Mucho se habla sobre Corea del Norte y su eterna rivalidad con Corea del Sur. Cada poco vemos en las noticias cómo la tensión entre ambos países aumenta: que si pruebas de misiles, que si detonaciones en la frontera, que si ataques propagandísticos. En fin, la tensión entre ambos países es máxima y en cualquier momento un paso en falso puede desatar las hostilidades entre ambas naciones.
Por eso, os vamos a responder a varias preguntas: ¿De dónde viene toda esta rivalidad? ¿Por qué ambos países se odian? Y, sobre todo, ¿por qué hay tanta diferencia entre Corea del Norte y sus vecinos del sur?
Todo empieza en 1910. Japón había invadido la península de Corea y había industrializado el norte, estableciendo allí una importante industria pesada gracias a que la zona estaba llena de minas de metales como el zinc o la plata. Cuando los japoneses se rindieron en la Segunda Guerra Mundial, en 1945, dejaron en Corea un conflicto abierto sobre quién debía tutelar la península: Estados Unidos o la Unión Soviética, que habían sido los grandes ganadores de la guerra. Para evitar males mayores, ambas naciones llegaron a un acuerdo y trazaron una línea en el paralelo 38, de forma que todo lo que quedase al norte sería administrado por la Unión Soviética y todo lo que quedase al sur sería para Estados Unidos.

En 1948, ambas potencias se aliaron con los correspondientes gobiernos locales, que en la práctica funcionaban como títeres. En Corea del Norte, la Unión Soviética situó en el poder a Kim Il-sung, actualmente reconocido en el país como el padre de la patria y líder eterno de la República. Kim Il-sung había luchado en la resistencia coreana contra Japón y siempre hizo gala de una ideología comunista, influenciada por China y la Unión Soviética.

Desde un principio, ambos países, Corea del Norte y Corea del Sur, eran muy diferentes. Mientras que Corea del Norte se gobernaba tomando como ejemplo el comunismo de la Unión Soviética, el sur adoptó el capitalismo y la economía de mercado como motor del país. Sin embargo, ambos países tenían algo en común: reclamaban como suyo el territorio del otro. Estas reclamaciones fueron elevando el tono y las tensiones, y las escaramuzas fronterizas cada vez eran más comunes, hasta que en 1950 el ejército de Corea del Norte cruzó el paralelo 38 y se desató la Guerra de Corea.
Primero fueron los norcoreanos los que avanzaron, más tarde un contraataque de las fuerzas de Estados Unidos puso contra las cuerdas a las tropas norcoreanas. Sin embargo, la entrada de cientos de miles de soldados chinos en el conflicto hizo que, tres años y tres millones de muertos después, el territorio controlado por ambos bandos apenas se moviese con respecto al principio de la guerra. El general estadounidense MacArthur llegó a recomendar el uso de la bomba nuclear en Pyongyang, la capital norcoreana, algo que el presidente Truman no autorizó.
En 1953 se firmó un armisticio, pero la paz nunca sería real, ya que ambos países siguieron técnicamente en guerra. Para evitar nuevos movimientos militares, se creó una zona desmilitarizada entre las dos Coreas de 4 km de ancho y 238 de largo. Para recuperarse de la guerra, el gobierno norcoreano desarrolló planes económicos quinquenales, imitando los de la Unión Soviética. Con estos, Corea del Norte buscó la industrialización del país, un mayor grado de militarización y la colectivización de la agricultura.
En los años 50 y 60, el mundo comunista se dividía en dos grandes bloques: por un lado, la China de Mao, muy agresiva con todo lo que oliese a capitalismo, y por otro, la Unión Soviética, que inmersa en la Guerra Fría abogaba por una postura más moderada. Corea del Norte, por su parte, no eligió bando y desarrolló su propia forma de interpretar el comunismo. Durante los años 60 y 70 se aisló del resto del mundo. Esta forma de comunismo recibe el nombre de Juche.

En los años 60, las diferencias entre las dos Coreas aumentaron. Mientras en el sur comenzaba un crecimiento económico vertiginoso, la economía del norte estaba estancada. Si bien es verdad que en el campo sanitario Corea del Norte estaba a la altura de los países más avanzados, en el resto de áreas no era así.
La política de aislamiento norcoreana coincidió con la caída del comercio entre Corea del Norte y la Unión Soviética y China. Sin embargo, si por algo se caracterizó el régimen de Kim Il-sung fue por priorizar el gasto militar antes que cualquier otro para así garantizar la independencia de Corea, y también por el culto a su líder supremo y a la familia Kim.
Los años 70 y 80 no fueron mejores. Los planes del gobierno para desarrollar la economía norcoreana fracasaron y la economía seguía estancada, mientras que sus vecinos del sur seguían desarrollándose económicamente a pasos agigantados. La plenitud de Corea del Sur llegaría con los Juegos Olímpicos de 1988. En ese año, Corea del Norte debía prepararse para lo peor.
Los años 90 fueron muy convulsos. La caída de la Unión Soviética y las reformas de China hacia una economía de corte capitalista dejaron a Corea del Norte en una situación de casi autarquía, es decir, no comerciaba con nadie y dependía de sí misma para todo. Esto es un gran problema, porque tan solo el 15% del territorio norcoreano es cultivable. Durante la existencia de la China de Mao y la Unión Soviética, Corea del Norte lograba comprar alimento a estos países mediante el trueque, ya que podía ofrecer sus grandes recursos mineros a cambio de productos básicos como la soja o el maíz.
Sin embargo, a partir de los 90 Corea iba a necesitar dinero para comprar dichos alimentos, un dinero que en su situación de aislamiento no podía conseguir. Al no estar en el FMI ni en el Banco Mundial, le era más complicado vender sus productos a otros países y, por lo tanto, no obtenía divisas internacionales. Esta situación provocó grandes hambrunas.

Por si fuera poco, el líder Kim Il-sung murió en 1994, dejando a su hijo Kim Jong-il como sucesor. Sin embargo, Kim Jong-il supo tomar el relevo sin que ello produjera una reacción importante en la población norcoreana.
En un principio, Kim Jong-il intentó un cierto aperturismo y una actitud menos agresiva que la de su predecesor y padre. Sin embargo, este acercamiento al mundo occidental fue completamente aniquilado cuando Corea del Norte comenzó a desarrollar su programa nuclear. En 2002, la administración Bush incluyó a Corea del Norte en su “eje del mal”, junto a Irán e Irak. Kim Jong-il hizo su primer ensayo nuclear en 2006. Tras ello, a Corea del Norte se le impusieron sanciones económicas que dificultaron aún más su desarrollo.
Estados Unidos negoció ayudas energéticas y económicas a Corea del Norte a cambio de que el país parase su programa nuclear. Sin embargo, en 2008 Corea del Sur dijo que ya no daría más ayudas y Corea del Norte prosiguió con su programa nuclear. En 2011 Kim Jong-il murió, dejando a su hijo Kim Jong-un como sucesor, que gobierna el país de una forma similar a la de su padre y a la de su abuelo.

En 2013, una tercera prueba nuclear provocó una crisis sin precedentes. Estados Unidos y Corea del Sur respondieron con maniobras militares en el mar de Corea, que incluyeron el lanzamiento de proyectiles desde bombarderos americanos. Esto fue considerado por Corea del Norte como un acto de guerra, anuló el armisticio de la Guerra de Corea y declaró también el estado de guerra.

La tensión se acabó rebajando, pero Corea del Norte ha seguido realizando pruebas de misiles balísticos con los que llevar sus cabezas nucleares a miles de kilómetros de distancia. La tensión continuó siendo máxima y más aún después de una última prueba nuclear realizada en 2017, la más potente hasta la fecha. Pero la tensión comenzó a diluirse brevemente a partir del año 2018, cuando la línea directa Seúl-Pionyang se abrió con la propuesta de participación de Kim Yo-jong para los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur. Tras esto, Kim Yo-jong y el anterior líder surcoreano Moon Jae-in se reunieron en el área de seguridad conjunta, donde anunciaron que sus gobiernos trabajarían para lograr una península coreana desnuclearizada.
En Pionyang, Kim accedió a desmantelar las instalaciones de armas nucleares de Corea del Norte siempre y cuando Estados Unidos tomase acciones recíprocas. Un escenario que todo el mundo puede imaginar: ¿Estados Unidos renunciando a su arsenal nuclear? Pues no, obviamente eso no iba a pasar. El caso es que los dos gobiernos también anunciaron el establecimiento de nuevas zonas de amortiguamiento en sus fronteras para evitar choques, lo cual sí que ocurrió.
Pero esta tranquilidad no iba a durar tanto. En 2022 ambas Coreas empezaron a hacer ejercicios militares que hicieron que la tensión escalara. En septiembre de 2022, Corea del Norte se declaró oficialmente como un estado nuclear y, para finales de año, la tensión aumentó entre los dos con pruebas de misiles, más ejercicios militares y la incursión de drones en el espacio surcoreano. Los activistas surcoreanos lanzaron globos con propaganda y material antinorcoreano, lo que sentó como una patada en la cara a Pionyang, que tampoco hizo nada por mejorar las relaciones.
Y llegamos a octubre de 2024, momento en el que un último episodio hizo saltar las alarmas en el mundo respecto al tema de Corea: Corea del Norte hizo estallar las carreteras que conectan con Corea del Sur, alegando que fue una respuesta porque Corea del Sur había volado drones sobre su territorio para difundir propaganda. Este episodio es un ladrillo más en la búsqueda de Kim Jong-un de cambiar su política y renunciar a la reunificación, un objetivo que sus dos predecesores, su abuelo Kim Il-sung y su padre Kim Jong-il, habían defendido siempre. En resumen, por primera vez desde la fundación de Corea del Norte en 1948, el estado comunista renuncia al objetivo de la reunificación de la Península coreana.
No es la única medida que Kim Jong-un ha tomado en este campo. En los últimos años, el amado líder ha eliminado referencias a la reunificación en su Constitución y ha destruido monumentos simbólicos como el Arco de la Reunificación en Pionyang.
Por supuesto, esto de reventar las infraestructuras ha sentado muy mal en Seúl, que además de recordar que fueron ellos quienes pagaron las carreteras, han entendido perfectamente que la esperanza de reconciliación es inexistente. Ah, y muy importante: en 2023 Estados Unidos y Corea del Sur firmaron una declaración y reforzaron su alianza en materia nuclear, estableciendo una planificación conjunta para posibles respuestas nucleares. Este acuerdo incluye la visita regular de submarinos estadounidenses con armas nucleares a puertos surcoreanos, mientras que Estados Unidos lo presenta como un paso necesario para garantizar la disuasión. Desde Corea del Norte lo ven como una provocación.

Como os decimos, para Kim Jong-un la existencia de las dos Coreas se ha convertido ya en permanente. Con la guerra de Ucrania y el conflicto en Oriente Medio, Corea del Norte sabe que Estados Unidos no tiene estómago para más crisis. En cuanto a China y Rusia, parece que la tendencia es cada vez hacia una mayor cooperación con Pionyang. En este nuevo mundo multipolar, Pionyang sabe que tiene más margen de maniobra y que si están espabilados pueden encontrar un nuevo espacio en la geopolítica internacional.
Por otra parte, cada vez está más claro que las nuevas generaciones surcoreanas son más escépticas con la reunificación y creen que ya no es necesaria. En conclusión, parece que la historia ha escogido tener dos países distintos en la península de Corea.
Que ninguna de las Coreas vea la reunificación como algo necesario pone de manifiesto que ambos estados han ido generando una identidad propia que ya es irreconciliable con la otra. No obstante, esto no quiere decir que no vaya a seguir habiendo tensiones, ya que al final ambas tienen modelos socioeconómicos contrapuestos y luchan por los recursos de una misma región.