Hace tiempo en Memorias de Pez hablamos de cómo la Unión Soviética fue la primera nación en poner en práctica el comunismo a gran escala, y cómo de la mano de Stalin, esta vivió un crecimiento económico sin precedentes a golpe de industrialización. Sin embargo, el sueño comunista no duró mucho y apenas 70 años después de su nacimiento, la Unión Soviética colapsó y se convirtió en 15 países diferentes, y su caída dio comienzo a un nuevo orden mundial. Pero, ¿cómo ocurrió todo esto? ¿Qué llevó a la URSS a ser el país con un mayor crecimiento del mundo a colapsar? ¿Por qué el comunismo fracasó? Pues ponte cómodo o cómoda, que ahora mismo te lo cuento.
Auge y decadencia económica
Hasta los años 60, el crecimiento económico de la Unión Soviética había sido increíble. Sin embargo, en los años 70, este crecimiento económico de la URSS simplemente desapareció, mientras que el crecimiento de otras economías capitalistas como su archienemigo, Estados Unidos, Japón o Reino Unido continuaba a un gran ritmo.
Hablar del colapso de la URSS es hablar de un hombre, un hombre que llegó al poder en la Unión Soviética en 1985, hablamos de Mijaíl Gorbachov. Para entonces, la economía de la Unión Soviética seguía siendo centralizada, es decir, que casi todo se planeaba desde Moscú. Además, la hasta entonces potente economía soviética se había convertido en una economía tremendamente ineficiente. ¿Por qué? Bueno, pues Moscú se marcaba objetivos estratégicos y, mientras estos se cumpliesen, no les importaba derrochar tremendos recursos en esto. Os pongo dos ejemplos.
La Unión Soviética quería competir de tú a tú con Estados Unidos e imponer su modelo de sociedad. Para eso, la URSS tenía que marcar territorio y alardear de un arsenal nuclear que pudiese hacer frente al gigante norteamericano. Bien, pues ambas potencias iniciaron una carrera armamentística costosísima. ¿El problema? Estados Unidos se lo podía permitir y la Unión Soviética no.
Algo parecido ocurrió con la carrera espacial, en la que si bien la Unión Soviética consiguió varios hitos como mandar el primer ser vivo o el primer ser humano al espacio, el precio a pagar por esta sería demasiado alto.
Problemas internos de la Economía Soviética
Además de este derroche de recursos, la economía de la Unión Soviética tenía dos grandes problemas más. El primero de ellos era la enorme burocracia impuesta por una élite del Partido Comunista que tenía como objetivo mantener los privilegios de esta élite. Todo valía con tal de seguir contando con el favor de los máximos dirigentes y esto dio lugar a un importante grado de corrupción y a un constante falseamiento de las estadísticas oficiales, ya que no cumplir con un objetivo podía significar en muchos casos el tener que pasar unas largas vacaciones en Siberia.
Por otro lado, estaba la falta de competencia que hacía que las empresas estatales no tuvieran incentivos para innovar ni para ser eficientes, porque hicieran lo que hicieran, no iba a venir otra empresa a quitarles el mercado y, por tanto, las empresas no temían por su supervivencia.
Gorbachov y la Perestroika
En este contexto entra un personaje que será el verdadero protagonista de la caída de la Unión Soviética: Mijaíl Gorbachov. Este señor fue secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética desde 1985 hasta 1991 y jefe de Estado de la Unión Soviética de 1988 a 1991. Gorbachov destacaba por ser el líder soviético más abierto de todos cuantos había habido. Gorbachov era comunista sí, pero creía en la reducción de la burocracia y en una economía más abierta al mundo.
Para conseguir que la Unión Soviética adoptase este comunismo más abierto, purgó las instituciones y puso al frente del gobierno a diferentes altos cargos que tenían ideas parecidas a las suyas. Entre estos estará el mismísimo Borís Yeltsin, que más tarde será presidente de Rusia.
Para empezar, Gorbachov mejoró sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos, reduciendo el gasto en la famosa carrera armamentística. También la URSS redujo el número de tropas militares que tenía en los países satélites del este de Europa y anunció su retirada de Afganistán, una costosísima guerra conocida como el Vietnam Soviético. Adicionalmente, comenzó a exportar sus ingentes recursos a todo el mundo y a comerciar, algo que a la economía soviética le venía de perlas.
Por último, Gorbachov impulsó una gran reforma económica, que será conocida como la Perestroika. La Perestroika es clave porque convertía la economía soviética de una economía totalmente controlada por el estado, a una economía mixta, en la que no todo estaba planificado por Moscú y en la que se permitía a la gente ser dueños de parte de estas empresas, aunque estas siguieran teniendo la mayoría de su propiedad en manos estatales. Además, los precios y la producción dejarían de estar controlados por el gobierno.
Consecuencias de la Perestroika
Abrir la economía era una magnífica idea para seguir creciendo, el problema era cómo hacer esta transición. Y efectivamente, al gobierno de Gorbachov este cambio le vino grande. Sin las subvenciones del gobierno, muchas empresas quebraron, y la economía empezó a fallar. Muchos productos directamente se dejaron de fabricar y pronto se empezaron a ver colas en los supermercados.
Esto provocó que el estado comenzase a tener menos ingresos, simplemente porque el frenazo económico supuso menos ingresos en forma de impuestos para el gobierno. Esto hizo que la Unión Soviética comenzara a endeudarse un montón, y las cosas tenían tan mala pinta que cada vez le costaba más que otros estados le prestasen dinero. La URSS estaba yendo directa a la bancarrota. La pregunta es, ¿podría el nuevo sistema mixto implantarse antes de que la Unión Soviética quebrara?
Glasnost y la libertad de prensa
Para acelerar el aperturismo de la Unión Soviética, Gorbachov también impulsó unas reformas políticas que tenían como objetivo mejorar las libertades individuales. Estas reformas, que recibieron el nombre de Glasnost, traían consigo la libertad de prensa y la transparencia informativa de la que hasta entonces no había ni rastro. De hecho, Gorbachov soñaba con acabar con el totalitarismo y realizar una verdadera democratización de la URSS.
El problema es que se juntaron el hambre y las ganas de comer. Es decir, se juntó la crisis económica provocada por la transición al modelo de economía mixta con las mejoras en la libertad individual, por lo que la gente tenía vía libre para informarse sobre la situación del país y para protestar. Los primeros en protestar no fueron los soviéticos, sino todos los países satélites del este de Europa que si bien eran independientes, también tenían regímenes comunistas y dependían en gran parte de la URSS.
La primera revuelta en estallar fue la de Polonia en 1988. Más tarde, Hungría haría lo propio y finalmente le tocó el turno a la República Democrática Alemana. Una revolución popular finalmente acabó con la caída del Muro de Berlín en 1989 y por fin Alemania acabó celebrando elecciones y volviendo a ser reunificada.
Algo similar ocurrió con Checoslovaquia, donde el gobierno comunista también cayó tras una oleada de protestas conocidas como la Revolución del Terciopelo. En Bulgaria, el gobierno inició una serie de reformas liberales antes de que hubiera grandes manifestaciones y la transición hacia el capitalismo fue mucho más calmada. Mientras, en Rumanía, el dictador Nicolae Ceaușescu fue detenido y ejecutado tras un nuevo levantamiento que fue apoyado por parte del ejército y que dejó cerca de 1.000 muertos.
Desintegración de la Unión Soviética
En menos de dos años, el panorama europeo había cambiado completamente, y la Unión Soviética estaba mucho más sola que nunca. En 1990, el gobierno soviético pensó que para evitar estas protestas que habían afectado a todo el este de Europa, lo mejor era llevar a cabo unas elecciones libres en las que no solo se presentase el partido comunista. ¿Y qué creéis que pasó? Toda la gente que estaba descontenta por la crisis económica de la URSS votó por partidos independentistas, ya que recordemos la Unión Soviética no era un país homogéneo sino la unión de 15 Repúblicas.
Donde más triunfó esto fue en Lituania, donde los independentistas arrasaron y proclamaron la independencia de Lituania. ¿Y qué hizo el gobierno soviético? Pues nada, impuso un embargo a Lituania, pero no ordenó la intervención del Ejército Rojo. Esto provocó que otras repúblicas soviéticas siguieran su ejemplo. A Lituania la siguió Georgia y, tras ella, el resto de repúblicas soviéticas que fueron pasto de protestas y levantamientos.
Referéndum de 1991 y golpe de estado
Ante la gravedad de los hechos, el gobierno soviético realizó un referéndum en marzo de 1991 con la siguiente pregunta:
«¿Usted considera necesaria la preservación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como una federación renovada de repúblicas soberanas iguales en la que serán garantizados plenamente los derechos y la libertad de un individuo de cualquier nacionalidad?»
A pesar de que ganó el sí con una participación muy importante, diferentes repúblicas añadieron preguntas acerca de su propio autogobierno e independencia. Por ejemplo, Rusia preguntó si los rusos querían que la propia Rusia tuviese su propio presidente.
Viendo lo que estaba pasando, los sectores más prosoviéticos conspiraron para dar un golpe de estado que devolviese la unidad a la Unión Soviética. El problema es que el golpe de estado encontró la oposición de la población civil y del propio presidente de la federación rusa, Boris Yeltsin. Tras este negro episodio, los prosoviéticos perdieron aún más fuerzas y todas las repúblicas soviéticas se apresuraron a declarar su independencia entre agosto y diciembre de 1991, siendo Kazajistán la última en hacerlo. Gorbachov anunció en un discurso por televisión la caída de la URSS; el comunismo había fracasado.