El armamento nuclear es la mayor herramienta de disuasión que existe. Y es que este es tan destructivo que nadie se quiere meter con aquellos que lo poseen. Por eso, las grandes potencias nucleares quieren aprovechar esta ventaja estratégica impidiendo que otros países puedan acceder a ella. Y para eso se firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. Según este acuerdo, solo 5 países tienen permitido poseer tecnología nuclear: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China. El problema es que algunos países, como India, Israel o Pakistán no lo han firmado y se han apuntado a eso de tener armas nucleares.

Pero ahora hay un chico nuevo en el barrio, un país que está desarrollando un programa para obtener armamento nuclear, lo que le ha costado una gran cantidad de sanciones por parte de sus rivales geopolíticos. Hablamos de Irán. Así que en el vídeo de hoy vamos a responder a varias preguntas ¿Cómo empezó todo esto?¿Cómo va el programa nuclear iraní? ¿Qué consecuencias tendría que Irán acabe teniendo armas nucleares? Pues venga, que hoy, en Memorias de Pez os lo vamos a contar.
El programa nuclear iraní comenzó en 1957, cuando Estados Unidos firmó un acuerdo de cooperación nuclear civil con Irán llamado «Átomos para la Paz», que ya había firmado con más países. La intención era ayudar a Irán a desarrollar energía nuclear para fines civiles, es decir, para producir electricidad. Obviamente, en ese momento nadie imaginaba el tremendo lío que se iba a montar. El Shah de Irán, Mohammad Reza Pahlaví, que era amiguitos de occidente, decidió que su país se uniese al Organismo Internacional de Energía Atómica, una agencia creada para promover el uso pacífico de la energía nuclear y asegurarse de que no se utilice con fines militares. Además, Irán firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, que como ya sabéis es un acuerdo internacional para frenar la expansión de armas nucleares. ¿Lo hizo con otras intenciones? Eso es algo que nunca sabremos. Lo que está claro es que en los años 70 el programa nuclear iraní creció con fuerza. De hecho, pronto se inauguró el Centro de Investigación Nuclear de Teherán, que contaba con un pequeño reactor nuclear.

Pero llegó 1979 y la historia de Irán dio un giro radical con la Revolución Islámica. El Shah fue derrocado y reemplazado por un gobierno islamista radical liderado por el Ayatolá Ruhollah Jomeini, que vio con desconfianza el programa nuclear y es que Jomeini asociaba el programa nuclear a la influencia occidental que tanto querían erradicar. En los primeros años del régimen, decidieron poner stop a gran parte del desarrollo nuclear. Sin embargo, la posterior guerra contra Irak les hizo darse cuenta de que necesitaban reforzar sus capacidades defensivas. Y… volvieron a pensar en el programa nuclear. ¡Qué casualidad! Con la ayuda de China, se abrió un centro de investigación nuclear en Isfahán, que no pasó desapercibido en Washington. Preocupado de que pudieran acabar obteniendo armas nucleares, el presidente Bill Clinton decidió tomar cartas en el asunto, firmando una ley que castigaba a cualquiera que echase una mano a los iraníes.
El gran punto de inflexión llegó en 2003, cuando el director de la Organismo Internacional de Energía Atómica, Mohamed ElBaradei, visitó Irán. En ese momento, Irán no quiso firmar un acuerdo que permitiera a los inspectores entrar más rápido y sin tantas trabas, lo que hizo que muchos sospechasen que estaban intentando fabricar armas nucleares. Aunque la Organismo Internacional de Energía Atómica dijo que, en general, Irán cumplía con el Tratado de No Proliferación, los inspectores encontraron rastros de uranio muy enriquecido en Natanz. Vamos a hacer aquí una pausa para explicar un par de cosillas: El uranio se utiliza en reactores nucleares para generar energía, pero cuando se enriquece, puede ser convertido en material para armas nucleares. El uranio natural contiene solo alrededor del 0.7% de uranio-235, el isótopo necesario para la fisión nuclear. Para fines militares, se requiere un enriquecimiento del 90% o más. Por lo tanto, el nivel de enriquecimiento de uranio es crucial.
Volviendo al tema. Irán aseguró que los rastros de uranio enriquecido se debían a equipos contaminados que habían comprado fuera, pero ya era tarde: las dudas ya habían surgido en todos sus rivales geoplíticos. A finales de 2003, Irán decidió detener el enriquecimiento de uranio para bajar un poco la presión y firmó el Protocolo Adicional del Tratado de No Proliferación Nuclear, permitiendo más inspecciones en sus instalaciones.
El siguiente escándalo llegó cuando Abdul Qadir Khan, el «padre» del programa nuclear de Pakistán, confesó que había ayudado a Irán a conseguir tecnología para enriquecer uranio. A partir de ahí, con la careta ya quitada, Irán no perdió tiempo y retomó el enriquecimiento de uranio. En 2009, las alarmas se dispararon. Un informe del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional reveló que Irán ya tenía suficiente uranio poco enriquecido como para fabricar una bomba nuclear, aunque aún faltaba convertirlo en uranio altamente enriquecido algo que puso a muchos países muy nerviosos. Pero Irán no se frenó. el País Finalizó e inauguró su primera planta nuclear en Bushehr y, por si fuera poco, se descubrió una segunda instalación secreta cerca de Qom.

Poco después, Ali Akbar Salehi, jefe atómico de Irán y ministro de Asuntos Exteriores, anunció que el programa nuclear de Irán era autosuficiente e incluso conectaron la planta de Bushehr a la red eléctrica, convirtiéndose en el primer país de Oriente Medio en generar electricidad con energía nuclear. Pero la cosa se complicó más en 2012. Irán comenzó a enriquecer uranio en su instalación de Fordo, alcanzando niveles de pureza del 27%. Esto puso a medio mundo en alerta. La Unión Europea respondió con un embargo total sobre el petróleo iraní. Y más sanciones se aplicaron desde todas las esquinas del mundo. A pesar de varias negociaciones, no se logró ningún acuerdo que frenara el avance nuclear de Irán.
Años más tarde, con la llegada de Hassan Rouhani a la presidencia, considerado moderado, se retomaron las conversaciones con Irán. Esto llevó al histórico acuerdo nuclear, el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), que limitaba el programa nuclear iraní a cambio de levantar muchas de las sanciones internacionales. Por un tiempo, todo parecía bajo control: Irán cumplía con las reglas y su economía empezaba a respirar un poco. Pero en 2018, todo cambió cuando Donald Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo y reinstauró fuertes sanciones contra Irán, poniendo el pacto en la cuerda floja. Irán no se quedó de brazos cruzados. En represalia, el régimen de los ayatolás empezó a incumplir algunos puntos del acuerdo, enriqueciendo uranio más allá de lo permitido. En 2020, el asesinato de su principal científico nuclear, Mohsen Fakhrizadeh, dio un golpe duro a Irán, aumentando el sentimiento antioccidental y reforzando su determinación de avanzar hacia la autosuficiencia nuclear.
Cuando ganó las elecciones el presidente de EE.UU. Joe Biden en 2021, el enfoque hacia Irán volvió a cambiar. Biden estaba dispuesto a revivir el acuerdo nuclear (JCPOA) y retomó las negociaciones con Irán. Las conversaciones en Viena avanzaban a paso lento, mientras Irán seguía enriqueciendo uranio, llegando al 60%, lo que puso a occidente de los nervios. Para 2023, las alarmas sonaban cada vez más fuerte y más cuando el Organismo Internacional de Energía Atómica informó de que había encontrado uranio enriquecido al 83.7%. Aun así, la intención de reforzar el acuerdo estaba sobre la mesa para ambos países.

Sin embargo, todo cambió con el reciente conflicto de Oriente Medio reavivado el 7 de octubre de 2023 con el ataque de Hamás a Israel.
El inicio de operaciones militares israelíes contra los aliados de Irán que ha escalado hasta cotas inimiganibales en las que Israel e Irán se han llegado a atacar directamente, ha tirado por tierra los avances en las negociaciones del Acuerdo Nuclear. Mientras que Israel busca claramente desmantelar la capacidad nuclear iraní, Estados Unidos se mantiene en una cuerda floja, apostando por defender a Israel mientras le pide que no bombardee instalaciones claves para la producción de energía en Irán con el fin de que el conflicto no escale. Joe Biden ha advirtió por activa y por pasiva que cualquier respuesta debe ser «proporcionada» y que no se debe atacar directamente instalaciones nucleares.
En la cuerda floja también está Teherán, intentando por un lado que el conflicto no escale a mayores, mientras que por el otro tienen que responder a Israel para no mostrar debilidad interna. Y así llegamos al día de hoy, con una Irán que está ya muy cerca de poder desarrollar armas nucleares y con un Israel que lo quiere evitar a toda costa.
Problemas para el desarrollo de armas núcleares
No obstante, es posible que se te esté viniendo una pregunta a la mente. ¿Por qué Irán lleva tanto años tratando de desarrollar armas nucleares? Bueno, primero porque hacerlo no es nada fácil, y segundo, porque Irán ha tenido un montón de contratiempos y problemas. Ahora os los cuento:

- Uno de los mayores quebraderos de cabeza para Irán ha sido la presión económica y diplomática ejercida por la comunidad internacional, sobre todo por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos. Desde el momento en que se revelaron las primeras actividades nucleares sospechosas, empezaron las sanciones. Primero fueron restricciones económicas, pero luego vinieron embargos comerciales que impactaron en sectores clave como el petróleo, la banca y la tecnología.
- Además, varios países, en especial Israel, han llevado a cabo operaciones encubiertas para frenar el avance nuclear iraní. ¿El resultado? Un virus informático conocido como Stuxnet y desarrollado en conjunto por Israel y Estados Unidos paralizó durante años el programa. Otro gran escollo para Irán ha sido el asesinato de varios científicos nucleares iraníes así como los sabotajes en varias instalaciones nucleares.
- Y por otro lado, dentro de Irán, la cuestión nuclear ha sido una fuente de división. Por un aldo, están los conservadores que ven el programa como una cuestión de orgullo nacional y soberanía, y los reformistas, quienes prefieren ceder un poco en las negociaciones para aliviar la carga económica que suponen las sanciones internacionales.
Consecuencias de que Irán desarrolle armamento nuclear
Pero si consigue superar estas barreras e Irán lograra desarrollar armas nucleares, ¿Qué consecuencias tendría que Irán desarrolle armamento nuclear?

- Es probable que otros países de la región, como Arabia Saudí, Egipto y Turquía, se sientan obligados a seguir el mismo camino para mantener el equilibrio de poder en la región. O dicho de otra manera, podría desencadenar una carrera armamentística nuclear en la región.
- Un Irán con armas nucleares pondría a Israel en una situación de máxima alerta y le haría perder al país hebreo una de sus principales ventajas estratégicas.
- Tener la capacidad de producir armas nucleares fortalecería la posición de Irán como potencia regional y le daría una herramienta poderosa de disuasión frente a sus enemigos.
- El Tratado de No Proliferación Nuclear podría perder credibilidad. Países que han renunciado a desarrollar sus propios programas nucleares, como Japón, Corea del Sur o Brasil, podrían reconsiderar esa decisión si ven que el tratado no es eficaz para contener a Estados considerados como una amenaza.
- Irán tiene las cuartas reservas de petróleo más grandes del mundo y las segundas de gas natural. Con armas nucleares, Irán tendría más libertad para desafiar las sanciones económicas, lo que podría alterar el mercado energético global.
- Por último, la mayor preocupación es que un Irán nuclear podría aumentar los riesgos de una guerra nuclear “accidental” o deliberada en Oriente Medio.
Y vosotros, ¿qué pensáis acerca del programa nuclear iraní? ¡¡Os leemos en los comentarios!!