• 🟠 Destacados:
  • Resumen geopolítico de junio
  • ¿El fin de USA? Sacudida en la economía
  • Cómo Stalin transformó la URSS
  • La historia de los voluntarios en Ucrania
  • La guerra de Troya
Memorias de Pez
domingo 5 de octubre de 2025
  • Historia
  • Geopolítica
  • Ciencia
  • Economía
Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Historia
  • Geopolítica
  • Ciencia
  • Economía
Sin resultados
Ver todos los resultados
Memorias de Pez

Memorias de Pez » ¿Qué ha aportado la UNIÓN EUROPEA a ESPAÑA? ¿Y España a la Unión Europea?

¿Qué ha aportado la UNIÓN EUROPEA a ESPAÑA? ¿Y España a la Unión Europea?

Por Paula Pérez Calvo
12 de junio de 2025 a las 19:08
en Geopolítica
A A
¿Qué ha aportado la UNIÓN EUROPEA a ESPAÑA? ¿Y España a la Unión Europea?

Durante décadas, España fue una excepción dentro de Europa. Mientras el continente reconstruía su democracia, tejía redes comerciales y creaba las bases de lo que hoy conocemos como la Unión Europea, nosotros vivíamos en blanco y negro, con miedo a hablar de política y con la sensación de ser un país de segunda. Sin embargo, con la muerte del dictador se abrió una ventana. Durante la transición, España no solo se jugó ser un país democrático, también tuvo que demostrar al mundo que podía ser parte de Europa.

Y con Europa no me refiero al continente, sino al proyecto común que se cernía sobre él. Y la verdad es que esto no fue nada fácil. España no entró en la Comunidad Económica Europea de forma automática. Hubo que ganarse ese sitio, reformar leyes, modernizar instituciones, abrir mercados y, sobre todo, demostrar que éramos una democracia real con una Constitución, elecciones libres, partidos, sindicatos, prensa crítica, derechos civiles y con unas fuerzas armadas controladas, a las que no les diese por hacernos volver a tiempos pasados.

Cuando España finalmente entra en la Comunidad Económica Europea en 1986, muchos lo sintieron como un acto de justicia histórica. Por fin dejábamos atrás el aislamiento, la nostalgia imperial y la sospecha internacional. Entrábamos en el club de los países modernos. Europa era para muchos españoles sinónimo de progreso, de futuro y también de dignidad. Desde entonces han pasado nada más y nada menos que 40 años. Una cifra redonda que coincide con los 50 años de España en libertad. Tiempo suficiente para hacer balance y preguntarnos si aquello de entrar en Europa fue o no una buena idea.

Porque, ¿qué ha aportado la Unión Europea a España durante todo este tiempo? Y, al revés, ¿qué ha aportado España a la Unión Europea?

¿Qué le ha aportado la Unión Europea a España en estos 40 años?

Cuando España pidió oficialmente su ingreso en la Comunidad Económica Europea allá por 1977, la democracia española aún era un experimento en pruebas. Acabábamos de aprobar la Constitución. Los partidos políticos acababan de salir de la clandestinidad y todavía había miedo, ruido de sables y muchos tics del franquismo incrustados en las instituciones.

Europa, desde el primer minuto, dejó claro que para entrar en el club no bastaba con convocar elecciones. Había que consolidar una democracia real. Eso significó reformar el sistema judicial, garantizar los derechos humanos, limpiar las estructuras del antiguo régimen y, muy importante, fortalecer el Estado de derecho.

Y aquí es donde la Unión Europea jugó un papel de entrenador exigente. Bruselas no solo supervisaba, también acompañaba. Cada paso que España daba hacia Europa, como leyes nuevas, cambios institucionales, políticas públicas, etc., venía con el incentivo de integrarse en un espacio de estabilidad, desarrollo y prestigio internacional. Las exigencias comunitarias sirvieron como palanca para reformas que quizá España sola habría postergado indefinidamente, porque los deberes eran muchos y complicados.

Hubo que profesionalizar la administración pública, fortalecer la independencia del Banco de España, modernizar el sistema fiscal como condición para recibir los fondos europeos y, además, ponerse al día en temas como la rendición de cuentas o la transparencia presupuestaria. Europa también sirvió como antídoto contra los vaivenes populistas o autoritarios. Pertenecer a la Unión Europea implicaba aceptar límites, y eso fue positivo porque cada intento de recentralización agresiva, de ataque al poder judicial o de retroceso democrático tenía una respuesta clara: “Eso no pasa en Europa, eso no es europeo”.

Además, la pertenencia a la Unión Europea blindó muchas conquistas, desde la libertad de prensa hasta la igualdad de género. Podríamos decir que Europa fue para la democracia española como una especie de seguro de vida institucional: un marco que evitó recaídas, que ofreció estabilidad macroeconómica y que nos integró en una red de valores compartidos.

Pero la europeización de España no fue lo único que sacamos de la entrada en el club europeo. España sacó un auténtico pastizal de su entrada en la Comunidad Económica Europea primero y de la creación de la Unión Europea después. De hecho, España es, de largo, el país que más fondos ha recibido de la Unión Europea.

Basta con conducir por el vasto territorio español y mirar a tu alrededor: las carreteras que conectan pueblos remotos con ciudades, los puentes que cruzan valles, los túneles que atraviesan montañas, los trenes de alta velocidad que hoy son parte del paisaje habitual. Todo eso, en buena parte, lo pagó Europa. Y no solo lo pagó, lo planificó, lo exigió y lo supervisó.

Durante décadas, los fondos estructurales y de cohesión europeos fueron el motor que modernizó el país. Ayudaron a equilibrar territorios, a evitar que Andalucía o Galicia se quedaran a la cola de Europa, a conectar regiones históricamente aisladas con los grandes polos económicos del continente. Fue un proceso de integración no solo política, sino también física y económica.

Pero Europa no solo construyó autopistas y líneas de tren, también invirtió en aquello que no se ve pero que cambia la vida de la gente: la digitalización de la administración, la eficiencia energética de los edificios públicos, la modernización del campo, la adaptación de universidades, la formación de jóvenes en nuevas tecnologías. Incluso en lugares donde parecía que no había nada más que abandono o despoblación, Europa sembró futuro.

El campo español, por ejemplo, dio un salto brutal gracias a la política agraria común. Agricultores que antes apenas sobrevivían pudieron invertir, mejorar sus explotaciones y competir con garantías en el mercado europeo. Algunas zonas rurales que habían quedado vacías se mantuvieron vivas por las ayudas que venían de Bruselas.

Y el Erasmus, ese pequeño milagro europeo que cambió la mentalidad de generaciones enteras de jóvenes, también fue parte de ese impulso. Millones de españoles vieron a Europa no como una entelequia lejana, sino como una experiencia vital directa. Así que cuando alguien dice que España recibió dinero de Europa, se queda muy corto. Lo que recibió fue una transformación profunda. No una simple transferencia de recursos, fue una inversión en un modelo de país.

Otro de los grandes regalos que trajo la integración europea fue la libertad de movimiento. Para una generación criada en un país cerrado, donde cruzar fronteras era casi un acto de espionaje, poder moverse libremente por Europa fue algo revolucionario. De repente, estudiar en Ámsterdam, trabajar en Berlín o montar una empresa en Lisboa dejó de ser una hazaña para convertirse en algo normal. Ya no hacía falta visado, ni permisos especiales, ni enfrentarse a un muro burocrático. Bastaba con hacer la maleta y tener ganas.

El Erasmus fue quizás el símbolo más visible de esa libertad. Millones de jóvenes españoles cruzaron la frontera para estudiar fuera. Y no solo aprendieron idiomas, aprendieron que Europa también era suya. Y ese mismo movimiento también funcionó en la otra dirección. España dejó de ser un país del que se huía para convertirse en uno al que se venía. El turismo explotó, las inversiones crecieron. Las grandes empresas europeas comenzaron a instalar sedes en Madrid, Barcelona o Valencia. Los ciudadanos europeos empezaron a comprar casas en la costa o a jubilarse bajo el sol del sur. España pasó de exportar mano de obra a importar capital humano y financiero.

En paralelo, llegó otro cambio clave: la adopción del euro. Abandonar la peseta fue más que un cambio de moneda. Fue renunciar a parte de nuestra soberanía económica, pero a cambio ganamos algo que nunca habíamos tenido: estabilidad. El euro trajo tipos de interés bajos, menos inflación y una economía más previsible. Se volvió más fácil invertir, pedir un crédito o planificar a largo plazo. Y no fue gratis, claro. Durante la crisis financiera pagamos un precio muy alto, pero también fue el empujón que necesitábamos para tomarnos en serio la gestión pública y jugar en la liga de los grandes.

A la vez se produjo una transformación menos visible pero igual de importante: la diplomática. España dejó de ser vista como el pariente pobre del sur para convertirse en un actor relevante. Ya no era solo el país del turismo barato y la paella, sino un socio con voz propia en las decisiones clave de Europa.

¿Qué tal le vino a Europa la entrada de España en la organización?

Veamos uno de los grandes aportes de España a la Unión Europea: su papel como puente natural entre Europa y América Latina, y también entre Europa y el Mediterráneo. Cuando España entró en la UE, no solo trajo una nueva economía o una nueva región. Trajo un pasado, una lengua común con cientos de millones de personas y una red de relaciones históricas tejida durante siglos.

Eso permitió a Europa ampliar su mirada. Mientras el eje francoalemán miraba al este y al norte de África, España empujó a la Unión Europea a mirar hacia el sur y hacia el otro lado del Atlántico. Gracias a esa conexión se firmaron acuerdos comerciales clave con países latinoamericanos. Se impulsaron cumbres como las de la UE-CLAC y se promovió una política exterior europea más sensible a América Latina.

España, en cierto modo, actuó como traductor de sensibilidades. Ayudó a que Bruselas entendiera América Latina y a que América Latina confiara en Bruselas. Algo parecido ocurrió con el Magreb y el Mediterráneo.

Pero si hay algo que Europa pudo aprender del caso español, más allá de sus puentes internacionales, fue la capacidad de llevar a cabo una transición democrática y una transformación institucional profunda. La forma en la que España pasó de una dictadura a una democracia plena, con todos los tropiezos y dolores del camino, fue vista por muchos países como un modelo a seguir.

Lo fue para Portugal, que compartía la experiencia de haber salido del autoritarismo casi al mismo tiempo. Lo fue para Grecia, también recién salida de su propia dictadura. Y lo sería más tarde para los países del Este, cuando cayó el Telón de Acero y empezaron a preparar su ingreso en la Unión. España, en ese contexto, no solo era un país que se integraba, era la prueba viviente de que integrarse funcionaba. Un caso de éxito de cómo la democracia podía echar raíces profundas si se daban las condiciones adecuadas.

Más allá de su historia, su cultura o su papel diplomático, España también ha aportado a Europa algo muy tangible: mercado, músculo económico y presencia global. Con sus 47 millones de habitantes, España representa uno de los mayores mercados internos de la Unión Europea. No solo por volumen, sino por su posición estratégica. Es la puerta de entrada al sur del continente, un nodo logístico natural entre Europa, África y América, y un país donde confluyen millones de turistas, mercancías y oportunidades de negocio.

España no entró en la Unión Europea como una economía marginal. Traía consigo sectores potentes como el turismo, la automoción, la agroindustria o la energía, que con el empujón europeo se convirtieron en verdaderas locomotoras. Hoy algunas de las multinacionales más relevantes del continente tienen apellido español: desde la moda de Inditex hasta las infraestructuras de Ferrovial, pasando por las energías limpias de Iberdrola. España ha dejado de ser solo un receptor de inversión extranjera para convertirse también en emisor. Empresas españolas lideran grandes proyectos de energía en Latinoamérica, construyen líneas de metro en Arabia Saudí o gestionan aeropuertos en Reino Unido.

Y si bajamos al nivel más elemental, el de la alimentación, España se vuelve aún más crucial. Las exportaciones agroalimentarias españolas no son pecata minuta, son una parte importantísima para la seguridad alimentaria de Europa. España produce, transforma y exporta productos esenciales que abastecen a millones de hogares en el continente: frutas, hortalizas, aceite, vino, conservas, productos cárnicos. Alimentos que son un seguro de abastecimiento.

Y por último, tenemos que hablar de la marca España: la famosa gastronomía española, su arte, el cine, la literatura, el deporte, la arquitectura… Todo eso forma parte ya del soft power europeo. Es una forma de influencia que no se impone, pero se contagia.

Y a esto hay que añadir algo menos visible pero muy valioso: la visión social que España ha defendido dentro del proyecto europeo. Frente a modelos más tecnocráticos o austeros, España ha sido a menudo uno de los países que ha empujado por una Europa más humana, más cohesionada y más preocupada por el equilibrio entre crecimiento y justicia social.

Etiqueta EspañaUnión Europea
CompartirEnviarTweet

Te Interesa

El conflicto entre VENEZUELA y ESTADOS UNIDOS
Geopolítica

El conflicto entre VENEZUELA y ESTADOS UNIDOS

Por Paula Pérez Calvo
23 de septiembre de 2025

Un nuevo conflicto amenaza con estallar en América del Sur. Tras años de aislamiento, sanciones y declive económico, parece que...

¿Puede ESTALLAR una nueva GUERRA CIVIL en EEUU.? | El asesinato de CHARLIE KIRK polariza a EE.UU.
Geopolítica

¿Puede ESTALLAR una nueva GUERRA CIVIL en EEUU.? | El asesinato de CHARLIE KIRK polariza a EE.UU.

Por Paula Pérez Calvo
16 de septiembre de 2025

Hoy en Memorias de Pez vamos a hacer un ejercicio de ciencia ficción, o quizás no es tan ficción. Para...

La Unión Europea se rinde ante Trump, ¿por qué?
Geopolítica

La Unión Europea se rinde ante Trump, ¿por qué?

Por Paula Pérez Calvo
2 de agosto de 2025

En los últimos meses la relación entre la Unión Europea y Estados Unidos ha sido más parecida a una pelea...

Siguiente
ISRAEL ha atacado a IRÁN: Viernes, 13 de junio de 2025

ISRAEL ha atacado a IRÁN: Viernes, 13 de junio de 2025

Memorias de Pez

© 2024 Memorias de Pez - La HISTORIA de la HUMANIDAD de forma divertida.

Enlaces de interés

  • Mapa del sitio
  • Aviso Legal
  • Políticas de Privacidad
  • Política de Cookies
  • Contacto

Síguenos

Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Historia
  • Geopolítica
  • Ciencia
  • Economía

© 2024 Memorias de Pez - La HISTORIA de la HUMANIDAD de forma divertida.