Hoy en Memorias de Pez vamos con una de las mayores operaciones militares de la historia. La historia de cómo Alemania, tras conquistar Francia en unas pocas semanas y tras su derrota en la Batalla de Inglaterra, puso toda la carne en el asador para invadir al gigante europeo del este, la Unión Soviética, iniciando una carnicería que no finalizará hasta la propia caída de Alemania en 1945. Así que vamos con la Operación Barbarroja.
Para conseguir recursos para volver a atacar Inglaterra, Alemania decidió atacar por fin a la Unión Soviética aunque más tarde de lo que le habría gustado fruto de las campañas de Grecia y Yugoslavia. La Operación Barbarroja, como así se llamó al ataque, sería una de las mayores operaciones militares de la historia y otra de las claves de la Segunda Guerra Mundial. El domingo 22 de junio de 1941 a las 3:15 se dio luz verde a la Operación Barbarroja que trazaba un frente de más de 1.600 Km.
Esto significa que Barbarroja abarcaba una extensión de terreno nunca vista hasta la fecha y sus operaciones se alargaban desde el mar Báltico hasta el mar Negro. Los ejércitos alemanes involucrados en la Operación Barbarroja constaban de 4.136.000 soldados de los que 3,5 millones eran alemanes y 1 millón eran aliados del Eje entre los que se encontraban fuerzas rumanas, finlandesas, húngaras, italianas y eslovacas. Hablamos de nada más y nada menos que 225 divisiones, armadas con 4.919 carros de combate y 4.006 aviones, 49.592 piezas de artillería, 629.200 vehículos de distinto tipo y 680.000 caballos.
Los primeros días de la operación
La operación constaba de tres grupos de ejércitos: el Grupo de Ejércitos Norte conquistaría Leningrado, el del Centro, Moscú y el del Sur, Kiev. El ataque cogió a los soviéticos completamente desprevenidos. Durante las primeras horas de invasión en el Kremlin aún esperaban que las operaciones alemanas fuesen fruto de algún malentendido que se pudiese solucionar. Pero no había nada que hacer, la maquinaria de guerra alemana estaba engrasada y funcionando a pleno rendimiento.
Durante el primer día de Operación Barbarroja, la Luftwaffe destruyó 1.200 aviones soviéticos de los cuales dos tercios ni siquiera llegaron a despegar. El trabajo de la inteligencia alemana fue clave para obtener información precisa del estado de todos los aeródromos soviéticos próximos a la frontera sin alertar de ello a las desprevenidas fuerzas soviéticas.
Durante los primeros días de la Operación Barbarroja Stalin sufrió una crisis que le hizo estar durante un tiempo indeterminado ausente; la situación le había sobrepasado. Aun así, el líder supremo de la Unión Soviética consiguió reponerse y situarse al frente del país durante el resto de la guerra.
El Avance alemán y la resistencia soviética
Los primeros compases de la Operación Barbarroja fueron un auténtico éxito. Tan solo el primer día en algunos puntos del frente se llegó a avanzar hasta 60 kilómetros. La descoordinación en el Ejército Rojo era total. Para empezar, la frontera que Alemania acababa de cruzar no estaba en condiciones para ser defendida ya que, como hemos visto anteriormente, esta fue ocupada en 1939, cuando Polonia fue conquistada entre Alemania y la propia Unión Soviética.
No obstante, el mayor problema para los soviéticos no fue ese. El gran problema del Ejército Rojo eran sus oficiales. Las purgas de Stalin habían acabado con una gran cantidad de oficiales que habían dejado descabezadas a las fuerzas armadas soviéticas. Los oficiales purgados fueron reemplazados por otros oficiales leales pero cuya experiencia y capacidad militar eran cuanto menos cuestionables.
Los panzer alemanes habían penetrado por la frontera soviética como un cuchillo caliente cortando mantequilla. Inicialmente, en aquellos territorios no rusos, los alemanes son recibidos como héroes, ya que la población les veía como libertadores que venían a liberarlos del yugo comunista. Este sentimiento anticomunista era especialmente importante en Ucrania; sin embargo, el alto mando alemán desechó estos apoyos y fueron igualmente implacables con la población local, un error que Alemania pagará muy caro ya que precisamente eran los recursos humanos el mayor talón de Aquiles de la Wehrmacht.
La campaña en el norte y el sitio de Leningrado
El Grupo de Ejércitos Norte fue el que más sencillo lo tuvo. La resistencia encontrada no fue tan importante como en el sector centro y en el sector sur. En el norte, las tropas alemanas consiguieron con cierta facilidad avanzar por Letonia, Lituania y Estonia hasta situarse a las puertas de su objetivo, la ciudad de Leningrado, la joya de la economía soviética.
Por su parte, las tropas soviéticas se replegaron evacuando los territorios finlandeses que habían ocupado tras la Guerra de Invierno, siendo estos reocupados por el ejército finlandés. A pesar de que Hitler presionó al gobierno finlandés para adentrarse más en territorio soviético, el ejército finlandés se limitó a recuperar los territorios que le pertenecían antes de la guerra y no avanzó más allá.
El alto mando alemán decidió que no se podía permitir tomar Leningrado al asalto y que lo mejor era cortar todas las comunicaciones de la ciudad y sitiarla. De esta manera comenzó el Sitio de Leningrado, el mayor asedio de la historia de la humanidad. Para llevar a cabo con garantías este sitio, los alemanes debían tomar varios puntos estratégicos en las afueras de la ciudad. Lo primero en caer fueron las líneas ferroviarias y por último la carretera y el curso por el río Neva. Los bombardeos con artillería comenzaron el 1 de septiembre.
El alto mando soviético intentó evacuar a 1.400.000 civiles rusos de los que 400.000 murieron en diferentes bombardeos durante la huida. El día 15 de septiembre la ciudad estaba ya totalmente cercada, y los soviéticos solo tenían provisiones para 2 meses. Haré un vídeo explicando exclusivamente lo que ocurrió en Leningrado porque es de auténtica película, pero resumiendo, el Sitio de Leningrado no se levantará hasta enero de 1944 y le costará la vida a 1.000.000 de civiles. Además, los alemanes sufrieron más de 575.000 bajas mientras que las soviéticas ascendieron a 3.500.000 de soldados entre muertos, capturados, heridos y enfermos.
La dura resistencia en el centro y el sur
Un poco más al sur, el Grupo de Ejércitos Centro tuvo que hacer frente a una tenaz resistencia. Contra pronóstico, los soviéticos no se rendían fácilmente sino que presentaban luchas a muerte en diversos puntos del frente aun cuando sus fuerzas se veían rodeadas. Un claro ejemplo de esta resistencia fue el de la Fortaleza de Brest donde 8.000 soldados soviéticos aguantaron mes y medio completamente rodeados y sin apenas provisiones.
A medida que las tropas alemanas avanzaban por Bielorrusia y se acercaban a la frontera rusa, la resistencia soviética era aún mayor. Además, la todopoderosa industria armamentística soviética había sido capaz de movilizar dos de sus armas más temibles como eran el tanque T-34 y el lanzacohetes Katiusha, conocido como el órgano de Stalin por el aterrador sonido que producía al lanzar sus proyectiles.
El 29 de julio, los alemanes capturaron Smolensko, una ciudad estratégica en el camino hacia Moscú en la que 300.000 soviéticos fueron capturados, y es que para finales de julio de 1941, los alemanes habían cosechado unos resultados increíbles. Entre los prisioneros de Smolensko estaba Yákov Dzhugashvili, hijo mayor de Stalin, del cual su padre se despidió con un escueto “Ve y lucha”. A pesar de los excepcionales resultados del ejército alemán, la Wehrmacht tenía un gran problema: la resistencia soviética la estaba retrasando demasiado. Solo en Smolensko, la Wehrmacht tardó un mes en capturar totalmente la ciudad, un tiempo que era oro para los soviéticos que estaban fortificando Moscú con decenas de miles de civiles colaborando en la construcción de defensas en la capital soviética.
Tras la toma de Smolensko, Alemania tenía dos opciones, un ataque directo a Moscú, o hacer que las divisiones panzer girasen al sur para ayudar al Grupo de Ejércitos Sur en la toma de Kiev. Hitler optó por ser cauto y centrarse en Kiev por tres motivos fundamentales. Para empezar, Hitler estaba obsesionado con castigar la economía soviética y creía que hacerse con la industria soviética situada en Ucrania era clave.
Por ello el Führer puso su vista en la zona de Járkov, en Crimea y en los campos petrolíferos del Cáucaso donde podría conseguir todo el petróleo que les faltaba a las fuerzas alemanas. Por otro lado, Hitler temía exponer mucho sus flancos y ser víctima de un contraataque soviético. Y por último y no por ello menos importante, las fuerzas acorazadas alemanas habían perdido la mitad de su capacidad operativa fruto del desgaste que estaba suponiendo la resistencia soviética. Sin embargo, generales importantísimos de la talla de Guderian o Hoth no apoyaban esta decisión y optaban por un rápido avance hacia Moscú que en esos momentos no contaba con muchas fuerzas para su defensa.
Además, ocupar Moscú significaría tomar un importante nudo de comunicaciones que dividiría a las fuerzas soviéticas de facto en dos, por no hablar de que moralmente la toma de Moscú habría significado un golpe durísimo para la tropa soviética. Guderian, con muy buen criterio, opinaba que el retraso que provocaría la marcha al sur de sus divisiones panzer, iba a provocar un importante retraso que conllevaría la llegada del invierno antes de la toma de Moscú.
La campaña en Kiev y el avance hacia Moscú
Finalmente, se cumplieron los deseos de Hitler y el Grupo de Ejércitos Centro se dirigió al sur para tomar Kiev. La capital ucraniana fue tomada y los carros de combate de Guderian fueron capaces de embolsar a 600.000 soldados soviéticos. La campaña fue un auténtico éxito y para finales de septiembre la Unión Soviética ya había perdido 14.000 aviones, 18.000 carros de combate y 2.500.000 soldados, una absoluta barbaridad. Por su parte, Stalin había hecho los deberes y había trasladado gran parte de su industria más al este de los Urales, lejos del alcance alemán.
La conquista de Kiev había sido un éxito, pero hasta octubre Alemania no pudo reanudar su avance hacia Moscú y el general invierno estaba llamando a la puerta. El 1 de octubre la Wehrmacht empieza a avanzar sobre Moscú con muy buenos resultados, pero apenas una semana después comienza a nevar. La nieve rápidamente se funde y convierte las carreteras en un océano de fango por el cual los vehículos no pueden avanzar.
Por su parte, Stalin ha puesto a su mejor hombre al frente de la defensa de Moscú, al mariscal Zhúkov. También ha sido capaz de firmar un pacto de no agresión con Japón, lo que le ha permitido traer desde la frontera nipona a sus divisiones siberianas, bien entrenadas, con experiencia de combate y muy acostumbradas al frío de la vasta Siberia. Aun así, la situación era límite. Stalin ordenó a su gobierno evacuar la ciudad pero él decidió quedarse en Moscú.
También se evacuó en secreto el cadáver de Lenin y se avisó a Reino Unido y Estados Unidos de que estuviesen listos para evacuar sus embajadas. A finales de noviembre comenzaron a sucederse las primeras heladas. El barro se endureció y la Wehrmacht pudo reemprender su avance llegando hasta las puertas de Moscú. Pero para entonces las tropas alemanas estaban exhaustas y no disponían de ropajes de invierno con los que aguantar los -20ºC que hacen que combustibles, aceites y demás suministros se congelen dejando muchos vehículos inservibles.
Zhúkov, consciente de la situación, lanza una contraofensiva con sus divisiones siberianas y consigue hacer retroceder a la Wehrmacht 200 kilómetros, alejando a los alemanes de Moscú. La Operación Barbarroja había finalizado. Los alemanes tienen que olvidar la toma de Moscú y proceder a estabilizar el frente al menos hasta el verano de 1942.