Hoy vamos a hablar de una corriente de pensamiento que está dando mucho que hablar en los últimos tiempos. Hablamos del anarcocapitalismo que ha acaparado multitud de titulares, especialmente en Argentina, donde ha surgido la figura de Javier Milei, quien se encuentra cercano a esta peculiar ideología liberal. Pero ¿Qué es el anarcocapitalismo? ¿Qué defiende? ¿Se ha puesto alguna vez en práctica o es una utopía? Pues venga, pónganse cómodos que empezamos.
¿Qué es el anarcocapitalismo?
Definir lo que es el anarcocapitalismo es relativamente sencillo. Separemos sus términos para entenderlo mejor. Por un lado, tenemos la anarquía, es decir, la ausencia de autoridad. Y es que los anarcocapitalistas creen que las funciones tradicionalmente atribuidas al gobierno, como la defensa, la justicia, la sanidad, la educación, la redistribución de la renta o la construcción de infraestructura, pueden ser mejor proporcionadas por empresas privadas o por organizaciones voluntarias, y ven en los impuestos el robo del estado al resto de personas.
La otra cara de la moneda del anarcocapitalismo es el capitalismo. Es decir, que aparte de la ausencia de un gobierno que intervenga en la economía, los anarcocapitalistas defienden que el sistema de propiedad privada y el libre mercado son las formas más eficientes y justas de organizar la economía.
Razones para eliminar al estado
¿Por qué quieren los anarcocapitalistas acabar con el estado? La razón es que para ellos el estado coacciona a los ciudadanos ¿Cómo? Pues a través del cobro de impuestos, los cuales no puedes negarte a pagar aunque no estés de acuerdo con el sistema imperante. Los anarcocapitalistas también ven en las leyes y regulaciones una forma de coacción al ciudadano, ya que obligan a las personas y empresas a comportarse de ciertas maneras bajo amenaza de sanciones. Esto, insisto según los anarcocapitalistas, limita la libertad individual y la capacidad de hacer acuerdos voluntarios entre ciudadanos.
Pero el objetivo más estructural de los anarcocapitalistas quizás sea el de acabar con los monopolios que crea el estado, es decir, con servicios como la creación de moneda o la aplicación de la ley. En los cuales, el estado impide la competencia al establecerse a sí mismo como el único proveedor o al imponer barreras de entrada a posibles competidores.
Sin embargo, hay un monopolio que, según los anarcocapitalistas, conduce a los mayores abusos por parte del estado: el uso legítimo de la fuerza. Y es que el estado, según su definición clásica, tiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza en una determinada área geográfica. Esto significa que puede usar la fuerza para hacer cumplir sus decisiones y que ningún otro grupo o individuo puede desafiar legítimamente esa utilización de la fuerza. Pues bien, esto es algo con lo que los anarcocapitalistas quieren acabar.
Desafíos y críticas al anarcocapitalismo
¿Pero entonces? ¿Cómo piensan evitar los anarcocapitalistas que la violencia no se apodere de la sociedad? Pues la ley y el orden se mantendrían a través de sistemas privados de justicia, seguridad y defensa. Estos podrían incluir compañías de seguridad privada, tribunales privados, ejércitos privados y otros mecanismos que surgen del libre mercado. No obstante, este es el punto de vista de los anarcocapitalistas, pero el sistema también deja muchas dudas.
Por ejemplo, si las empresas privadas creasen sus propios sistemas de justicia, seguridad y defensa… ¿Qué evitaría a las grandes empresas de estos sectores imponer sus intereses y actuar esencialmente como estados pero mirando solo su bolsillo?
De igual manera, en ausencia de un sistema legal estandarizado y unificado, ¿Cómo se protegerían los derechos humanos fundamentales y cómo se garantizaría una justicia equitativa, especialmente en casos de disputa entre partes con recursos desiguales?
En una sociedad basada completamente en la ausencia de estado, la propiedad privada y el libre mercado, ¿Cómo se abordarían problemas como la contaminación y otros daños ambientales, especialmente cuando afectan a múltiples propietarios o incluso a aquellos sin propiedad? ¿Se podría autorregular el mercado lo suficientemente rápido como para dar respuestas a agresiones de países externos, a una pandemia global o para parar macrotendencias climáticas?
Otro argumento de los detractores del anarcocapitalismo es que este podría dar lugar a desigualdades extremas. Pensemos en esto. La falta de regulaciones podría permitir a las empresas o individuos acumular riqueza y poder sin restricciones, lo que podría llevar a la formación de monopolios o carteles que al final limitarían la competencia y consolidarían el poder económico en pocas manos. Además, en ausencia de regulaciones laborales, los trabajadores podrían estar en desventaja al negociar salarios y condiciones de trabajo con empresas muy poderosas, lo que podría dar como resultado condiciones laborales pobres y salarios bajos para una gran cantidad de personas, hasta incluso darse casos de esclavitud.
Por otro lado, sin impuestos sobre la herencia o políticas similares, la riqueza podría acumularse y transmitirse a lo largo de generaciones, creando clases sociales estables y perpetuando la desigualdad.
Además, si la justicia y la seguridad son proporcionadas por entidades privadas, podría surgir una situación en la que solo aquellos con recursos suficientes tienen acceso a una protección y justicia adecuadas. Y… ¿Qué pasaría con aquellos servicios que actualmente financia el estado en lugares donde estos no son rentables? ¿Tendría que emigrar la población rural a las ciudades o cuánto tardaría el mercado en corregir esta situación?
En fin, como veis, los problemas del anarcocapitalismo no son pocos, y esta ideología tiene tintes bastante utópicos. De hecho, no ha habido sociedades completamente anarcocapitalistas en la historia, al menos no tal y como las describen los teóricos modernos del anarcocapitalismo. Sin embargo, hay ejemplos de sociedades o momentos históricos que algunos defensores del anarcocapitalismo señalan como ejemplos de principios anarcocapitalistas en acción, veamos alguno de ellos.
Ejemplos históricos de anarcocapitalismo
La Islandia Medieval: Durante un período desde el siglo IX hasta el XIII, Islandia operó sin un gobierno centralizado y, en cambio, tenía un sistema de “Thing” (asambleas) donde las disputas eran resueltas y las leyes eran discutidas. Sin embargo, había cierta estructura estatal y no era un sistema puramente capitalista.
Frontera Americana: Algunos argumentan que la frontera americana antes de la expansión total del gobierno estadounidense exhibía rasgos de una sociedad anarcocapitalista en términos de la falta de un gobierno central y una dependencia de normas y regulaciones basadas en la comunidad. No obstante, el contexto cultural, económico y político era muy diferente al de hoy en día, ya que ahora tenemos una sociedad muchísimo más compleja.
Ciudad Libre de Cospaia: Durante varios siglos, esta pequeña región en Italia operó de facto como una república anarquista debido a un error topográfico en un tratado. Sin embargo, su pequeño tamaño de apenas 3,3 kilómetros cuadrados hace difícil compararla con una sociedad anarcocapitalista en un sentido amplio.
Somalia tras la caída de Siad Barre: Durante un período después de la caída del gobierno de Siad Barre en 1991, Somalia operó sin un gobierno central. Algunos libertarios argumentan que durante este período, ciertos indicadores económicos y sociales mejoraron en comparación con el régimen anterior. Sin embargo, Somalia por aquellos tiempos era la auténtica selva e imperaba la ley del más fuerte, por lo que el período estuvo plagado de violencia e inseguridad física y jurídica.
República de Zúrich: En la Edad Media, Zúrich operaba como una república independiente con un sistema jurídico que permitía una considerable autonomía a las partes involucradas. Las disputas eran a menudo resueltas por árbitros en lugar de por un sistema jurídico centralizado.
Estos son los ejemplos históricos de algo que se puede parecer un poco al anarcocapitalismo, pero de momento una sociedad moderna y compleja anarcocapitalista sigue siendo una utopía que nadie ha sido capaz de poner en práctica.