Hablamos de la historia de uno de los mayores conflictos abiertos en la actualidad. Un conflicto abierto desde hace más de 40 años, que parece no tener solución a corto plazo. Hoy en Memorias de Pez hablamos de la crisis Afganistán. Pero, ¿y qué está pasando en el país afgano?¿Por qué el país se encuentra a las puertas de caer en la más oscura de las barbaries?¿Puede occidente evitar la caída del país en manos de los fanáticos? Pues pónganse cómodos que la historia viene de lejos.
El inicio de la guerra en Afganistán
En los años 70 y con la inestimable ayuda de la Unión Soviética, los comunista afganos tomaron el poder. El problema es que estos comunistas afganos intentaron imponer una ideología atea en una zona en la que la religión es una parte fundamental de la sociedad. Había una parte de la población afgana a la que el comunismo y la sociedad laica, no les molaba un pelo, y eran partidarios de una teocracia en la que el Islam y la sharía dominasen todos los ámbitos de la vida afgana.
Este sector de la población a los que se les conocerá como muyahidines, se alzaron en armas contra el dominio comunista en 1978. Con ello, comenzaba una guerra que duró hasta la caída de la propia Unión Soviética. Durante los más de 10 años que duró este conflicto, los muyahidines recibieron ingentes cantidades de armas y dinero de Estados Unidos, porque todo valía para hacer daño a la Unión Soviética. Los muyahidines también estuvieron apoyados por países como Pakistán, Irán, Arabia Saudí, Israel o el Reino Unido, una mezcla de lo más curiosa.
El Vietnam de la Unión Soviética
El Ejército Rojo se retiró de Afganistán en 1989. El conflicto en Afganistán se conoce también como el Vietnam de la Unión Soviética. El gobierno comunista afgano continuó con la guerra hasta 1992. El problema es que, una vez que la Unión Soviética se había desintegrado, el gobierno comunista afgano colapsó económicamente y los muyahidines tomaron todo el país. Y, ¿creéis que fueron felices y comieron perdices? Pues esto, amigos de Memorias de Pez, esto es Afganistán, así que ocurrió todo lo contrario.
Ante el vacío de poder, las diferentes facciones de los muyahidines comenzaron a luchar entre sí por hacerse con el poder. En 1996 los talibanes, una de estas facciones fundamentalistas islámicas, conquistaron Kabul y posteriormente invadieron casi todo el país. Tan solo otro grupo muyahidín, llamado la Alianza del Norte, pudo hacer frente a los talibanes y conservar el control de una pequeña parte de Afganistán.
Los talibanes proclamaron un emirato islámico e impusieron un régimen completamente teocrático en el que la sharía sería la ley de leyes. Como podéis imaginar, esto llevó a cometer todo tipo de atrocidades y el respeto a los derechos humanos se convirtió en la excepción, en vez de la norma. Los talibanes dieron cobijo en su país al que entonces era, el hombre más buscado del planeta y a su organización: Al Qaeda. Allí, este señor estableció su cuartel general, campos de entrenamientos y todo lo que un grupo como este necesitaba para llevar a cabo sus tropelías en todo el mundo.
La invasión estadounidense en la crisis Afganistán
Estados Unidos y Reino Unido impusieron sanciones al régimen talibán e incluso a plantearse una acción militar directamente en el país afgano. Lo que no sabía EE.UU. era cuál sería la respuesta del régimen talibán. El 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos sufrió el mayor atentado de su historia. Automáticamente, todas las miradas se centraron en Afganistán donde supuestamente se escondían los autores de los ataques.
Tras la negativa del régimen talibán a dejar de acoger a los responsables de los atentados, el 7 de octubre de 2001, el gobierno de Estados Unidos inició sus operaciones militares en Afganistán. Estas operaciones tenían dos objetivos: eliminar a todos los responsables de los ataques del 11-S y derrocar al régimen talibán, estableciendo la democracia en el país.
Una curiosidad de esta intervención fueron las operaciones de desinformación que se llevaron a cabo para justificar el ataque. Y es que en 2001, el Departamento de Defensa creó en secreto una Oficina de Influencia Estratégica (OIS), con la misión de difundir información falsa que sirviera a la causa de Estados Unidos en la guerra de Afganistán. Esta oficina se disolvió después de que varios periodistas revelasen su existencia.
El «camino hacia la paz»: nueva Constitución y primeras elecciones
La intervención estadounidense y británica fue un éxito relativo. Con la inestimable ayuda de la Alianza del Norte, el régimen talibán cayó en pocas semanas. Sin embargo, no se encontró ni rastro de los responsables del 11-S. Se cree que huyeron por las fortificadas montañas de Tora Bora hacia zonas tribales de Pakistán. No obstante, parecía que por fin Afganistán estaba listo para la paz y sobre todo para la democracia. Pero, una vez más, parece que se nos olvida que estamos hablando de Afganistán, un país en el que no hay paz que valga. Afganistán seguía en crisis.
Por mandato de la ONU, se formó la llamada Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, conocida comúnmente como la ISAF. Hablamos de una fuerza de más de 100.000 soldados, la mayoría aportados por Estados Unidos, en la que también se encontraban soldados de decenas de países más, entre ellos España.
En 2004 se aprobó una nueva Constitución y se celebraron las primeras elecciones democráticas de la historia de Afganistán. La ONU consiguió escolarizar a 4 millones de niños y restableció el sistema de salud. Sin embargo, el país seguía en crisis. La policía y el ejército afgano estaban en pañales y apenas controlaban la capital del país. En el resto de regiones en las que no había fuerzas internacionales, el control lo ejercían señores de la guerra que actuaban como caciques locales que se hicieron de oro cultivando opio y traficando con él.
El avance del régimen Talibán en la crisis de Afganistán
Mientras tanto los talibanes se estaban rearmando y reorganizando en muchas zonas del país. Su objetivo era recuperar el control de este, pero en 2006 la OTAN tomó el mando de las operaciones internacionales en Afganistán y, sencillamente, mientras la OTAN estuviese allí la insurgencia talibán no iba a poder hacer nada más que ataques puntuales de “hit-and-run” y atentados. Aun así, las operaciones de los talibanes fueron aumentando mes a mes.
Los años 2009 y 2010 fueron durísimos para la OTAN. Envió más soldados y material, pero las tropas internacionales no tenían pensado quedarse allí para siempre. Su misión era contener a los talibanes mientras formaba y equipaba al nuevo ejército y a la policía afgana. A pesar de todo ello, las acciones de los talibanes continuaron a buen ritmo hasta 2013.
En 2013, la OTAN dejó la seguridad del país en manos de la policía afgana y se dedicó solamente a dar apoyo aéreo y a continuar formando a la propia policía afgana. En diciembre de 2014, Obama dio por terminada la misión ISAF-OTAN y anunció una segunda misión, la misión Centinela de la Libertad. Una misión que sería llevada a cabo con mucho menos recursos y que estaría centrada exclusivamente en adiestrar a la policía y el ejército afgano.
El primer alto al fuego durante la crisis afgana
En 2015, tras casi tres décadas de lucha ininterrumpida, los talibanes mostraron su predisposición de negociar un alto al fuego con el gobierno afgano. Las negociaciones comenzaron a dar sus frutos en 2018 cuando se decretó una tregua de tres días para celebrar el Ramadán. Era algo simbólico pero importante ya que era el primer alto al fuego que se hacía desde 2001.
En febrero de 2020, se llegó a un acuerdo para reducir las hostilidades y se pactó la salida de las tropas extranjeras del país, entre ellas el contingente de 14.000 estadounidenses, que se retirarían en 14 meses solo si los talibanes cumplen con las condiciones de reducción de violencia que les había impuesto Estados Unidos.
Afganistán, pasto de la inestabilidad
El país afgano ha seguido siendo pasto de la inestabilidad, pero a pesar de varios tiras y aflojas entre los talibanes y la OTAN, Estados Unidos anunció que sus tropas abandonarían Afganistán entre mayo de 2020 y septiembre de 2021. Y así ha sido, la OTAN, harta de poner dinero a fondo perdido y tras sufrir más de 3.500 bajas entre sus filas, ha ido paulatinamente abandonando el país.
Y lo que viene ahora os sorprenderá. Bueno, igual no. A medida que las tropas extranjeras han ido abandonando Afganistán, los talibanes han iniciado una serie de ofensivas cuyo objetivo es recuperar el control de todo el país, y la verdad es que les está yendo muy bien. Parece que la crisis en Afganistán no va a terminar por ahora.
La caída de las grandes ciudades durante la crisis de Afganistán
En mayo de 2021, los talibanes iniciaron una ofensiva que se extendió del campo a las principales ciudades del país. A través de la intimidación, ejecutando a importantes figuras de la sociedad civil, y mediante la diplomacia, llegando a acuerdos con los líderes de diferentes tribus, los talibanes se fueron abriendo paso.
Se estimaba, a finales de julio, que los talibanes ya controlaban la mitad de los distritos rurales del país. A pesar de que los primeros ataques de los talibanes a capitales de provincia fueron repelidos por las fuerzas especiales afganas, que estaban bien equipadas y entrenadas por la OTAN, Zaranj cayó el 6 de agosto, siendo la primera gran ciudad en caer en manos de los talibanes. Al día siguiente cayó Sheberghan, siendo la segunda capital en caer. En dos días cayeron 5 de las 34 capitales de provincia afganas.
El fracaso y la huida del entonces presidente Ashraf Ghani
El presidente Ashraf Ghani creyó que Estados Unidos pararía su retirada del país y ayudaría al ejército afgano a parar la ofensiva talibán. Sin embargo, el miércoles 11 de agosto Ghani se dio cuenta de que la única solución era movilizar a las milicias locales en manos de los señores de la guerra. Líderes locales con mucha influencia, dinero y poder en sus zonas de control. Pero, para entonces, ya era demasiado tarde. Ghani también fracasó el viernes en su intento de negociar con Estados Unidos un nuevo apoyo militar.
El domingo, Kabul ya estaba rodeada de soldados talibanes. Ghani se apresuró a huir del país mientras que el general estadounidense McKenzie se reunió con los talibanes para pactar una evacuación ordenada y sin sobresaltos de las fuerzas occidentales. Algo que los talibanes han cumplido, prometiendo que no habría ataques mientras se produjese la evacuación. Para garantizar esto, Estados Unidos desplegó en el aeropuerto de Kabul una fuerza de 6.000 hombres.
La ofensiva talibán ha dejado patente que ni la policía afgana ni el ejército afgano estaban preparados aún para defenderse solos, y menos aún sin el apoyo de las milicias locales a las que el presidente Ghani despreció en un principio. La moral de los hombres del ejército afgano estaba por lo suelos. Apenas tenían medios, la corrupción campaba a sus anchas entre sus mandos y la desconfianza reinaba en todo momento entre sus hombres, ya que había infiltrados talibanes dentro de las filas gubernamentales. Todo ello provocó, desbandadas en el frente, desorganización, derrotismo y también que los talibanes puedan cosechar grandes victorias con relativos pocos medios.
El llamamiento a la resistencia de Amrullah Saleh
¿Y ya está?¿Ya se ha acabado la crisis de Afganistán ahora que los talibanes se han hecho con el poder? Pues sí, pero no. Ghani se ha pirado del país, pero el antiguo vicepresidente afgano, Amrullah Saleh, llamó a la resistencia con este tweet.
Clarity: As per d constitution of Afg, in absence, escape, resignation or death of the President the FVP becomes the caretaker President. I am currently inside my country & am the legitimate care taker President. Am reaching out to all leaders to secure their support & consensus.
— Amrullah Saleh (@AmrullahSaleh2) August 17, 2021
It is futile to argue with @POTUS on Afg now. Let him digest it. We d Afgs must prove tht Afgh isn’t Vietnam & the Talibs aren’t even remotely like Vietcong. Unlike US/NATO we hvn’t lost spirit & see enormous oprtnities ahead. Useless caveats are finished. JOIN THE RESISTANCE.
— Amrullah Saleh (@AmrullahSaleh2) August 17, 2021
Claridad: De acuerdo con la constitución de Afganistán, en ausencia, fuga, renuncia o muerte del presidente, el vicepresidente se convierte en el presidente en funciones. Actualmente estoy dentro de mi país y soy el legítimo presidente encargado de este. Me estoy comunicando con todos los líderes para asegurar su apoyo y consenso.
Es inútil discutir con el presidente de Estados Unidos ahora. Dejémosle digerirlo. Los afganos deben demostrar que Afganistán no es Vietnam y que los talibanes no se parecen ni remotamente al Vietcong. A diferencia de EE.UU. /OTAN, no hemos perdido el ánimo y vemos enormes oportunidades por delante. Se acaban las advertencias inútiles. ÚNETE A LA RESISTENCIA.
Amrullah Saleh (@AmrullahSaleh2)
Al parecer, el antiguo vicepresidente, hoy líder de la resistencia, se ha unido a varias milicias anti-talibán. Y ha arrastrado con él a restos leales del ejército afgano y de las fuerzas especiales afganas, comandadas por el antiguo vicepresidente y el hijo de un antiguo combatiente de la resistencia afgana contra la URSS, Ahmad Massud. La resistencia afgana tomó varios distritos de Afganistán en la zona de Panjshir. Sin embargo, estas fuerzas de la resistencia afgana fueron derrotadas y tuvieron que huir a las montañas de la zona donde intentan reorganizarse para volver a echar un pulso al régimen afgano.
La crisis de Afganistán sigue presente en el país, y parece que no va a acabar nunca.