A principios de los años 2000, sobre todo en Estados Unidos, algunos alergólogos empezaron a tener cada vez más pacientes que contaban una historia cuanto menos peculiar. Personas sanas, sin antecedentes, aseguraban que de repente comer carne roja les provocaba reacciones alérgicas. A ver, no es que los médicos no les creyeran, pero sí se mostraban un poco escépticos. Y es que era raro, muy raro. No tiene mucho sentido que alguien en mitad de su vida desarrolle de golpe una alergia a algo tan común como la carne. ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Por qué eran alérgicos? Y sobre todo, ¿tenemos alguna explicación biológica? Pues hoy os contamos la curiosa historia del síndrome de Alfa-Gal y de cómo se descubrió al inesperado culpable, además de las personas que casi acababan en el otro barrio por una simple hamburguesa.
En esa misma época surgió otro caso extraño, y es que algunos pacientes estaban sufriendo reacciones alérgicas graves tras tomar un nuevo fármaco contra el cáncer. El fármaco se llamaba Cetuximab y estaba empezando a utilizarse en hospitales de todo Estados Unidos. La cosa era seria: un número muy alto de enfermos estaba sufriendo anafilaxia, una reacción alérgica extrema que puede poner en peligro la vida en cuestión de minutos.

Para entender qué estaba pasando hay que saber que existen distintos tipos de anticuerpos. Los anticuerpos son proteínas que produce nuestro sistema inmunológico para detectar, marcar y ayudar a eliminar elementos extraños que entran a nuestro interior. La primera vez que nuestras defensas se topan con algo extraño, a veces lo identifican como peligroso y queda registrado. A partir de ahí crean anticuerpos específicos contra él y la próxima vez que lo vean ya estarán preparados para reventarlo.
Para este caso nos interesan los anticuerpos de tipo E o IgE. Nuestro sistema inmune los produce cuando cree que algo inofensivo, como el polen o el pelo de tu gato, es una amenaza. Vamos, que son los responsables de las alergias. Cuando los anticuerpos tipo E detectan esa cosa tan terrible y peligrosa (que spoiler, en realidad no lo es), activan otras células que liberan sustancias como la histamina, provocando síntomas típicos que todos conocemos: estornudos, picor, hinchazón, urticaria, dificultad para respirar o, en los casos más graves, una anafilaxia.
Los investigadores estudiaron a pacientes que reaccionaban mal al Cetuximab y se llevaron una sorpresa: todos ellos tenían previamente IgE específicos contra ese fármaco. Pero ¿cómo podía ser si era la primera vez que tomaban el fármaco? ¿De dónde habían salido esos anticuerpos? Algo no cuadraba. Y resulta que el problema estaba en cómo se fabricaba el Cetuximab. Veréis, una línea celular es un conjunto de células vivas cultivadas en laboratorio que se dividen indefinidamente y mantienen sus características estables en el tiempo. Se utilizan, por ejemplo, como mini fábricas para sintetizar fármacos que son proteínas, como el Cetuximab. Existen líneas celulares de todo tipo, pero en este caso eran células de ratón. En las células se sintetizan las proteínas de forma genérica, como si fuera una cadena de montaje, pero después falta un último paso esencial: las modificaciones postraduccionales. Son pequeños ajustes que permiten que la proteína adquiera su forma y función definitivas. El ejemplo más típico es la glicosilación, un proceso en el que se añaden azúcares a la superficie de la proteína.

La cosa es que las células de ratón en las que se producía el fármaco la estaban liando, ya que añadían a la superficie una cantidad absurdamente elevada de un azúcar llamado alfa-Gal. Y este era precisamente el problema. Estos pacientes hipersensibles al Cetuximab tenían muchos anticuerpos de tipo E que reaccionaban contra el azúcar alfa-Gal unido a su superficie. Vale… ¿y qué tiene que ver todo esto con la alergia a la carne roja? Bueno, pues los investigadores se preguntaron si también podría estar relacionada con el azúcar alfa-Gal. Al fin y al cabo, si comer una hamburguesa de cerdo, un chuletón de vaca o unas chuletillas de cordero te provoca una reacción alérgica, la causa debe ser algo que todas esas carnes tengan en común. Y efectivamente, los alérgicos también presentaban anticuerpos de tipo E contra el alfa-Gal. La mayoría de los mamíferos utilizan el alfa-Gal en la superficie de muchas de sus proteínas, incluidas las que forman sus células. Por eso, el azúcar también está presente en su carne y en otros alimentos que provienen de ellos.
Así que ya podemos ponerle nombre al problema: el síndrome del alfa-Gal. Y ahora viene la pregunta más importante: ¿por qué narices había gente que tenía estos anticuerpos de tipo E? Pues la respuesta vino al estudiar la extraña distribución geográfica de las personas con reacción alérgica al Cetuximab. En el sureste de Estados Unidos había más de un 20 % de pacientes con efectos secundarios graves al medicamento, mientras que en otras zonas era menos del 3 %. Eso significaba que la causa no tenía nada que ver con el cáncer, sino con las zonas rurales del sureste del país. Estas regiones coincidían exactamente con las zonas donde se daba una enfermedad: la fiebre maculosa de las Montañas Rocosas. ¿Y qué transmite esta enfermedad? Pues las garrapatas.
Al preguntar a los alérgicos si alguna vez les habían picado garrapatas… ¡voilà! Casi todos dijeron que sí. Vamos, que la conexión de las garrapatas con estas alergias estaba clarísima. Cuando una garrapata pica, inyecta saliva que en realidad es un cóctel de distintos componentes, incluido el alfa-Gal. Este vuelve loco al sistema inmune y empieza a crear a lo loco anticuerpos para toda esa mezcla de elementos extraños, y en algunas personas eso incluye anticuerpos IgE para el alfa-Gal. Es decir, se vuelven hipersensibles y sus defensas pasarán a actuar de forma muy intensa sobre esta supuesta amenaza.

Vamos a hacer un resumen de todo lo que hemos explicado. Existen personas que, de un día para otro, se vuelven alérgicas a la carne roja. También hay pacientes alérgicos a un nuevo fármaco contra el cáncer. La carne y el fármaco tienen un azúcar en superficie que se llama alfa-Gal. Todos esos alérgicos tienen previamente anticuerpos de tipo E, que son los que desencadenan las alergias, contra ese azúcar. Y el causante de estos anticuerpos es una garrapata.
En realidad, el tema del azúcar alfa-Gal en humanos es muy curioso. Aunque la mayoría de los mamíferos lo incorporan a sus proteínas, los humanos y otros grandes simios, como chimpancés y gorilas, no lo hacemos. Esto indica que en algún momento de nuestra evolución, una mutación en el gen encargado de añadir este azúcar impidió su función. Y se cree que esto es una ventaja evolutiva, ya que el motivo pudo ser la lucha contra microorganismos que nos causan enfermedades. Existen virus, bacterias y distintos parásitos que tienen el alfa-Gal en sus componentes. Si nuestras defensas reconocen este azúcar como peligroso, pueden destruirlos antes de que nos causen problemas.
La diferencia entre una persona normal y una con el síndrome de alfa-Gal es el tipo de anticuerpo que reacciona contra el azúcar, ya que, recordemos, los que producen las reacciones alérgicas son los de tipo E. Hace poco hicimos un vídeo sobre la actualidad de los trasplantes de órganos de animales a humanos, y uno de los principales problemas era precisamente este azúcar. La solución la explicamos en ese vídeo que os dejamos a continuación por si tenéis curiosidad.
La realidad es que el síndrome de alfa-Gal puede cambiar por completo tu dieta y tu estilo de vida. No se trata únicamente de renunciar a un filete: también pueden aparecer reacciones alérgicas a cualquier cosa que contenga componentes de origen animal, incluyendo medicamentos. Las garrapatas no son ninguna broma. En los últimos años, su presencia ha aumentado y ahora se encuentran en zonas donde antes no eran tan comunes. Esto es una movida, ya que también pueden transmitir enfermedades graves como la enfermedad de Lyme. Así que mucho cuidado cuando salgas al campo. Usa repelente, ropa de manga larga y métete los pantalones dentro de los calcetines. Puedes vestir colores claros, ya que así es más fácil ver si alguna garrapata se ha enganchado a la ropa. Ah, y revisa bien a tu mascota después del paseo.