Han pasado más de dos años del inicio de la pandemia y el mundo no volverá a ser el mismo. Y es que, hoy, vamos a hablar de la pandemia, pero no de la actual. Hoy en Memorias de Pez os vamos a contar lo que supuso para el mundo medieval la aparición de la terrible peste negra, la pandemia más devastadora de la historia. Azotó Europa además de parte de Asia y África, llevándose millones o incluso cientos de millones de vidas. Los cálculos varían mucho, pero se estima que fueron entre 80 y 200 millones de muertos. De esta forma, la peste negra se llevó por delante a más de un tercio de la población europea y el efecto posterior influyó en el desarrollo social, político y económico de la humanidad.
En concreto, la peste se prolongó durante cientos de años, tuvo su origen y sus años más terribles durante el siglo XIV, y nunca se manifestó con más virulencia que entre los años 1346 y 1356. De hecho, esta enfermedad todavía sigue activa, aunque evidentemente está controlada y no en un estado de pandemia.
Ahora bien, ¿qué es lo que producía la enfermedad conocida como peste? Pues la respuesta más probable la encontramos en una bacteria llamada Yersinia pestis. Esta bacteria, que habita el aparato digestivo de las pulgas, es transmitida al hombre en el momento en el que la pulga infectada realiza la picadura. Vamos, que es una enfermedad transmitida por un animal al igual que la Covid, o, dicho de otra forma, una enfermedad zoonótica. Sin embargo, las pulgas no son el único animal que interviene en la transmisión de la peste. Las ratas, ardillas u otros roedores son las que portan las pulgas, así que al final, la cadena que se cree que se producía en la Edad Media era entre rata-hombre-rata y es que, que no te tomen el pelo, la peste bubónica NO se transmitía entre personas.
Sintomatología y mortalidad
A día de hoy se sabe mucho más acerca de la bacteria, y se sabe que cuando esta llega al ser humano, se multiplica en los ganglios de las axilas o la ingle y estos se inflaman formando los conocidos como “bubones”, de ahí el nombre de la enfermedad. La bacteria rondaba los hogares durante un período aproximado de entre 16 y 23 días antes de que se manifestaran los primeros síntomas de la enfermedad y, por supuesto, en estos días los síntomas eran terribles, especialmente los forúnculos que drenaban pus, la gangrena que se producía en la piel y los vómitos constantes.
Aunque por increíble que parezca hay fuentes que también hablan de casos asintomáticos. El problema es que de aquellas en plena Edad Media no se sabía nada ni de dónde venía la enfermedad ni cómo tratarla, por lo tanto, afectaba a todos prácticamente por igual, fuera Rey o mendigo. Aunque, eso sí, aquí pasa como con el Covid, aquellos que vivían hacinados eran los que peor lo tenían ya que su contacto con ratas y por tanto, con pulgas era más frecuente.
Sobre el origen de la peste existen diversas teorías. La que parece más clara es que la Peste Negra, se originó en Asia Central o Asia Oriental, desde donde viajó a lo largo de la Ruta de la Seda y llegó a Crimea. En concreto, se sabe que en 1346 la ciudad de Kaffa fue asediada por la horda de mongoles y estos se dedicaron a catapultar cadáveres infectados con la peste sobre las murallas hacia dentro de la ciudad. A partir de ahí, posiblemente fue transportada por pulgas que vivían en las ratas negras que viajaban en barcos mercantes, se extendió en toda la cuenca del Mediterráneo y llegó a África, Asia occidental y el resto de Europa, a través de Constantinopla, Sicilia y la península italiana. ¿Primero China y luego Italia? Creo que esto me suena de algo…
Un estudio reciente sugiere que es probable que la bacteria fuese introducida no una vez, sino varias, en Europa. De esta forma se puede explicar la enorme persistencia a lo largo de los siglos de la enfermedad en el continente europeo. Además, hay estudios que indican que la bacteria en concreto, Yersinia pestis, pudo haber existido en Europa desde el 3.000 a. C. Eso sí, esto último no significa necesariamente que tuviera que haberse disparado la enfermedad con anterioridad, ya que la existencia del patógeno no es el único factor que influye en la propagación de una pandemia.
Factores climáticos y propagación
Según otro estudio, un factor que podría haber influido en la propagación de la peste, no es otro que un cambio climático. O más bien, un conjunto de pequeños cambios climáticos en Asia: ciclos de primaveras húmedas y veranos cálidos continuados por repentinos periodos fríos y secos en Asia Central que acabaron con la mayoría de los jerbos, que son unos ratoncillos que eran los portadores de las pulgas y que forzaron a las pulgas a buscar otros airbnb alternativos, como los humanos, los camellos o las ratas.
Evidentemente, por aquel entonces nadie tenía una idea clara del causante de la enfermedad y la Iglesia no perdió la oportunidad para atribuirla a la ira de Dios, es decir a una especie de castigo divino. Así que los primeros esfuerzos por evitar su propagación fueron por ahí. Rezar e implorar por el perdón de los pecados era un intento desesperado de escapar a la enfermedad, mientras que otros tallaban una cruz latina de madera en su puerta a modo de vacuna. La peste, entendida como castigo, produjo dos tipos de movimientos culturales:
En primer lugar, el movimiento de los flagelantes, quienes asumieron que se aproximaba el fin del mundo y optaron por tener una vida en martirio. Responsabilizaron a los judíos de la plaga, culpándolos de envenenar los pozos y motivaron pogromos y lapidaciones públicas que produjeron muertes masivas de judíos. La cosa se fue tanto de madre que el papa Clemente IV tuvo que exculpar a los judíos y declarar herejes a los flagelantes.
En segundo lugar, teniendo presente que la llegada de la muerte era tan repentina, no había tiempo para el perdón de los pecados, lo que produjo que muchas personas mandasen todo a freír espárragos y se entregasen a los placeres y excesos de la vida.
Medidas para combatir la peste
Por otra parte, en aquellos tiempos, el miedo a contagiarse de la enfermedad provocó el auge de médicos de la peste, doctores (en ocasiones sin ningún tipo de instrucción previa) contratados por el Estado como funcionarios públicos para tratar a los enfermos y contrarrestar la pandemia. Estos médicos portaban una vestimenta variable, que con el paso de los años se compuso de una túnica negra, un par de lentes en los ojos y una icónica mascarilla en forma de pico de pájaro, que guardaba en su interior paja y otras sustancias aromáticas con las que se creía que era posible evitar el contagio, aunque no, la verdad es que no evitaban el contagio para nada. Estas máscaras no tenían ningún tipo de filtro como las mascarillas actuales. Por cierto, estas vestimentas no se crearon hasta el siglo XVII.
Actualmente, sabemos que la forma de la enfermedad más corriente era la peste bubónica primaria, pero también había otras variantes: la peste septicémica, en la cual el contagio pasaba a la sangre, lo que se manifestaba en forma de manchas visibles oscuras en la piel (de ahí el nombre de «muerte negra» que recibió la epidemia), y la peste neumónica, que afectaba el aparato respiratorio y provocaba una tos expectorante que podía dar lugar al contagio a través del aire. Y si cogías una de estas, lo tenías bastante crudo ya que la peste septicémica y la neumónica dejaban pocos supervivientes.
Consecuencias sociales y económicas
Como en la Edad Media no sabían nada de microbiología, los eclesiásticos y eruditos recurrieron a la antigua idea griega de «miasmas» o «mal aire» como causa principal. Si bien esto era incorrecto, dio lugar a prácticas como el desecho de cadáveres mediante la cremación o las cuarentenas de infectados, contribuyendo así a contener la enfermedad. De hecho,el propio nombre de cuarentena viene del aislamiento de cuarenta días que sufrían los tripulantes de los barcos italianos que venían de distintas zonas del mundo.
Las autoridades aprendieron poco a poco de la enfermedad y ordenaban quemar la ropa y pertenencias de los fallecidos. Además, los médicos descubrieron que algunas medidas de sanidad, como beber agua limpia, no realizar vertidos en ríos, mantener el aire fluyendo o aislar a los enfermos en hospitales separados de la población hacían más complicado el contagio. En concreto, se crearon los lazaretos, que eran recintos sanitarios que se dedicaban a la observación y tratamiento de portadores de una enfermedad contagiosa.
Con todo lo anterior, es importante remarcar que hay un montón de cosas de las que aún no estamos seguros sobre la peste negra. Por ejemplo, hay autores que aún defienden que la bacteria Yersinia pestis no fue la causante de la enfermedad. También hay muchas inexactitudes y falta de datos comprobados sobre cómo y dónde se dio el origen de la peste, así como una variación inmensa en la información sobre los números de afectados y la mortalidad. Lo que está claro es que esta horrible catástrofe tuvo consecuencias inmensurables en el mundo.
Además de lo anterior los monarcas instauraron medidas que prohibieron la exportación de alimentos, establecieron controles sobre la pesca y aumentaron los impuestos sobre el trigo o cebada. Tales razones, junto con la falta de población agrícola, hicieron que las tierras más afectadas no pudieran obtener grano en el extranjero. Esto derivó en que muchos de los países agotaran las reservas nacionales de alimento aumentando así la inflación. Se dio así una de las recesiones más grandes de la historia que llevó a la aparición de grandes hambrunas.
Vamos, a una crisis absoluta que duró unos cien años. Sin embargo, a pesar del desastre económico en un primer momento, se piensa que la pérdida de población provocada por la peste, pudo llevar a un aumento de salarios, ya que había muy poquita gente en condiciones de trabajar y gradualmente a una disminución entre la diferencia de clases. Evidentemente, a las clases altas no les hizo mucha gracia esta situación y se buscó un control gubernamental de los salarios. En Inglaterra se promulgó la «Ordenanza de Obreros» en 1349, y el «Estatuto de los Obreros» en 1351, que restringía tanto los aumentos salariales como la relocalización de los trabajadores. Esto hizo que finalmente, lo que parecía que podía ser una mejora en los derechos del pueblo llano, acabase por retomar los cauces anteriores. Eso sí, en esta época, con clara influencia de la epidemia fue cuando se puso fin a la construcción masiva de monasterios, iglesias y catedrales.
Como conclusión, se puede decir que la peste negra inicia el motivo del cierre del periodo medieval. Al igual que en el momento actual, este acontecimiento marcó un punto de inflexión en la historia del ser humano.