Y si pudiéramos erradicar las enfermedades genéticas? O alargar la esperanza de vida. Quizá hacer a las personas mucho más inteligentes. Aunque… también podríamos extinguir etnias enteras. O, quién sabe, crear los perfectos esclavos. La modificación genética del ser humano tiene el potencial de hacer cosas geniales y también terribles. Parece ciencia ficción, pero esto ya ha sucedido. Hoy, os contamos la controvertida historia de las bebés chinas.
Introducción a la ingeniería genética
Si veis este canal habitualmente, probablemente os sonará que las células tienen en su interior ADN, la molécula que compone la información genética, algo así como un libro de instrucciones en el que están escritas las características de los seres vivos. Esto ya os lo explicamos en profundidad en este vídeo que os dejamos en la descripción. Pues bien, la biotecnología ha avanzado hasta el punto de que podemos modificar esa información genética y cambiar a los seres vivos. Alucinante, ¿no? A esta rama de la biología se la conoce como ingeniería genética.
Esta ciencia ha avanzado a pasos agigantados en las últimas décadas. Cambiar los genes de multitud de organismos, desde simples bacterias hasta complejos animales, está a la orden del día. Mirad este arroz. No es que lleve curry ni nada así, es que se ha modificado genéticamente para que tenga más beta-carotenos, los precursores de la vitamina A, fundamental para ver bien. Y ¿esta piña? ¿Por qué es rosa? Bueno, pues porque está alterada para que produzca mucho más licopeno, un antioxidante que tiene color rojizo. Incluso tenemos ratones brillantes porque se les ha metido el gen de la GFP, una proteína que emite fluorescencia verde.
Controversias de la modificación genética
Los organismos modificados genéticamente ya suscitan controversia de por sí, aunque no suele haber problemas cuando el fin es la investigación científica. Pero si hablamos de modificar personas, la cosa se pone peliaguda. Pues precisamente eso hizo este señor, He Jiankui, la primera persona que modificó genéticamente a un ser humano. A tres, de hecho. Sus experimentos pusieron sobre la mesa un debate ético que sacudió el mundo de la ciencia. Venga, os lo contamos.
La historia de Lulu y Nana
En 2018, durante una conferencia en Hong Kong, Jiankui explicó cómo había modificado genéticamente a dos gemelas apodadas Lulu y Nana, también de origen chino, para hacerlas inmunes al VIH, el virus causante del sida, ya que su padre padecía la enfermedad y tenía miedo de contagiar a su pareja y a sus hijas. También habló de un tercer bebé del que no tenemos información.
El VIH y su impacto
Veréis, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) es una infección de transmisión sexual causada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Este virus ataca a los linfocitos T CD4, unas células fundamentales en nuestro sistema inmune, destruyéndolas. Cuando la infección progresa, llega un momento en el que tenemos muy pocos linfocitos T CD4, nuestro sistema inmune queda muy debilitado y tenemos sida. Por eso lo de inmuno – deficiencia. El gran problema de esta enfermedad es que perdemos buena parte de nuestras defensas y quedamos expuestos a muchas enfermedades que, en condiciones normales, no serían un problema mayor, pero con el sida nos pueden hacer mucho daño o incluso matar.
Para contaros esta historia tenemos que entender cómo nos infecta el VIH. Si hacemos zoom en la superficie de los linfocitos T CD4, podemos ver que tienen unos receptores llamados CD4, de ahí su nombre, acompañados de unos correceptores llamados CCR5 y CXCR4. Pues es justo en el receptor CD4 donde se une el VIH con esas espinas que tiene en su superficie, que en realidad son proteínas. Después de unirse al CD4, el virus utiliza uno o ambos correceptores, depende de la cepa, para entrar dentro del linfocito. Hasta aquí bien, ¿no?
CD4, CCR5 y CXCR4 son proteínas y, por tanto, la información para sintetizarlas está en nuestros genes. Así que si estos genes sufren una mutación, los receptores podrían ser deficientes y seríamos inmunes al VIH. De hecho, hay poblaciones humanas que son muy resistentes al VIH porque sus genes para los correceptores CCR5 están mutados con una deleción de 32 pares de bases, es decir, que les falta un cacho, y sus CCR5 no son funcionales.
El experimento de He Jiankui
Venga, resumen rapidísimo. El sida es una enfermedad causada por el VIH, un virus que infecta nuestros linfocitos T CD4. Para ello necesita unirse al receptor CD4 y a uno o ambos correceptores CCR5 y CXCR4. Si alguno de los genes que codifican estos receptores está mutado, puede que seas resistente al VIH.
Vale, ahora que sabemos todo esto, podemos entender el experimento de He Jiankui. Los padres de Lulu y Nana decidieron tener a sus hijas por fecundación in vitro. La técnica consistía en introducir espermatozoides del padre en óvulos de la madre en el laboratorio, y después implantar varios óvulos fecundados, es decir, embriones, en el útero de la madre. Pues bien, antes de implantar los embriones de Lulu y Nana, Jiankui utilizó CRISPR/Cas9, una potente herramienta de ingeniería genética, para mutar sus genes del correceptor CCR5. Según él, de este modo las niñas serían inmunes al VIH y su padre no podría contagiarlas. Una historia preciosa, ¿verdad? Bueno… quizá no tanto. Por cierto, tenemos también un vídeo sobre esta técnica tan alucinante, os lo dejamos también en la descripción.
Fallos y riesgos del experimento
Para empezar, aunque Jiankui presumió de que su experimento había sido un éxito, era mentira. Veréis, nuestro material genético está duplicado: tenemos una copia de nuestro padre y otra de nuestra madre. Por lo tanto, nuestras células tienen dos copias de cada gen. Pues resulta que una de las gemelas sólo tenía mutada una de las copias del gen CCR5, con lo que aún podía producir el correceptor en sus células con la otra copia. Además, se comprobó que las niñas no tenían todas sus células con los genes CCR5 mutados: eran mosaicos, es decir, individuos con varios grupos de células que tienen genes diferentes entre ellos. Lo más horrible es que Jiankui sabía que el experimento había salido mal, pero, aun así, siguió adelante e implantó los embriones en la madre.
Así que de inmunes al VIH nada de nada. Primero, porque el experimento salió mal. Y segundo, porque, como ya hemos visto, el VIH también puede usar el correceptor CXCR4, así que no tener el CCR5 sólo te hace inmune a algunas cepas del virus. Y lo que es aún peor: el experimento era peligroso para las niñas. Aunque, gracias a Dios, nacieron sanas, no había garantías de que fuera así. Primero, porque el sistema CRISPR/Cas9, aunque cada vez es más seguro, no es perfecto, así que podría haber modificado otros genes aleatorios de las niñas sin querer. Y segundo, porque CCR5 tiene funciones en nuestro cuerpo. Algunos estudios indican que no tener este correceptor puede hacerte más susceptible a otras infecciones como gripes severas o a problemas en el desarrollo del cerebro.
Y es que, además, hoy en día tenemos tratamientos con fármacos antirretrovirales que pueden reducir la cantidad de VIH que se tiene, hasta que sea indetectable por pruebas de carga viral. Es cierto que de esta forma no se elimina al 100% el virus, porque un pequeño reservorio permanece en algunas células y pueden volver a reproducirse si se abandona el tratamiento. Pero las personas con carga viral indetectable llevan una vida completamente normal y, además, no transmiten el VIH, ni a sus parejas sexuales ni a sus hijos. Y también está la opción de lavar el esperma, una técnica que elimina casi al 100% los VIH del semen antes de realizar una fecundación in vitro, haciéndola segura para los bebés. O sea, no hacía falta modificar genéticamente a los embriones para que su padre no les contagiara el virus. Jiankui puso en riesgo la salud de los bebés sin necesidad.
Consecuencias y reflexiones éticas
He Jiankui fue condenado a tres años de prisión, que cumplió en abril de 2022. Cuando salió de la cárcel, ya anunció a los medios de comunicación que pretende seguir investigando para tratar enfermedades genéticas. A fecha de edición de este vídeo aún no nos ha dado otro disgusto, veremos en el futuro. Y es que aunque sus experimentos con Lulú y Nana fueron una auténtica chapuza y no tenían absolutamente ninguna ética, Jiankui cruzó una línea roja: la de modificar el genoma humano. Veréis, nuestras células pueden ser somáticas o germinales. Las germinales sirven para reproducirse, son los óvulos y los espermatozoides. Y las somáticas, pues todas las demás. Pues resulta que Lulu y Nana tienen modificadas sus células germinales, así que, si tienen hijos, les pasarán las mutaciones del CCR5. Por el dichoso experimento, a partir de ahora hay una población humana cuyo genoma ha sido alterado por el hombre.
El caso de las bebés chinas nos hace reflexionar sobre cuestiones muy importantes de bioética, o sea, la ética aplicada a las ciencias biológicas. Modificar un gen de unas chiquillas no parece gran cosa, pero sienta un precedente muy peligroso. Probablemente, en el futuro la ingeniería genética avanzará hasta el punto de que podamos modificar con seguridad el genoma humano. Quizá podríamos hacer cosas geniales como, quién sabe, erradicar las enfermedades genéticas, hacernos más resistentes contra el cáncer, eliminar discapacidades… Pero también se podrían hacer otras cosas que no molan tanto. Por ejemplo, crear personas con cualidades determinadas.
Gente que sean perfectos soldados, como los clones de Star Wars. O que sean muy poco inteligentes para poder abusar de ellos sin que se quejen. O al contrario, personas con altísimas capacidades para que sean los únicos que gobiernen sobre los demás. ¿Os imagináis una élite con tecnología muy avanzada de edición genética que hiciera a las personas según sus intereses?
Esta distopía se desarrolla en la novela “Un mundo feliz”, que os recomendamos leer. No creáis que esta idea es tan loca. En Estados Unidos hay centros de fertilidad que ofrecen a los padres bebés con las características que ellos quieran, como el pelo más rubio o la piel más morena, o qué sexo quieren que tengan. Ojo, estas clínicas no usan ingeniería genética como hizo Jiankui, pero nadie nos asegura que lo hagan en el futuro.
El debate ético de la ingeniería genética en humanos
Utilizar la ingeniería genética con personas supone un debate ético muy complejo que, como sociedad, va siendo hora de que nos planteemos. Esta tecnología ya existe, y con los años va a mejorarse cada vez más. Pero hay que tener mucho cuidado con cómo se usa. Y es que, como la historia nos ha enseñado mil veces, si algo puede hacerse, al final hay alguien que lo hace.