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Memorias de Pez » SIRIA: La revolución drusa

SIRIA: La revolución drusa

Por Paula Pérez Calvo
21 de julio de 2025 a las 11:02
en Geopolítica
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SIRIA: La revolución drusa

Hoy vamos a hablar de dos países cuya relación ha sido históricamente tensa y conflictiva. Y eso que en Oriente Medio no es que escaseen los desencuentros, pero lo de estos dos vecinos fronterizos es realmente complejo. En el vídeo de hoy de Memorias de Pez exploramos la difícil y enrevesada relación entre Israel y Siria. ¿Qué ha pasado entre ellos en los últimos años? ¿Qué intereses tiene Israel en territorio sirio? ¿Y quiénes son los drusos? Es el grupo con el que Israel parece mantener cierta sintonía.

Para empezar, vamos a hacer un repaso a la historia común que tienen Israel y Siria. Como muchos ya sabéis, la historia de Israel comienza en 1947, cuando la ONU propone un plan para dividir el mandato británico de Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe. Mientras el movimiento sionista acepta la partición, Siria, como otros países árabes, la rechaza frontalmente. Al declararse la independencia del Estado de Israel en mayo de 1948, Siria participa en la invasión árabe junto a Egipto, Jordania, Líbano e Irak, dando inicio a la primera guerra árabe-israelí.

El conflicto terminó al año siguiente con un alto al fuego, pero sin un tratado de paz. Siria, como el resto del bloque árabe, no reconoció a Israel. En 1967, durante la guerra de los Seis Días, Israel lanzó un ataque preventivo y ocupó la región fronteriza de los Altos del Golán, que pertenecen oficialmente a Siria. Esto fue visto como un golpe al orgullo nacional sirio y ha pasado a la historia como una herida nacional que aún hoy condiciona las relaciones entre ambos países.

En 1970, Háfez al-Ásad, os sonará el apellido por ser padre de Bashar al-Ásad, llegó al poder tras un golpe de Estado. Desde el inicio de su régimen, Asad padre adoptó una postura muy clara: no reconocer a Israel y apoyar a grupos armados antiisraelíes como Hezbolá en Líbano o las diversas facciones palestinas radicales. El objetivo era condicionar cualquier posible acuerdo de paz a la devolución total de los Altos del Golán. En 1973, durante la guerra del Yom Kipur, Siria se une a Egipto en una ofensiva coordinada con el objetivo de recuperar los territorios perdidos frente a Israel.

Spoiler: no acaba bien para los sirios. A diferencia de Egipto, que más adelante firmaría la paz con Israel en los acuerdos de Camp David y recuperaría la península del Sinaí, la historia para Siria fue muy distinta. Tras la derrota, en 1974 se firmó un acuerdo de separación de fuerzas por el cual se creó una zona desmilitarizada en los Altos del Golán supervisada por la ONU. Desde entonces, aunque ha habido periodos de relativa calma, Siria e Israel continuaron enemistados y esta tensión no disminuyó con la llegada al poder de Bashar al-Ásad, el hijo del anterior dictador.

Pero avancemos varias décadas para llegar a un momento clave: el estallido de la guerra civil en Siria en el año 2011, la cual cambió radicalmente el panorama. Con el régimen de Bashar al-Ásad centrado en su supervivencia, Israel optó por mantener una posición oficial de no intervención, aunque de «no intervención» no tuvo nada. La realidad es que Israel realizó diversos ataques aéreos contra posiciones iraníes y de Hezbolá en Siria, con el objetivo de frenar la expansión de su influencia cerca de sus fronteras.

Recordamos que el régimen asadista sirio era un firme aliado del archienemigo por antonomasia de Israel: Irán. Allí, en Siria, acampaban a sus anchas las milicias chiitas de Irán y el país era utilizado por el régimen de los ayatolás como un corredor que conectaba con sus aliados de Hezbolá en el Líbano. Siria estaba débil e Israel lo sabía. La tensa relación de Israel con su vecino había llegado a un punto interesante para Tel Aviv. La caída del régimen de al-Ásad, amigo de los enemigos de Israel, podría convertirse en la antesala de la expansión israelí hacia el norte y en la desmilitarización de un posible rival.

Recordemos que Israel es un país muy pequeño, rodeado de muchos enemigos. Así que para Israel, todo lo que sea ganar territorio alejando a sus enemigos de sus fronteras y evitar que sus vecinos se armen suena así como agua de mayo. Así llegamos al segundo momento clave de todo este conflicto: la caída del régimen asadista en Siria. Tenéis varios vídeos en el canal hablando de toda esta historia, pero hacemos un resumen muy rápido de lo ocurrido.

Un grupo de rebeldes, principalmente el antiguo Frente al-Nusra, renombrado como Hayat Tahrir al-Sham (HTS), lanzaron una ofensiva decisiva que culminó con la toma de Alepo y su posterior entrada en Damasco, derrocando a Bashar al-Ásad. Con la caída del régimen, el nuevo gobierno sirio liderado por el salafista Ahmed al-Sara se enfrenta al enorme desafío de unir a un país profundamente dividido y devastado por años de guerra. La variedad de la población siria, con sus diversas etnias y religiones como los árabes, los kurdos, los cristianos, etcétera, hace que esta transición sea aún más difícil.

A esto se le suma que el resto de potencias regionales vecinas saben que un país dividido es un enemigo menos. Esta máxima de “divide y vencerás” la ha aplicado, por ejemplo, Turquía frente a sus enemigos en el norte de Siria, pero también la está aplicando Israel en el sur. Y aquí es donde entra en escena la comunidad drusa. Los drusos forman una comunidad etnorreligiosa que proviene de una rama antigua del islam, aunque han desarrollado sus propias creencias fuera de este.

Habitan principalmente en el sur de Siria, en Líbano, en Israel y en Jordania y mantienen una fuerte cohesión social y una cultura muy endogámica. El tema es que la relación entre Israel y la comunidad drusa es una de las más singulares del país, especialmente si se compara con la de otras minorías árabes. Esta conexión no surgió de la nada, sino que se fue construyendo desde los inicios del Estado de Israel. Os contamos.

Ahmed Al-Sharaa

En 1948, durante la guerra de la independencia israelí, muchos líderes drusos de la zona de Galilea decidieron no unirse a los ejércitos árabes que atacaban al recién creado Estado. Algunos incluso colaboraron con las fuerzas judías. Esta postura diferenciada fue crucial. Como recompensa, Israel no expropió sus tierras ni los desplazó, algo que sí ocurrió con otras comunidades árabes.

La relación se estrechó aún más en 1956, cuando se firmó un acuerdo entre el gobierno israelí y los líderes drusos, por el cual los jóvenes drusos serían incorporados al servicio militar obligatorio de Israel, al igual que los judíos. Parte de esta cercanía también se explica por la identidad particular de los drusos, ya que, aunque hablan árabe, no se identifican como árabes palestinos. Un caso especial dentro de esta relación es el de los drusos del Golán.

Tras la ocupación israelí de esta zona en 1967, a los drusos que vivían allí se les ofreció la ciudadanía israelí, pero la mayoría la rechazó, manteniéndose leales a Siria. Eso sí, tras el debilitamiento del régimen sirio, un creciente número de drusos de los Altos del Golán han decidido aceptar la ciudadanía israelí por razones prácticas. Pero, ¿qué hay de los drusos de Siria?

La comunidad drusa en Siria se concentra principalmente en la provincia de Suwayda. Lejos de ser un grupo monolítico, los drusos están divididos en varias facciones principales, cada una con sus propias motivaciones y alianzas. En general, los drusos desconfían de al-Sara y de su proyección islamista, pero su pragmatismo también hace que acerquen posturas con el nuevo gobierno. Por un lado, tenemos a los drusos leales al nuevo gobierno de Damasco.

Una parte importante de la comunidad drusa ha optado por alinearse con el nuevo gobierno sirio liderado por Ahmed al-Sara. Dentro de este grupo destacan dos figuras claves. Por un lado está Sheik al-Hinawi, una figura religiosa drusa que ha expresado su pleno apoyo y disposición para cooperar con las nuevas autoridades en Damasco. Y luego está Laith al-Wahlo, hijo de Wahid al-Wahlo, quien fue asesinado por el régimen de al-Ásad por su abierta oposición.

Su apoyo es un indicativo de que algunos sectores drusos ven en el nuevo orden una oportunidad para superar el legado de Asad y estabilizar la región. En el otro extremo del espectro se encuentra la facción liderada por Hikmat al-Jari, que representa la oposición al nuevo gobierno. Esta facción está compuesta por varios grupos. Por un lado, remanentes del antiguo régimen de al-Ásad, individuos o grupos que por diversas razones no se han integrado en el nuevo orden y mantienen una postura de resistencia.

Luego también hay grupos armados no estatales que operan al margen de la ley. Y por último, extremistas sectarios centrados en la identidad drusa y que son hostiles a cualquier otra comunidad.Y este es precisamente el grupo al que está apoyando Israel a nivel político, financiero y militar. Hiat Alhrib y sus seguidores han llamado abiertamente a la protección israelí, mientras que Israel ve en este grupo un baluarte contra la influencia del nuevo gobierno sirio o incluso un medio para asegurar sus intereses en la frontera sur de Siria, donde los Altos del Golán ocupados por Israel son adyacentes a Suwayda. Y aquí en Suwayda es donde la cosa se ha ido de madre. Tras la toma del poder por parte de la facción de Higmat al-Jari, se han paralizado las instituciones y se han bloqueado servicios básicos como la electricidad y el agua, provocando un colapso de la infraestructura y generando un aumento de robos y secuestros para pedir rescates.

Este caos, además, ha disparado tensiones con aldeas beduinas vecinas, lo que ha generado enfrentamientos con bombardeos entre las distintas aldeas. Estas tribus, que ya sufrían la inseguridad, comenzaron a defenderse. La escalada se intensificó cuando las fuerzas de al-Jari bombardearon aldeas beduinas con cohetes y morteros, causando bajas tanto entre combatientes como entre civiles. En los últimos meses, el gobierno sirio no estaba interviniendo en esta región debido a las amenazas directas de Israel, que alegaba tener a los drusos bajo su protección.

Pero finalmente, a mediados de julio de 2025, al-Sara decidió intervenir de una vez por todas. Sin embargo, sus esfuerzos se toparon con una brutal emboscada de las fuerzas de al-Jari, que masacraron y mutilaron a los ocupantes de un convoy militar, difundiendo vídeos con insultos sectarios. De la misma manera, también se han registrado matanzas de drusos por parte de fuerzas leales al gobierno de Damasco. En este contexto, la situación en Suwayda sigue siendo extremadamente compleja y brutal. Sí, existe un principio de acuerdo entre Israel, los drusos y el gobierno de Damasco, pero en la práctica, sobre el terreno, la cosa sigue pintando mal y hay muchos elementos incontrolados.

Pero espera, que todavía no te he contado una cosa más. En medio de este polvorín, Israel decidió actuar directamente. El 16 de julio de 2025, los israelíes bombardearon el Ministerio de Defensa sirio en Damasco y el Palacio Presidencial, así como otras instalaciones gubernamentales clave. De hecho, Ahmed al-Sara incluso tuvo que huir de la capital por miedo a los bombardeos israelíes. Israel justificó estos ataques alegando la protección de la comunidad drusa y la necesidad de desmilitarizar el sur de Siria, una zona crucial cerca de los Altos del Golán.

Por su parte, el gobierno de Ahmed al-Sara ha condenado los ataques israelíes, calificándolos de intentos de desestabilizar el país. Y aunque ha prometido proteger a los drusos, su capacidad para controlar la situación en Suwayda es limitada, especialmente bajo la presión militar israelí y la resistencia de la facción de al-Jari. El gobierno ha expresado su intención de restablecer completamente las instituciones estatales en Suwayda y desarmar a todas las facciones. Pero aún hay mucho por hacer.

Parece que este muro invisible que había entre al-Sara y Netanyahu ya se ha roto. Al-Sara acusa a Netanyahu de torpedear la unidad del pueblo sirio y de sembrar la discordia, mientras que Netanyahu se jacta de que sus bombardeos han logrado un alto al fuego en Suwayda y la retirada de las fuerzas sirias. El propio primer ministro israelí justifica estas acciones diciendo que Siria estaba masacrando a los drusos y que Israel no podía permitirlo. Aquí cabe la pena mencionar que Estados Unidos, principal valedor de Israel, busca la integración de Siria en los Acuerdos de Abraham, un pacto para el acercamiento diplomático entre Israel y las potencias árabes unidas.

Por lo que, en este caso, Estados Unidos e Israel no parecen estar muy alineados. Pero además de esa protección a los drusos, ¿qué saca Israel con todo esto? En primer lugar, establecer y mantener una zona desmilitarizada en el sur de Siria. La idea detrás de esto es asegurar la seguridad a largo plazo de la zona fronteriza de Israel, especialmente la que está cerca de los Altos del Golán.

Otro objetivo es debilitar al nuevo gobierno sirio de HTS, destruir sus capacidades militares y evitar una Siria unificada y fuerte, ya que Israel preferiría una Siria débil y fragmentada. Un gobierno central fuerte y unificado bajo HTS es visto como una amenaza potencial. Además, una Siria débil y fragmentada es una Siria que no puede hacer nada para evitar que Israel tenga pleno control sobre su espacio aéreo, algo que es muy importante para que Israel pueda atacar a Irán o a la propia Siria.

Y por último, Israel evita también así el restablecimiento de rutas de contrabando de armas iraníes e incluso puede ganar un territorio precioso para poder atacar los grandes bastiones de Hezbolá desde dos direcciones, utilizando el territorio sirio ocupado.

Etiqueta DrusosIsraelSiria
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