Corría el año 1974 en el Parque Nacional Gombe Stream, Tanzania. Un chimpancé llamado Godi comía tranquilamente en las ramas de un árbol. Lo que Godi no sabía es que no estaba solo. Sigilosamente, un grupo de seis chimpancés lo había rodeado. Cuando Godi los descubrió, el pánico se apoderó de él. Los conocía y sabía que estaba en peligro. Saltó del árbol e intentó huir, pero uno de los emboscadores lo agarró de un pie y cayó. Godi estaba perdido. No sobrevivió a la brutal paliza que le propinaron sus atacantes.
El inicio de la Guerra de los Cuatro Años
Este asesinato fue el inicio de la ‘Guerra de los Cuatro Años’, un conflicto entre dos comunidades de chimpancés que desató una ola de violencia jamás documentada en estos primates hasta ese momento y que nos enseñó muchísimo sobre la naturaleza de nuestros parientes más cercanos. Hoy, en Memorias de Dolly, hablamos sobre la Guerra de los Chimpancés.
El Parque Nacional ‘Gombe Stream’ es un entorno protegido por su biodiversidad, especialmente por sus comunidades de primates. Allí fue donde Jane Goodall y su equipo estudiaron el comportamiento de los chimpancés durante nada menos que 55 años. A alguno os sonará de haberla visto en Los Simpson, pero tranquilos, lo de la mina de diamantes nunca sucedió.
Jane Goodall es una de las primatólogas y etólogas más importantes de la historia. Para que nos entendamos, la primatología es el estudio de los primates, animales como los chimpancés, los lemures, los gorilas o nosotros mismos, y la etología es el estudio del comportamiento de los animales.
Durante su estancia en Gombe Stream, Goodall estableció auténticos lazos de amistad con los chimpancés, llegando a ponerles nombre. Para ello contó con la inestimable ayuda de David Greybeard, el primer chimpancé del que se hizo amigo, y que le permitió acercarse a los demás miembros de su comunidad, conocerlos y estudiar sus personalidades. Ya veis, lo de Tarzán no era tan loco.
Las investigaciones de Goodall fueron revolucionarias en su época porque documentó comportamientos en los chimpancés que se creían exclusivos de humanos. Comprobó cómo estos monos son capaces de crear y utilizar herramientas sencillas, como ramas para coger termitas de árboles. También estudió su comportamiento social y descubrió que forman sociedades muy complejas. Describió rituales de cortejo, relaciones familiares y de amistad y actitudes de cooperación. Por ejemplo, pudo ver cómo organizaban partidas para cazar babuinos, algo doblemente sorprendente porque en ese momento se pensaba que los chimpancés eran herbívoros. Incluso pudo ver una transmisión de conocimiento de padres a hijos, algo así como una forma primitiva de cultura. Estos hallazgos causaron mucho revuelo, porque venían a decir que los humanos ya no éramos tan especiales como nos creíamos. Toda una cura de humildad.
La violencia en la comunidad de chimpancés
Pero Jane no se imaginaba que tendría que ver cómo sus amigos primates también hacían una de las cosas más horribles del ser humano: la guerra.
Los chimpancés viven en comunidades que tienen normalmente unos 50 miembros, aunque pueden sobrepasar los 200. Seguro que el pueblo de alguno de vosotros tiene menos gente. Estas comunidades les vienen de lujo, porque son animales muy territoriales y formar grupos cohesionados les ayuda a defender mejor sus territorios. Por lo general, los miembros de una comunidad se llevan bien, pero no pueden ni ver a los de otras comunidades.
De vez en cuando varios chimpancés de una comunidad se agrupan para patrullar las fronteras de su territorio y hacen incursiones en territorios rivales. Si en estas incursiones se encuentran con vecinos puede armarse la de Dios: no es raro que se peleen y, a veces, incluso se matan entre sí. En estas luchas lo más determinante suele ser el número de machos: el grupo con más músculo suele salir vencedor. Por cierto, en estas patrullas y peleas también participan hembras. Si los contendientes están igualados no suelen pelearse, sino que se amenazan: golpean con fiereza el suelo y los árboles, lanzan piedras y ramas y aúllan salvajemente para mostrar quién es el más fuerte. Después vuelven a su territorio. Ya sabéis, perro ladrador poco mordedor.
Las consecuencias de la guerra
En los altercados violentos normalmente las que se llevan la peor parte son las hembras y las crías. Es común ver cómo las patrullas las atacan salvajemente, llegando incluso a asesinar a las crías. ¿Por qué? Pues porque es mucho más seguro: un macho te puede herir gravemente, pero una hembra no lo tiene tan fácil, sobre todo si está pendiente de proteger a su cría. Ya veis, unos completos abusones. Conductas parecidas se pueden ver en otras especies. Por ejemplo, es habitual que los leones macho maten a crías con la esperanza de que sus madres recuperen el celo y puedan aparearse con ellas. Así aumentan su prole y se quitan de encima a posibles competidores del futuro. Dos pájaros de un tiro.
Los chimpancés tienen estos arranques violentos porque no soportan a las comunidades rivales y porque así les meten miedo para que no se atrevan a molestarlos en su territorio. Aunque hay excepciones a este mal rollo entre comunidades. En ocasiones, las hembras adolescentes van a territorios de otras comunidades cuando están en celo, y los machos suelen sentirse muy atraídos por ellas, así que las respetan y se aparean. A veces incluso estas hembras se establecen en la nueva comunidad si se quedan preñadas. Pero esto es bastante raro, porque los machos acostumbran a custodiar a sus hembras con mucho recelo para intentar que nadie más se reproduzca con ellas.
Goodall centró sus estudios en la comunidad Kasakela y documentó su estructura social, muy compleja y cohesionada. Pero en los años previos al inicio de la guerra un grupo compuesto por 7 machos y 3 hembras con sus crías comenzaron a pasar más y más tiempo separados del resto en la zona sur del territorio de la comunidad.
La división de los Kasakela
En 1972 quedó claro que los Kasakela se habían dividido en dos. Al nuevo grupo del sur se le llamó ‘Kahama’. En el norte quedó un grupo más grande, formado por 8 machos y 12 hembras adultas, además de las crías, que se siguió llamando Kasakela. Godall observó que los machos de ambos grupos mostraban comportamientos propios de comunidades rivales. Ya no pasaban tiempo juntos, y en ocasiones se acercaban a las nuevas fronteras para amenazarse. Los que antes eran compañeros ahora estaban enemistados. La excepción eran los machos más ancianos de ambos grupos, que aún mantenían sus lazos. Como la vida misma: los viejos tranquilitos y los jóvenes a golpes.
Aunque se habla de guerra, en realidad lo que sucedió entre 1974 y 1978 en Gombe se parece más, salvando las distancias, a un genocidio. Los Kasakela realizaron incursiones durante los 4 años que duró el conflicto, asesinando poco a poco a los machos Kahama, hasta aniquilarlos por completo. Todos los ataques seguían el mismo patrón: los Kasakela formaban patrullas y se adentraban en territorio Kahama, buscando a chimpancés aislados, y les daban palizas terribles. Los investigadores narraron cómo los atacantes parecían tener la intención de matar a los Kahama.
La crueldad de los Kasakela
Goodall y su grupo tuvieron que contemplar actos bárbaros de Kasakelas como Rudolf, un tranquilo macho, lanzando una enorme piedra sobre Godi, la primera víctima. Vieron a Romeo arrancando tiras de piel del muslo de Dé o a Figan apaleando a Goliath, que había sido un referente durante su infancia y al que Goodall tenía mucho cariño. Incluso vieron a Satán bebiendo la sangre que emanaba de la cara de Sniff, en lo que parecía una escena de una película gore. Goodall, que pasó años conviviendo con estos chimpancés pacíficamente, narra cómo tardó varios años en asimilar estas conductas que le atormentaban con pesadillas.
Respecto de las hembras Kahama, Madame Bee, anciana y lisiada por la polio, fue también brutalmente asesinada del mismo modo que los machos. Esto fue algo sorprendente, porque los científicos esperaban que los Kasakela recuperarían a las hembras después del conflicto. Las otras dos hembras adultas desaparecieron en 1975 y no se las volvió a ver. Una hembra adolescente llamada Little Bee, hija de Madame Bee, fue arrastrada en varias ocasiones por los Kasakela a su territorio cuando estaba en celo, para aparearse con ella. Al final, fue asimilada de nuevo en la comunidad Kasakela.
El final del conflicto
Sniff fue el último Kahama en caer, y con su asesinato concluyó la Guerra de los Cuatro Años. La comunidad Kasakela ocupó el territorio de los extinguidos Kahama, aunque pronto se vio envuelta en otro conflicto con los Kalame, una comunidad vecina. No podían estar un rato tranquilos por lo visto.
Se han documentado más conflictos violentos entre comunidades de chimpancés, pero el caso de Gombe Stream fue especial. Como ya hemos mencionado, las comunidades son beneficiosas para los chimpancés. Además, teniendo en cuenta que se ponen súper violentos con sus territorios, una escisión como la que se dio en los Kasakela iba a acabar mal fijo. Entonces, ¿qué pasó en Gombe para que se dividiera la comunidad?
Hipótesis sobre la división
Pues según a quién le preguntes. Hay investigadores que opinan que la división de la comunidad se dio porque Goodall y su equipo utilizaban un campamento en el que alimentaban con plátanos a los chimpancés para facilitar su estudio, y que esto pudo influir en la fisión de los Kasakela. Sin embargo, otros estudios dicen que el principal motivo fue la lucha de poder entre Humphrey, que se quedó con los Kasakela, y los hermanos Hugh y Charlie, que lideraban a los Kahama. Estos machos aspiraban a ser machos alfa en una época en la que había pocas hembras en condición de reproducirse, y se hipotetiza que estas tensiones llevaron a la ruptura de la comunidad. ¿Quién tiene razón? Pues a saber. Estas conclusiones se sacaron a posteriori en base a las anotaciones de Goodall y su equipo, así que no podemos estar seguros.
El impacto del trabajo de Jane Goodall
Sea como sea, la verdadera importancia del trabajo de Jane Goodall y de la historia de los chimpancés de Gombe es el enorme impacto que tuvieron en la comunidad científica. Sus observaciones revolucionaron la primatología y nos hicieron ver cuantísimo podemos parecernos a estos animales que, hasta entonces, creíamos muy inferiores a nosotros. Una vez más la naturaleza diciéndonos que nos bajemos de la parra.
Pese a su increíble trabajo, Jane Goodall no lo tuvo nada fácil. Ser mujer en una comunidad copada por hombres fue un obstáculo constante para ella. Además, se la acusó de ser poco rigurosa por hablar de los chimpancés como si fueran personas, y su activismo medioambiental levantó unas cuantas ampollas. De todos modos el tiempo puso a Jane Goodall en su sitio, y hoy nadie duda de la importancia de sus contribuciones a la ciencia.