Cuando Rusia inició la invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022, nadie se esperaba que la guerra fuese a durar tanto tiempo. Sin embargo, poco a poco, las esperanzas de una guerra corta, en la que Ucrania sucumbiese ante Rusia, o en la que Rusia no quisiese desangrarse en una guerra de desgaste, fueron dejando paso a todo lo contrario: los temores de una guerra muy larga. Y es que ahora, más que nunca, el final del conflicto armado se ve tremendamente lejano. Pero, ¿por qué no acaba esta maldita guerra? ¿Qué razones hay detrás de que estemos más lejos que nunca de la paz? ¿Hay intereses ocultos detrás de todo esto? Pues venga, vamos a verlo.
La imposibilidad de la paz: intereses opuestos y geopolítica
El dicho popular de dos no se pelean si uno no quiere no aplica en el mundo de la geopolítica. No obstante, no nos vamos a engañar, ahora mismo no hay nadie realmente interesado en parar este sin sentido. De hecho, aunque uno de los dos países en guerra quisiese negociar, el otro le pondría un precio a la paz que el primero no podría pagar, por lo que realmente no habría oportunidades para la paz, y cualquier mesa de negociaciones sería un simple teatrillo como los que ya vimos hace meses. Vayamos por partes porque hay que ver qué es lo que a cada país le empuja a seguir con la guerra, y por qué las grandes potencias internacionales no están realmente interesadas en una paz inmediata.
La determinación Ucraniana
Comencemos con Ucrania. En estos momentos, la moral del pueblo ucraniano es completamente inquebrantable. Su decisión a la hora de defender su tierra no ha encontrado grietas y el gobierno ucraniano liderado por Zelensky cuenta con el total apoyo de sus ciudadanos. De hecho, a día de hoy el presidente ucraniano es un auténtico héroe para su pueblo. De hecho, las presiones al gobierno ucraniano le vienen por el otro lado, es decir, por los sectores más nacionalistas que no permitirían una hipotética rendición ucraniana, o al menos, la entrega de parte de su territorio. Recordemos que en Ucrania a día de hoy, los elementos nacionalistas más radicales están fuertemente armados y cuentan con excelentes medios militares, como por ejemplo el famosísimo Batallón Azov. Por ello, el gobierno ucraniano está atado de pies y manos y, salvo que sufra un declive militar inesperado, que vamos, no tiene pinta que vaya a ocurrir, el gobierno de Zelensky no negociará la entrega de territorio ucraniano a Rusia. Quizás Crimea sea la única baza con la que Ucrania pueda jugar en la negociación.
Pero es que, aunque no existiesen las presiones por el lado nacionalista más radical, Ucrania está envalentonada. ¿Por qué? Bueno, a día de hoy Ucrania no solo se ha podido defender de Rusia evitando la caída de su capital, sino que además ha sido capaz de reconquistar una parte importante del territorio que perdió en los compases iniciales de la guerra, como la ciudad de Jersón. Pero es que además cada vez cuenta con más y mejor armamento occidental. Hemos pasado de los misiles antitanques a que Ucrania vaya a poder contar con los carros de combate Leopard 2.
Además, el ejército ruso está mucho más desgastado que cuando empezó el conflicto, y ha perdido gran parte de sus mejores tropas. Por tanto, Ucrania es consciente de que a base de continuar con la guerra de desgaste, es muy posible que con el tiempo pueda echar a los rusos de su territorio. ¿Qué es lo único que podría empujar a los ucranianos a una mesa de negociaciones real? Que Occidente deje de prestarle ayuda, pero como vamos a ver a continuación, Occidente tampoco quiere que esto acabe. Además, Ucrania no se fía de Rusia y teme que un cese en las hostilidades solo sirva para que Rusia se rearme, se reorganice y vuelva a la carga.
La ventaja estratégica de occidente
Para la OTAN, la guerra entre Rusia y Ucrania está siendo un chollo. Vayámonos al ejemplo de Estados Unidos. A cambio de menos del 0,5% de su PIB o lo que es lo mismo, a cambio de menos del 10% de su presupuesto anual de defensa, y sin poner una sola gota de sangre sobre el terreno, la OTAN está viendo cómo su mayor rival geopolítico junto con China, se está desangrando hasta el punto de que no representará una gran amenaza, al menos en la próxima década. Vamos, que ni en sus sueños más húmedos, Estados Unidos habría imaginado una situación así.
Lo mismo ocurre con los vecinos otanistas de Rusia, como Polonia o las repúblicas bálticas, que saben que todo lo que se desgaste el ejército ruso en Ucrania, será tranquilidad para su futuro y su seguridad. A medida que la guerra ha ido avanzando, Occidente se ha ido poco a poco implicando más y más en la guerra. Primero fueron los Javelin, luego los HIMARS, luego los NASAMS y más tarde los Leopards, y no sería extraño que acaben cayendo los famosos ATACMS o los aviones F16.
Es cierto que Occidente ha ido poco a poco aumentando la calidad de sus envíos a medida que se ha visto que una escalada nuclear es menos probable, pero también es posible una explicación un poco más retorcida. Y es que, si Occidente hubiera aportado todo de golpe, es posible que Rusia no se hubiese empantanado tanto en el terreno y quizás hubiésemos vivido una guerra mucho más corta e intensa.
Sin embargo, la OTAN ha dado a Ucrania justo lo que necesitaba en cada momento para ir poco a poco desangrando a Rusia, sin llegar a proporcionar a Ucrania evidentes ventajas militares que pudiesen acabar el conflicto de forma inminente. Vamos, que de ser así, sería una trampa minuciosamente preparada para dejar fuera de juego a Rusia del tablero geopolítico para siempre. Por otro lado, en la mente de la Unión Europea y la OTAN está la idea de que Rusia no salga beneficiada del conflicto, puesto que si con su invasión acaba obteniendo cualquier tipo de premio, será un incentivo para que los rusos lo vuelvan a repetir en un futuro en otros países como Moldavia o Georgia.
El callejón sin salida de Rusia
Sin embargo, a pesar de que por lo dicho hasta ahora parece que seguir la guerra beneficia claramente a Ucrania y a Occidente, entonces, ¿por qué Rusia se empeña en seguir con el conflicto y no se retira o al menos no insiste en negociar? Pues porque está metida en un callejón sin salida. En Occidente tendemos a pensar que la mayor parte de la población rusa está en contra de lo que está haciendo su gobierno, y a ver sí, hay parte de la población que está en contra de la guerra. El problema es que el sentimiento antirruso que se ha extendido por Occidente ha radicalizado a muchos elementos ultranacionalistas de Rusia. Y perfiles como los de Ramzán Kadírov, pseudo-dictador de Chechenia, o el líder del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, han ganado mucho peso político en Rusia. Tanto, que hacen la presión suficiente para que al Kremlin ni se le ocurra pensar en salir de Ucrania sin una victoria. Por ello, y porque seguramente, el futuro de Putin esté ligado al de su operación en Ucrania, Putin necesita una victoria antes de acabar con la guerra. Esta victoria sería la completa toma del Donbás.
No obstante, como dije antes, dos guerrean, aunque uno no quiera, por ello, sería bastante ingenuo por nuestra parte creer que porque Rusia tome el Donbás y haya cumplido sus objetivos, Ucrania se vaya a rendir. Además, Rusia es consciente de que esta puede ser su última oportunidad de hacer algo en Ucrania, ya que si la guerra se detiene y Ucrania entra en la OTAN, Rusia nunca más tendrá la oportunidad de hacer nada en Ucrania. Por otro lado, Rusia ha visto cómo con la ayuda del Grupo Wagner y como con la movilización parcial, la cosa se le ha puesto un poco más de cara.
En definitiva, tanto Rusia como Ucrania creen que pueden mejorar su situación mediante la fuerza, por lo que ninguno está incentivado a ir a una mesa de negociaciones hasta que uno se imponga en el campo de batalla, o hasta que el agotamiento de ambos bandos sea tal que ninguno pueda mantener el conflicto. No obstante, para que se dé un escenario así, tendrían que pasar años. El problema es que, de momento, ni Rusia ni Ucrania se han mostrado el uno superior al otro, por lo que el conflicto está vivo pero enquistado.
Las grandes potencias y sus intereses
Y es posible que os preguntéis: ¿Y China? O incluso… ¿La India? No pueden hacer algo como grandes potencias que son. Pues bueno, a China le pasa un poco como a Estados Unidos. Una Rusia débil y aislada de Occidente es una Rusia que es completamente dependiente y está tremendamente supeditada a Pekín. De hecho, una gran crisis económica, fruto de una guerra de desgaste muy larga, es la situación perfecta para que China pueda adquirir minas, pozos petrolíferos, industrias estratégicas, puertos en el Ártico y demás activos de interés a precio de saldo.
De hecho, tanto China como la India están comprando petróleo y gas ruso a precios de saldo, ya que debido a las sanciones, Rusia no puede vender sus combustibles fósiles a Occidente y lo tiene que hacer a China e India que, conscientes de los problemas rusos, se lo compran a un precio mucho menor que el petróleo de otros países. De hecho, a fecha de edición de este vídeo, la diferencia entre el barril de Brent, es decir, el barril de referencia en Europa, y el barril de los Urales, el de referencia en Rusia, es de 31 dólares. Vamos, que Rusia tiene que hacer un descuento de $31 a China e India para colocarles su petróleo. Como imaginaréis en Pekín y Nueva Delhi, países superdependientes de las importaciones de petróleo, están encantados con la situación.