En Memorias de pez vamos a hablar de las que, a mi juicio, son las siete batallas navales más importantes de la historia. Y no solo por su tamaño sino por las consecuencias que tuvieron. Las voy a contar cronológicamente y voy a dejar que seas tú quien las ordene de más a menos importancia.
1. Batalla de Salamina
Para habla de la primera de las siete batallas navales de la historia, nos vamos al 480 a.C. Nos encontramos en la Segunda Guerra Médica donde las ciudades-estado griegas se han unido para hacer frente a los persas dirigidos por Jerjes. Sí, has leído bien, Jerjes, el de la película de ‘300’.
El ateniense Temístocles convenció a los aliados griegos para combatir de nuevo a la flota persa con la esperanza de que el ingenio ganase al número. Los griegos, que embestían con sus propios barcos a los navíos de Jerjes, les infringieron un severo correctivo a los persas que lucharon completamente desorganizados. Al menos 200 barcos fueron destruidos por los griegos, que perdieron tan sólo 40.
La victoria en Salamina permitió a los griegos ganar también en Platea, haciendo que los persas no volviesen a intentar conquistar a los helenos. Sin esta victoria, es muy probable que Grecia entera hubiese caído cambiando la historia del mundo occidental para siempre.
2. Batalla de Lepanto
Casi 2.000 años después, Europa entera volvía a estar amenazada desde el Oriente. Allí, sin que nadie pudiese hacerle frente, se extendía imparable el Imperio Otomano llevando el Islam a todo territorio conquistado.
Para hacer frente a esta nueva amenaza, se organizó la Liga Santa, formada por el Imperio Español, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya. 309 navíos cristianos y 86.000 hombres se enfrentaron a 297 navíos otomanos con 88.000 hombres. Al mando de la flota cristiana se encontraban algunos de los mejores almirantes de la historia de España como Don Juan de Austria o Álvaro de Bazán.
El caso es que tras una cruentísima batalla, la flota cristiana destrozó al otomano de la que solo se salvaron 30 galeras otomanas. Al menos 48.000 otomanos causaron baja, entre muertos y capturados. La flota cristiana solo tuvo 10.000 muertos, pero se liberaron a 12.000 cristianos presos que, por lo general, eran los encargados de hacer de remeros en las galeras otomanas y a los que se conocía como chusma.
La segunda de las siete batallas navales fue importantísima porque frenó la expansión de los otomanos y de sus corsarios en el Mediterráneo, quizás librando a Europa entera del yugo otomano.
3. Batalla de la Armada Invencible y la invencible inglesa
Dos batallas claves para entender el mundo actual, una muy conocida y la otra prácticamente desconocida. Pero, igual de importante en tamaño como en repercusión histórica. Todos conocéis a la Armada Invencible, aunque realmente se llamaba Grande y Felicísima Armada, lo de la Armada Invencible fue un nombre que le dieron los ingleses para dar más bombo.
En 1588, Felipe II envió esta armada a asegurar el canal de la Mancha y recoger en Flandes a los Tercios de Alejandro Farnesio, que lideraría la invasión de Inglaterra para derrocar a la monarca Isabel I. Sin embargo, la Armada fracasó y al menos 20.000 españoles murieron, aunque dos tercios de la armada se salvó y pudo regresar a puerto. La invasión de Inglaterra había fracasado.
Pero, un año después, Inglaterra montó otra gran armada que recibió el nombre de invencible inglesa o contra armada para asestar un golpe mortal al Imperio Español. Sin embargo, los ingleses no contaban con la heroicidad que iban a mostrar los coruñeses, que liderados por María Pita y siendo muy pocos, resistieron como miuras a la gran flota inglesa compuesta por al menos 150 navíos y 23.000 hombres. Se retiraron al sur y consiguieron desembarcar en Lisboa, pero la ciudad resistió y le dieron una “buena” a los ingleses que no les quedó más remedio que volver a sus barcos y salir pitando de allí. Con cerca de 15.000 muertos, fue la mayor derrota hasta la fecha de la historia de Inglaterra.
Aquella guerra terminó con la firma de un paz que beneficiaba al Imperio Español, se ganó la guerra, sí, pero Felipe II tuvo que abandonar sus pretensiones de invadir Inglaterra. Así que, ni en España se habla inglés, ni en Inglaterra español.
4. Batalla de Trafalgar
Otra de las siete batallas navales más importantes ocurrió en 1805. Una coalición de países formada por Reino Unido, Austria, Rusia, Nápoles y Suecia tratan de derrocar a Napoleón. El militar y estadista francés cuenta con el apoyo del Imperio Español, pero sus flotas se ven bloqueadas en Cádiz por una relevante armada de Reino Unido, al mando del vicealmirante Nelson.
La flota franco-española a pesar de ser numéricamente superior a la británica, fue derrotada. La incapacidad militar que demostró el Vicealmirante Villeneuve al mando de la flota franco-española fue la principal causa del desastre. Nelson no pudo celebrar la victoria, pues fue herido de muerte.
En honor a esta batalla se puede visitar en Londres la célebre Trafalgar Square que contiene en homenaje a Nelson, la Nelson’s column. ¿Y por qué es tan importante esta batalla? Pues bueno, para empezar Napoleón dejó de tener una armada decisiva y Reino Unido pasó a confirmarse como dueño y señor de los mares. El Imperio Español por su parte dejó de ser para siempre una potencia mundial de primera línea.
5. Batalla de Jutlandia
Damos un salto y vamos a la primera gran guerra moderna: la I Guerra Mundial. Concretamente a la última y gran batalla naval de la llamada Gran Guerra que, a su vez, sería la mayor de todas. La batalla de jutlandia.
En el Mar del Norte se iban a enfrentar las armadas de Reino Unido y Alemania, concretamente 151 buques británicos contra 99 alemanes. La batalla fue tremenda con un intenso fuego de artillería por ambos bandos, en el que los alemanes tuvieron más puntería y consiguieron un resultado mucho mejor hundiendo más barcos y perdiendo mucho menos hombres, unos 2.500 por los más de 6.000 ingleses.
Sin embargo, la victoria estratégica fue sin duda británica. Al final de la batalla y a pesar de las pérdidas, seguían en condiciones de combate mientras que la flota alemana decidía retirarse.
De Jutlandia en adelante, el grueso de la flota del Káiser se mantuvo en puerto y Alemania cambió su estrategia en favor de la guerra submarina, causando además un gran golpe en la moral de las tripulaciones de la Flota de Alta Mar. Una guerra submarina que también fue tremendamente efectiva durante la II Guerra Mundial.
6. Batalla de Midway
Nos vamos al frente del pacífico en la II Guerra Mundial donde Japón ha conseguido hacerse con muchos puntos tanto del sudeste asiático como de diferentes islas del Pacífico.
Japón quiere invadir el atolón de Midway, base estadounidense. Sin embargo, los japoneses chocaron con un gran despliegue táctico de los americanos que hundieron 3 de los 4 portaaviones japoneses en apenas 6 minutos. En total, los japoneses perdieron cuatro portaaviones, un crucero pesado y unas 240 aeronaves, lo que debilitó enormemente a la Armada Imperial Japonesa. Mientras, los estadounidenses perdieron solo un portaaviones y un destructor.
Estratégicamente, el resultado de la batalla implicó que la Marina Imperial perdiera la iniciativa en el Pacífico, la que pasó de manera definitiva a los estadounidenses. Por esto, Midway es generalmente considerada la batalla más importante de la guerra del Pacífico y una de las más decisivas de la II Guerra Mundial.
7. Batalla del Golfo de Leyte
Y vamos con la última. La batalla del golfo de Leyte, también conocida como segunda batalla del mar de Filipinas. Tuvo lugar desde el 23 al 26 de octubre de 1944 entre los Estados Unidos y Australia, y el Imperio japonés. Es probable que no sea estratégicamente la más decisiva, puesto que Japón tenía la guerra prácticamente perdida, pero si es la mayor batalla naval de la historia en cuanto a tonelaje de los barcos involucrados con 20 portaaviones involucrados y 21 acorazados además de más de 2.000 aviones y decenas de embarcaciones de menor tamaño.
La batalla surge cuando Estados Unidos intenta bloquear la salida de Japón a sus colonias del sudeste asiático. Para evitar el bloqueo, Japón envió allí prácticamente todo lo que le quedaba. Los japoneses utilizaron además una nueva táctica que consistía en utilizar ataques de aviones suicidas japoneses, los llamados kamikaze de un modo sistematizado.
Los japoneses sufrieron grandísimas pérdidas perdiendo 4 portaaviones, 300 aviones, 11 destructores, 10 cruceros, y 14 cruceros pesados. Tras la derrota, la mayor parte de los barcos japoneses supervivientes permanecieron anclados en sus bases, sin combustible.