escudo. Aunque Hamás no sea un Estado, el nivel de organización militar, la intensidad de los combates y el control territorial hacen que se trate de un conflicto armado internacional o, al menos, de uno no internacional de alta intensidad. En ambos casos, los convenios de Ginebra se aplican.
Por tanto, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que Israel ha cometido infinidad de crímenes de guerra, especialmente en su campaña de bombardeos en Gaza. ¿Y qué hay de los crímenes de lesa humanidad? Según la Comisión de Investigación de la ONU sobre los territorios palestinos y el propio fiscal de la Corte Penal Internacional, Israel en Gaza habría incurrido en varios de estos crímenes. Uno de los más señalados es el asesinato de civiles de manera sistemática a través de los bombardeos, que, como hemos dicho, no distinguen entre combatientes y no combatientes. Pero es que hay mucho más.
Otro punto es el desplazamiento forzoso. Cientos de miles de gazatíes han sido obligados a abandonar sus casas bajo órdenes militares, muchas veces hacia zonas que tampoco eran seguras. El derecho internacional considera un crimen de lesa humanidad forzar a una población civil a dejar sus hogares de manera masiva, sin garantías de retorno o de protección. Y aquí también tenemos la destrucción deliberada de infraestructuras esenciales como hospitales, plantas de agua, panaderías, redes eléctricas y un largo etcétera, sin una justificación militar clara. Claro, la repetición de estos ataques sugiere un patrón más amplio, no un simple accidente.

De los bombardeos ya hemos hablado antes, pero ¿qué dice Israel sobre los desplazamientos forzosos? Pues básicamente, Israel dice que no expulsa a la población, sino que ordena evacuaciones temporales para proteger a los civiles de los combates. Según su versión, mover a la gente no es un crimen, sino una medida humanitaria para alejarlos de las zonas de alto riesgo. El problema es que en Gaza cientos de miles de personas han sido desplazadas sin garantías reales de refugio, sin agua ni comida suficientes y sin posibilidad de regresar a sus hogares. Bajo esas condiciones, lo que Israel presenta como protección se interpreta más bien como una forma de castigo colectivo y un crimen de lesa humanidad.
Y respecto a las infraestructuras, Israel dice que no destruye hospitales, plantas de agua o redes eléctricas por capricho, sino porque Hamás las ha convertido en objetivos militares, construyendo allí depósitos de armas, centros de comunicación o bases ocultas. Desde su punto de vista, si una infraestructura civil se militariza, pierde su protección y puede ser atacada. Sin embargo, para que una infraestructura pierda protección, Israel debería demostrar de forma clara y verificable que estaba siendo utilizada para fines militares. En la mayoría de los casos, esa prueba no se ha aportado públicamente. Además, el argumento de uso militar no justifica arrasar infraestructuras vitales cuya pérdida tiene un impacto devastador y desproporcionado sobre toda la población.
Y tras comprobar que efectivamente Israel ha cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad, tenemos que hablar del genocidio. ¿Y qué dicen las autoridades al respecto? En septiembre de 2025, la Comisión de Investigación de la ONU afirmó que Israel ha cometido genocidio en Gaza basándose en actos y en indicios de intención. Israel lo rechaza. Sin embargo, la Corte Internacional de Justicia, que es quien juzga las responsabilidades de los Estados por genocidio, aún no ha dictado sentencia final. Sí impuso medidas cautelares porque considera plausible el riesgo de genocidio, pero el caso sigue en curso.
Por su parte, la Corte Penal Internacional no ha emitido órdenes por genocidio, ya que sus órdenes actuales se centran en crímenes de guerra y de lesa humanidad. Bueno, ¿y qué argumentos existen para hablar de que Israel ha cometido genocidio? Pues a todo lo que ya hemos comentado, tenemos que sumarle dos factores clave. El primero es la retórica del gobierno israelí. Y es que, para que haya genocidio, no basta con demostrar que se ha matado o desplazado a miles de personas. Hace falta probar la intención de destruir total o parcialmente un grupo protegido, pero los tribunales internacionales aceptan que esa intención no tiene por qué expresarse en un documento firmado.

Puede deducirse de conductas y de las palabras de los dirigentes políticos y militares. En el caso de Gaza hay que citar las palabras del ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, el cual anunció un asedio total sobre la Franja. Específicamente dijo: “No habrá electricidad, no habrá comida, no habrá combustible.” Esa frase no describe solo un bloqueo militar, sino la privación absoluta de recursos vitales a 2 millones de personas, lo cual es interpretado como un indicio de intención de infligir condiciones incompatibles con la vida.
También hay que hablar de las expresiones de deshumanización, como cuando Gallant llamó a los palestinos de Gaza “animales humanos”. En derecho internacional, esa clase de lenguaje es muy relevante porque la deshumanización histórica ha sido preludio de genocidios. Los hutus llamaban cucarachas a los tutsis y a los judíos se les trataba de parásitos en la propaganda nazi. Naciones Unidas y organizaciones de derechos humanos han recopilado sistemáticamente estas declaraciones junto con otras de políticos israelíes que hablan de arrasar Gaza o de borrarla del mapa. El razonamiento aquí es sencillo: si los dirigentes emplean un lenguaje deshumanizador y, al mismo tiempo, dirigen operaciones que de manera consistente privan a millones de civiles de medios básicos de supervivencia, pues blanco y en botella.
No obstante, hay quien se acordará de cuando un servidor fue a la entrevista con Jordi Wild y dije allí que aún no consideraba que hubiese genocidio. Por aquel entonces veía claros los crímenes de guerra y también los de lesa humanidad, pero lo del genocidio no estaba tan claro. ¿Y qué ha cambiado desde entonces? Porque ahora me inclino por pensar que sí es un genocidio. Pues por el uso sistemático del hambre como arma.

Y es que, por último, tenemos que hablar de la hambruna a la que Gaza está siendo sometida. Una hambruna que se volvió insoportable cuando Israel tomó el paso de Rafáh y redujo al mínimo la ayuda humanitaria que podía entrar en la Franja de Gaza. Human Rights Watch y Amnistía Internacional denunciaron explícitamente el uso del hambre como arma. Unas denuncias que se han ido reforzando con informes técnicos de organismos especializados. En 2025, el sistema de clasificación integrada de la seguridad alimentaria, respaldado por la ONU y la OMS, confirmó que partes de Gaza ya estaban en situación de hambruna, con ejemplos como familias reducidas a una comida cada varios días, niños con desnutrición aguda y una población entera sin acceso a lo mínimo para sobrevivir.
Lo que convierte este hecho en argumento para hablar de genocidio no es solo la existencia del hambre, sino la percepción de intencionalidad. Y es que no hay que ser muy avispado para ver que el hambre en Gaza no se trata de una consecuencia accidental del conflicto, sino de una política deliberada. Desde la toma de Rafáh, los controles israelíes han permitido la entrada de cantidades ínfimas de ayuda, a veces simbólicas, que no podían cubrir ni una fracción de las necesidades de la población. Así que, para mí, ya no hay duda.
