¿Conocéis la guerra en la que se enfrentaron Inglaterra y Francia y qué duró unos 116 años? Si no la conocéis, no os preocupéis y tomad asiento, porque hoy en Memorias de Pez vamos a volver a viajar a la Edad Media para hablar de…la Guerra de los Cien Años.
Efectivamente, contrariamente a lo que su nombre nos puede indicar, no duró cien años, sino un total de 116. Fue un conflicto larguísimo que se extendió entre los años 1337 y 1453. tranquilos, que no estuvieron en guerra todos estos años, puesto que se fueron alternando guerras con treguas, pero sí que fue un enfrentamiento muy duradero. ¿Las naciones implicadas? Principalmente Inglaterra y Francia, aunque a lo largo de la guerra se irían sumando más actores, como Navarra o los Países Bajos. Para hacerlo más breve, nos vamos a centrar en los principales conflictos entre ingleses y franceses.
El origen de las tensiones entre Francia e Inglaterra se remonta al matrimonio entre Leonor de Aquitania y el rey de Inglaterra, Enrique II de Plantagenet. Un matrimonio que haría que el sucesor de Enrique, el futuro rey Ricardo I, poseyese el reino de Inglaterra y dos tercios de Francia. Desde ese momento, los monarcas franceses intentaron recuperar esos territorios. Felipe II Augusto, rey francés, consiguió recuperar gran parte, salvo Aquitania, que prestaría vasallaje a la monarquía francesa. Todas estas tensiones explotarían casi dos siglos después cuando Felipe VI de Francia y Eduardo III de Inglaterra vieron que sus relaciones se volvieron insostenibles a consecuencia de todos sus enfrentamientos dinásticos, territoriales y políticos .

Sabemos que este conflicto es muy extenso y para que sea más sencillo de entender, vamos a dividir el conflicto en tres etapas:
1. PRIMERA ETAPA (1337-1360)
Uno de los primeros roces entre Felipe VI y Eduardo III fue la muerte de Carlos IV, monarca de Francia, en 1328 que, sin un heredero varón directo, generó una crisis de sucesión en el reino. Eduardo III de Inglaterra, nieto de Felipe IV de Francia a través de su madre, reclamó el trono francés basándose en su ascendencia. Sin embargo, los nobles franceses prefirieron a Felipe de Valois, es decir, Felipe VI, primo hermano de Carlos IV, como nuevo rey.
Las tensiones entre ambos siguieron aumentando, y el principal foco de tensión se encontraba en Gascuña. Gascuña es una región histórica del suroeste de Francia, dentro del ducado de Aquitania, un feudo que se encontraba en territorio francés pero que estaba bajo control inglés. La posesión inglesa de este feudo generaba fricciones con la corona francesa, que evidentemente buscaba recuperar lo que creía suyo. Y es que al rey Eduardo III de Inglaterra, ser vasallo del rey francés, de acuerdo a las reglas del feudalismo, no le debía de hacer mucha gracia. Aun así, la cosa no quedó ahí, y su malestar debió de aumentar cuando Felipe confiscó Gascuña francesa.. No contento con eso, el monarca francés también asaltó la costa sur de Inglaterra, destruyendo Southampton. Así, lo que comenzó como un conflicto sobre derechos feudales en Gascuña pronto se convirtió en una contienda con mucha más chicha en la que Eduardo III terminó por reclamar formalmente el trono francés y declarar la guerra a su enemigo. Tenemos que decir que las razones dinásticas de Eduardo tenían un gran peso, ya que era el pariente masculino más cercano de Carlos IV de Francia y no Felipe VI.

Inglaterra volvió a recuperar Gascuña e invadió Normandía, aterrorizando a la población local. La estrategia de Eduardo III de atraer a Felipe VI para enfrentarse en una batalla abierta funcionó y los franceses fueron incapaces de hacer frente a los arqueros y caballeros ingleses, perdiendo la famosa batalla de Crécy. Pidieron a los escoceses que invadiesen el norte de Inglaterra para llevar a cabo su contraofensiva, con el fin de que Eduardo III se retirase de Francia. Sin embargo, esto no salió bien y David II de Escocia fue derrotado y capturado por los ingleses en la Batalla de Nevill’s cross.

Más tarde, los ingleses capturaron Calais y ganaron en la Batalla de Poitiers, donde actuó uno de los más destacados comandantes militares ingleses, el “príncipe negro”, Eduardo Woodstock, uno de los hijos de Eduardo III, contra Juan II de Francia, hijo de Felipe VI. Este último fue capturado y detenido por 4 años, hasta que ambos países firmaron el tratado de Brétigny donde se le reconocía a Eduardo el derecho al 25% de Francia si renunciaba a su derecho a la corona francesa. Aunque esta paz fue un éxito francés, el todavía dominio inglés sobre un tercio de Francia haría que esta paz estuviese condenada a ser bastante breve.
2. SEGUNDA ETAPA (1369-1389)
La situación apenas había cambiado y el descontento persistía. En Francia ahora reinaba Carlos V y en Inglaterra continuaba Eduardo III en el trono, pero estaba a punto de heredarlo su hijo, Ricardo II.

Y es que por mucho acuerdo que se firmase, Carlos V lo tenía bien clarito. Así, resultó que tras 10 años de paz, el tío se lanzó de nuevo a por los territorios que sus antepasados habían perdido. Para realizar su plan, perfeccionó su armada, que pasó a ser superior a la armada inglesa, y empezó realizando incursiones frecuentes en la costa sur de Inglaterra. La mayor parte de Aquitania fue capturada y Calais y una parte de Gascuña quedaron como los únicos reductos ingleses en tierra francesa . El plan de Carlos funcionaba. Y así se fueron sucediendo las victorias francesas frente a las inglesas. En mitad de este enfrentamiento, se produjo un relevo generacional, ya que fallecieron tanto Eduardo III como Carlos V, dejando paso a Ricardo II y a Carlos VI. Con ellos, se declaró una nueva tregua en 1389 que, unida al matrimonio de Ricardo II de Inglaterra con Isabel de Francia, hija de Carlos VI, hicieron mejorar las relaciones entre ambos países.
3. TERCERA ETAPA (1415-1453)
La tregua sirvió para que ambos países, cansados de darse de leches entre sí, se dieran un respiro. Así que la situación era la siguiente. En Inglaterra, Ricardo II había sido arrestado y acusado de ejercer una mala administración en el reino y abusar del poder. Así que su primo Enrique, perteneciente a la Casa Lancaster, se proclamó rey, pasando a ser Enrique IV. Ricardo murió en circunstancias no explicadas, y aunque la versión oficial dice que fue por inanición, muchos historiadores no se ponen de acuerdo y sugieren que pudo haber sido asesinado por Enrique IV. Total, que Enrique V, el hijo de Enrique IV de Inglaterra, tenía que legitimarse en el trono, y que mejor manera que hacerse con el territorio francés.

Por cierto, la división de Francia, que además estuvo agravada por un trastorno mental ‘intermitente’ que padecía Carlos VI, resultó ser una ventaja significativa para Inglaterra. Así, se crearon dos bandos: por un lado estaban los que respaldaban al delfín Carlos (futuro Carlos VII) y defendían una Francia independiente. Eran conocidos como los Armagnacs. Por el otro lado estaban los borgoñeses, partidarios Felipe, duque de Borgoña, que a veces se aliaban con los ingleses.
Y ahora seguimos con los ingleses. Enrique V decidió invadir Normandía en 1415. Tomó el puerto de Harfleur tras un asedio largo y díficil, también ganó la batalla de Agincourt, a pesar de iniciar la batalla en gran desventaja y con un ejército más pequeño y agotado que los franceses, y finalmente Enrique capturó la ciudad de Caen, uno de los logros que representó la expansión territorial más importante en territorio francés.

En poco tiempo el hombre había completado la gran hazaña de conquistar toda Normandía y había conseguido que los franceses firmasen el Tratado de paz de Troyes, con grandes beneficios para Inglaterra. Primero, Enrique V fue nombrado regente y heredero de Carlos VI. Segundo, se concertó el matrimonio entre Enrique y Catalina de Valois, hija de Carlos. Y, por último, se estableció que Inglaterra seguiría luchando contra el desheredado “delfín” Carlos, hijo de Carlos VI de Francia.

¿Creéis que la paz de Troyes duró mucho? Pues no, ni dos años. Enrique volvió a reanudar la guerra tras perder la batalla de Baugé, aunque inesperadamente murió por disentería en Francia. Enrique VI, su hijo y heredero, tampoco pudo hacer frente al resurgimiento francés que estaba cambiando la favorable situación inglesa. Es en este momento cuando entra en acción la conocidísima Juana de Arco, una simple campesina que tuvo visiones celestiales que la hicieron creer que tenía una misión divina, ayudar a Carlos VII, el delfín de Francia, a reclamar el trono y a expulsar a los ingleses de Francia. Así que puso rumbo a la corte francesa para que le permitiesen dirigir las tropas francesas para liberar Orleans, que estaba sitiada por los ingleses. Su gran liderazgo y la creencia en su misión divina dieron un impulso moral a las tropas francesas, que lograron la victoria final contra los ingleses en la Batalla de Patay. Después de esto, Juana acompañó al rey Carlos VII a Reims, donde fue coronado rey de Francia. Un año más tarde, la situación se revertiría para Juana de Arco, que fue capturada por los borgoñones (recordemos, aliados de los ingleses), vendida a Inglaterra, sometida a juicio por herejía y brujería, y condenada a la hoguera.

Tras las sucesivas victorias francesas, los ingleses empezaron a perder fuelle. Incluso Enrique VI, que se había coronado como rey de Francia en la catedral de Notre-Dame de París, asumió que había fracasado en esta empresa. Además, Inglaterra perdió el apoyo de sus aliados los borgoñones cuando Felipe de Borgoña y Carlos VII firmaron el Tratado de Arras dando fin a la guerra civil francesa. Finalmente Enrique VI decidió casarse con Margarita de Anjou, sobrina de Carlos VII, y renunciar al Maine, una provincia de Francia situada en el noroeste, para frenar la continuidad de la guerra. Por su parte, Carlos VII, que se veía con fuerzas, quiso recuperar territorios que habían perdido sus antepasados. Recuperó partes de Normandía, siguió ganando batallas y capturó Gascuña. La Batalla de Castillon fue el cierre épico de toda esta saga. Allí, las fuerzas francesas obtuvieron una victoria decisiva, marcando el declive final de los ingleses en territorio francés. Tras la rendición de Burdeos en 1453, se firmó el Tratado de Castillon, que selló la paz entre ingleses y franceses de una vez por todas. Los ingleses acordaron desocupar todos sus territorios en Francia, con la excepción de Calais y sus alrededores. Calais quedó como un último bastión inglés en suelo francés.. Y hasta mucho después, no sería conquistada por los franceses. Este hecho marcó el cierre definitivo de la presencia inglesa en territorio continental francés.
Consecuencias
Un conflicto tan largo y extenso en el tiempo y de gran envergadura tuvo consecuencias significativas, tanto para un país como para otro. Resumiéndolas, las principales fueron:
- Para Inglaterra, la Guerra de los Cien Años supuso la pérdida de todo el territorio en Francia.
- A nivel económico: cada vez fue más difícil financiar la guerra, e incluso Inglaterra llegó al borde de la banca rota ya que colocar ejércitos en otro país era muy costoso. Además el conflicto allanó el camino para la transición hacia una economía monetaria y una sociedad más centralizada en ambos países.
- También contribuyó al desarrollo de la artillería y la tecnología militar, como las armas de pólvora que se hicieron más eficientes. No olvidemos tampoco que se fortalecieron y adaptaron los castillos y las ciudades para hacer frente a posibles amenazas.
- Las monarquías nacionales de Inglaterra y Francia, que emergieron con mayor autoridad centralizada, se consolidaron.
- Y, por último, esta pelea tan larga y dura contra el enemigo llevó a que la población de ambos países desarrollaran un sentido más profundo de identidad nacional, desarrollando el nacionalismo.
En resumen, la Guerra de los Cien Años fue un conflicto monumental. Desde sus raíces en las disputas de sucesión hasta sus complejas fases y consecuencias, la guerra dejó un legado duradero en la historia europea. Marcada por eventos épicos y grandes figuras, sigue siendo un capítulo fascinante y trascendental en la narrativa de la Edad Media. Su impacto resonó tanto que ha dejado una profunda huella en la memoria colectiva de Inglaterra y Francia. ¿O vosotros de dónde creéis que nace esa rivalidad entre franceses e ingleses?