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Memorias de Pez » La guerra civil rusa: El origen de la UNIÓN SOVIÉTICA

La guerra civil rusa: El origen de la UNIÓN SOVIÉTICA

Por Paula Pérez Calvo
14 de julio de 2025 a las 10:17
en Historia
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La guerra civil rusa: El origen de la UNIÓN SOVIÉTICA

Un conflicto entre gente del mismo país. Unos, rojos. Otros, blancos. En un vasto territorio que fue una de las potencias más grandes del mundo.

Para entender cómo estalló la Guerra Civil Rusa, primero hay que poner en contexto cómo estaba el país en los años anteriores. A comienzos del siglo XX, Rusia era un enorme imperio gobernado por los zares, una dinastía que llevaba siglos en el poder. Aparte, era un país muy desigual: Mientras la nobleza y la familia imperial vivían con todos los lujos, la mayoría de la población, es decir, campesinos y obreros, vivía en la pobreza. Sin embargo, la situación empeoró cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914. Rusia entró en el conflicto contra Alemania y sus aliados, pero no estaba preparada. El ejército estaba mal equipado, la economía colapsó y comenzaron a faltar alimentos y combustibles. En las ciudades, la gente pasaba hambre. En el campo, los campesinos estaban hartos de enviar a sus hijos al frente. Y el zar Nicolás II parecía no tener el control de la situación.

En febrero de 1917, tras una serie de huelgas y manifestaciones, el pueblo salió a las calles. El ejército, en lugar de reprimir a la población, se unió a ella. Así, presionado por sus propios generales y aislado políticamente, el zar fue obligado a abdicar y cayó el régimen imperial. Se formó un Gobierno Provisional, liderado por liberales y moderados, que prometió reformas… pero no cumplió con las expectativas. La guerra seguía, el hambre continuaba y los cambios eran lentos. ¿y la gente? Pues estaba hasta las narices.

Vladimir Lenin

Mientras tanto, un grupo más radical estaba ganando fuerza. ¿Adivináis quiénes? Pues sí, los famosos bolcheviques, dirigidos nada más y nada menos que por Vladímir Lenin. Este grupo defendía que había que terminar la guerra, repartir las tierras y dar todo el poder para los soviets, que eran consejos de obreros y campesinos. Así que se pusieron en marcha y en octubre de ese mismo año, los bolcheviques dieron un golpe de Estado y tomaron el poder en lo que se conoce como la Revolución de Octubre. Ahora el poder ya no estaba en manos del zar, ni de los liberales, sino en manos de los comunistas. Y esto no le gustó a todo el mundo. Muchos se rebelaron contra el nuevo gobierno. Así, en 1918, estalló la Guerra Civil Rusa. Vamos a hacer un parón para ver qué bandos se enfrentaron:  

  • Por un lado, los Rojos.

Eran los bolcheviques, el grupo comunista liderado por Lenin. Su gran objetivo era construir una nueva Rusia comunista: sin zares, sin nobles y sin burgueses, una sociedad donde los trabajadores fueran los verdaderos dueños del poder. Para defender esa idea, crearon el Ejército Rojo, que fue organizado desde cero por León Trotski, uno de los líderes más importantes del movimiento. Trotski convirtió a un grupo desordenado de obreros, campesinos y antiguos soldados en una fuerza militar seria, con disciplina estricta y reglas muy claras. Además, era un ejército muy motivado, porque no solo peleaban por sobrevivir, sino por una causa revolucionaria.

León Trotski
  • En el lado opuesto estaban los Blancos, 

Era un conjunto mucho más variado y menos unido. En general, eran opositores al comunismo: antiguos oficiales zaristas, monárquicos que querían restaurar al zar, liberales que buscaban una república democrática, y nacionalistas que querían la independencia de algunas regiones del imperio. Especialmente, se concentraban en el sur de Rusia,  Siberia y el norte del Cáucaso, donde controlaban extensos territorios aunque muy mal comunicados entre sí. Su objetivo común era derrotar a los bolcheviques, pero no se ponían de acuerdo en qué hacer después. Y esa falta de unidad fue uno de sus mayores problemas.

Aunque no todo era Blanco o…Rojo. También hubo más actores que intervinieron en el conflicto. Estaban los anarquistas, que no querían ni un gobierno comunista ni una restauración del zar. Uno de los más famosos fue Néstor Makhno, que lideró un movimiento campesino en Ucrania. Además, los movimientos nacionalistas jugaron un papel fundamental: polacos, finlandeses, ucranianos, bálticos, georgianos y armenios aprovecharon el caos para luchar por su independencia. Esta ola nacionalista había empezado a crecer aún más tras el Tratado de Brest-Litovsk de 1918, en el que los bolcheviques, desesperados por salir de la Primera Guerra Mundial, aceptaron ceder enormes territorios a Alemania y sus aliados. Para muchas naciones dentro del antiguo imperio ruso, esta fue la oportunidad perfecta para separarse y formar sus propios estados. Y por si fuera poco, también hubo intervención extranjera. Reino Unido, Francia, Estados Unidos o Japón enviaron tropas o armas para apoyar a los Blancos, porque temían la expansión del comunismo por Europa. Querían que Rusia volviera a ser una aliada tradicional, como lo fue en la Primera Guerra Mundial. Pero esa intervención extranjera generó rechazo entre muchos rusos, que vieron a los Blancos como traidores que colaboraban con potencias invasoras. 

Pero volvamos a la historia. Tras la Revolución de Octubre de 1917, los bolcheviques lograron tomar el poder en Petrogrado (ahora San Petersburgo) y comenzaron a gobernar desde allí, pero fuera de las grandes ciudades su autoridad no era reconocida por todos. En muchas zonas rurales y regiones alejadas surgió una fuerte oposición y rápidamente se organizaron los llamados ejércitos blancos. La guerra civil se convirtió en una lucha desesperada por el control del territorio, con frentes que cambiaban constantemente y donde los bolcheviques dominaban las zonas más importantes y pobladas, como Moscú y Petrogrado, mientras que los Blancos intentaban avanzar desde sus bases dispersas. En este contexto, el papel de León Trotski fue decisivo. Ya os hemos hecho spoiler antes. Trotski reorganizó el Ejército Rojo desde cero, pero es que, aparte, creó un sistema de trenes blindados que permitía mover rápidamente tropas de un frente a otro, lo que, sin duda, les daba mayor ventaja en cuanto a movilidad frente a sus enemigos. 

Durante 1919, los Blancos lanzaron sus mayores ofensivas: el almirante Kolchak avanzó desde Siberia hacia el oeste, el general Denikin marchó desde el sur en dirección a Moscú y el general Yudénich trató de capturar Petrogrado desde el norte. Por un momento pareció que los Rojos podían perderlo todo, pero los bolcheviques resistieron con tenacidad, reorganizaron sus fuerzas y poco a poco lograron hacer retroceder a sus enemigos. La falta de coordinación entre los líderes blancos, su incapacidad para ganarse el apoyo popular y el creciente desgaste militar acabaron por hundir sus campañas. El resultado fue que para 1920, el Ejército Rojo había logrado imponerse frente a los principales líderes del bando blanco. En el sur, el general Denikin fue derrotado. En Siberia, Kolchak fue capturado y ejecutado. Yudénich, por su parte, fue derrotado tras fracasar en su intento de tomar Petrogrado y se exilió en Europa. Y en 1922, con la toma de Vladivostok, se acabaron los últimos focos de resistencia organizada. Finalmente, en 1923, los últimos territorios del Movimiento Blanco se rindieron y la guerra llegó a su fin.

Ese mismo año, los bolcheviques proclamaron oficialmente la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Por primera vez en la historia, un país adoptaba el comunismo como sistema político y económico, y se instauraba una «dictadura del proletariado», donde el poder no estaba en manos de un rey o de una élite, sino del partido revolucionario que decía representar a la clase trabajadora. Vamos, dicho de otras palabras, que en la práctica pertenecía al Partido Comunista.

Pero la victoria tuvo un precio altísimo. Se calcula que entre 7 y 12 millones de personas murieron durante la guerra, la mayoría civiles. Muchos no cayeron en combate, sino por hambre, enfermedades y las durísimas condiciones de vida. Además, tras la guerra, la policía secreta bolchevique, la Cheká, se encargó de eliminar a cualquier posible enemigo del nuevo régimen. Miles de personas fueron perseguidas, encarceladas o ejecutadas, incluso aunque no hubieran participado en la guerra. Durante el conflicto, los bolcheviques habían aplicado una dura política económica llamada «comunismo de guerra», que consistía en confiscar grano y recursos directamente del campo para alimentar al ejército y las ciudades.

Aunque esta política solamente duró hasta 1921, cuando se reemplazó por la Nueva Política Económica (NEP). Este comunismo de guerra provocó el colapso del sistema productivo, ya que muchos campesinos dejaron de cultivar por miedo a perderlo todo. El resultado fue una de las peores hambrunas de la historia rusa, entre 1921 y 1922, que dejó millones de muertos. La guerra civil rusa fue brutal y dejó un reguero de violencia en todo el país. En el bando bolchevique, se instauró el llamado Terror Rojo, dirigido principalmente por la Cheka, la policía secreta. Entre 1918 y 1922, miles de personas fueron arrestadas, torturadas y ejecutadas sin juicio: antiguos oficiales zaristas, opositores políticos, religiosos e incluso campesinos sospechosos de deslealtad. Se calcula que durante el Terror Rojo murieron entre 100.000 y 200.000 personas.

Por su parte, los Blancos no fueron menos sanguinarios. En las zonas que controlaban, llevaron a cabo lo que se conoce como el Terror Blanco, donde practicaron represalias violentas contra comunistas, judíos y civiles simpatizantes del nuevo régimen. Hubo pogromos, ejecuciones masivas y limpieza política. Solo en Ucrania, durante las campañas blancas, se registraron más de 50.000 muertes provocadas por estas acciones. En todo el país se vivía un clima de miedo, hambre y violencia constante, donde la guerra no solo se libraba en los frentes, sino también en los pueblos y ciudades, afectando sobre todo a la población civil, que sufrió las peores consecuencias de este conflicto salvaje y despiadado.

Etiqueta Guerra CivilRusiaUnión Soviética
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