Hoy vamos a adentrarnos en un tema sobre el que hay bastante incertidumbre y del que no se suele conocer demasiado: las finanzas de la Iglesia Católica. Responderemos a preguntas como: ¿de dónde saca la Iglesia el dinero?, ¿qué patrimonio tiene? o ¿qué sistema económico se sigue en el Vaticano? ¿Estáis preparados? ¡Pues vamos allá!
Lo primero de lo que vamos a hablar es de dónde saca el dinero la Iglesia. Esto varía bastante dependiendo del país en el que nos encontremos. Por ejemplo, en España, una de las principales fuentes de financiación de la Iglesia es lo que se conoce como la asignación tributaria. Esta es la famosa casilla que aparece en la declaración de la renta y que los contribuyentes pueden marcar en caso de que quieran contribuir a la Iglesia, destinando el 0,7 % de su cuota íntegra. Este mecanismo se estableció en 2007 y permite que millones de españoles destinen voluntariamente parte de sus impuestos a la Iglesia sin que ello suponga un coste adicional para ellos. Gracias a esta medida, en 2023 la Iglesia recibió más de 300 millones de euros.
En Italia se utiliza un sistema parecido llamado el “Otto per mille”, donde los contribuyentes pueden asignar el 0,8 % de sus impuestos a confesiones religiosas. Mientras que en otros países europeos como Alemania o Austria, los miembros registrados en la Iglesia pagan una tasa conocida como Kirchensteuer, un impuesto eclesiástico que se descuenta directamente de sus ingresos.

Pero los tributos no son la única fuente de financiación de la Iglesia. También se financia mediante las donaciones directas de sus fieles. Este dinero lo reciben durante celebraciones religiosas, ofrendas o campañas puntuales de recaudación. Esta forma de financiación es mucho más importante en países de América Latina, ya que la mayoría de países de la región, como México, Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Perú o Ecuador, no tienen un impuesto eclesiástico ni una casilla en la declaración de impuestos para dar dinero a la Iglesia. Por lo que, a diferencia del Viejo Continente, la Iglesia en América Latina depende casi exclusivamente de donaciones y fuentes privadas.
Otras fuentes de ingresos menos volátiles pero significativas son las herencias, legados y donaciones recibidas a lo largo del tiempo. Muchos fieles, como muestra de su confianza y devoción, dejan parte de sus bienes a la Iglesia. Además, la institución puede generar ingresos por la gestión de sus activos mediante el alquiler de inmuebles o por actividades turísticas en aquellos edificios o museos que abren al público.
Si queremos saber más o menos cuál es su patrimonio, algunos estudios destacan que, considerando únicamente los bienes inmuebles, la Iglesia podría poseer aproximadamente 2 billones de euros en propiedades, sin contar otros activos u obras de arte. Solo y exclusivamente con las propiedades.
Ya hemos visto de dónde suele sacar el dinero la Iglesia, pero ¿y en el caso del Vaticano? ¿Cómo se financia y cuánto dinero tiene? Pues bien, el caso del Vaticano es algo distinto. Como todos sabréis, la Ciudad del Vaticano se encuentra en el corazón de Roma y cuenta con muchas peculiaridades. Es el país más pequeño del mundo, apenas cuenta con 700 habitantes y el Papa es su jefe de Estado. Pero hoy no venimos a hablar de todas estas peculiaridades, sino de dónde saca el dinero, así que vamos al lío.
En primer lugar, tenemos las donaciones que se realizan por medio del Fondo Oficial del Papa. Con este método, el Vaticano ha obtenido un promedio de 48 millones de euros durante la última década, siendo el año más destacable 2018, donde se recaudaron 77 millones.
También obtiene importantes ingresos de la entrada a los famosos Museos Vaticanos. Los turistas pagan al menos 24 € por persona para visitarlos, y el Vaticano se queda con la parte de los ingresos que queda tras cubrir los costes del personal, exhibiciones, mantenimiento, etc. Además, antes de la muerte del Papa Francisco, el Vaticano ya proyectaba un récord de turistas para 2025, donde se esperan más de 32 millones de visitantes como parte del Año Santo Católico.

Por último, tenemos las inversiones. Sí, el Vaticano invierte tanto en ladrillo como en bolsa. Dispone de más de 5.000 bienes inmuebles, de los cuales 4.200 se encuentran en Italia y, más específicamente, el 92 % de estos en Roma. Pero no solo tiene propiedades en Italia; también posee más de 1.000 propiedades en el extranjero, repartidas en ciudades como Londres, París, Ginebra o Lausana. Estas inversiones le dieron al Vaticano un rendimiento de 48 millones de dólares en el último año, procedentes de las inversiones inmobiliarias. En cuanto a las inversiones en bolsa, suelen ser inversiones socialmente responsables, en bonos y valores de bajo riesgo. Esto quiere decir que se evitan sectores como los juegos de azar, los centros de salud vinculados al aborto, el armamento, el tabaco, etc.
Vale, ya sabemos un poco de dónde saca el dinero el Vaticano, pero ¿quién gestiona todo esto? ¿El Papa? Pues la verdad es que no. El Vaticano cuenta con dos instituciones financieras clave para gestionar todo este dinero e inversiones.
La primera institución de la que vamos a hablar es el Instituto para las Obras de Religión, el IOR, conocido como el Banco del Vaticano. Aunque no tiene accionistas ni propietarios, ofrece cuentas únicamente a entidades y personas vinculadas a la Iglesia Católica. Su función es guardar y administrar los activos de la Iglesia, como parroquias, órdenes religiosas, seminaristas u ONGs.

Cuenta con 111 empleados y gestiona más de 18.900 cuentas bancarias. Entre sus clientes se encuentran instituciones católicas, clero y religiosos como obispos y sacerdotes, empleados y exempleados de la Ciudad del Vaticano, embajadas y diplomáticos acreditados de la Santa Sede. Estas cuentas tienen varios beneficios, como servicios financieros adaptados a las necesidades de la Iglesia, bajas comisiones, código IBAN propio y, lo que más les gusta a sus clientes, la exención de impuestos y regulaciones bancarias extranjeras al operar bajo el estatus especial del Estado de la Ciudad del Vaticano.
A un banco con estas condiciones, como os podéis imaginar, no le ha faltado polémica. En 2010, la justicia italiana congeló 23 millones de euros del IOR por presunto lavado de dinero. En 2013 y 2014 se arrestó a empleados por intentar trasladar fondos ilegalmente desde Suiza, aunque muchos cargos acabaron con sentencias leves o archivándose. En 2017, dos directivos fueron considerados culpables por no reportar transferencias sospechosas. Y en 2018, Angelo Caloia, expresidente del IOR, fue acusado de malversar 62 millones de euros mediante supuestas estafas inmobiliarias.
Vamos ahora con la otra institución: la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica. En este caso, la APSA se encarga de administrar edificios, inversiones, pagar nóminas y financiar el funcionamiento del Vaticano. Vamos, que mientras que el IOR se puede considerar la caja de la Iglesia, donde los de dentro pueden guardar el dinero, la APSA sería más el administrador del patrimonio del Vaticano.

¿Vale, ahora que ya conocemos mejor las instituciones, cuánto dinero maneja cada una de ellas? Por un lado, el IOR cuenta con activos totales de 5.380 millones de euros y gestión de activos por 2.950 millones de euros en 2023. Mientras que la APSA valora en 2.700 millones de euros el total del patrimonio de la Sede Apostólica en 2023. A esto se suman los más de 5.000 inmuebles que gestiona. En conjunto, hablamos de más de 8.000 millones de euros en activos financieros, a los que hay que añadir el impresionante patrimonio artístico y cultural del Vaticano: museos, basílicas, así como los fondos de caridad.
Vale, pero ¿es todo ese dinero mucho o es poco? Para ponerlo en perspectiva, esos 8.000 millones de euros en activos es más que el PIB anual de países como Mónaco, que cuenta con 39.000 habitantes, o Andorra, donde viven 77.000 personas. Esto, aunque es difícil de comparar directamente, ya que el Vaticano no tiene un PIB como tal, nos da una idea de la increíble riqueza que posee.
¿Y en qué se gasta toda esa riqueza? Pues una gran parte se destina a la restauración y mantenimiento de monumentos históricos y religiosos como la Basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos, que cuestan cada año decenas de millones de euros para mantenerlos en buen estado. Otra gran parte se emplea en cubrir gastos operativos, la financiación de actividades pastorales, proyectos benéficos alrededor del mundo y el pago de salarios del clero y del personal administrativo.
Por cierto, el Papa no tiene sueldo, ya que sus necesidades se cubren a través del funcionamiento general del Vaticano. Sin embargo, los altos cargos sí que tienen salario. Los cardenales que ocupan cargos relevantes ganan alrededor de 5.000 € mensuales, mientras que obispos y sacerdotes suelen recibir entre 1.000 y 2.500 € al mes. Además, el personal laico que trabaja en funciones administrativas, técnicas o de seguridad tiene sueldos que oscilan entre 1.200 y 3.000 € mensuales.
¿Y tiene el Vaticano beneficios con todos estos gastos? Pues en 2023 tuvo un déficit operativo de cerca de 90 millones de dólares. Esto significa que en ese periodo los ingresos de donaciones, alquileres, entradas a museos vaticanos, etc., no fueron suficientes para cubrir la totalidad de sus gastos. Es por eso que, para cubrir estos gastos, el Vaticano tira de sus inversiones, que le sirven de colchón para hacer frente a estas pérdidas.
Como hemos visto, la economía del Vaticano tenía bastantes problemas: déficit, corrupción, poca transparencia. ¿Y sabéis a quién era al que más le preocupaban todos esos problemas? Pues sí, al Papa Francisco, el cual incluyó bastantes medidas para intentar mejorar la economía vaticana.

Por ejemplo, el Papa creó órganos de supervisión económica, como el Secretariado para la Economía y el Consejo para la Economía, incluyó un código de conducta y llevó a cabo auditorías externas. También hizo limpieza en el Instituto para las Obras de Religión con el cierre de aproximadamente 5.000 cuentas bancarias inactivas. Publicó por primera vez desde 2016 presupuestos y balances de la Curia con información sobre ingresos, gastos y patrimonio, y además redujo los sueldos y suprimió bonificaciones para cardenales y altos funcionarios.
Todas estas medidas han dado lugar a una reducción del déficit, mayor transparencia y credibilidad. Y aunque siguen quedando cosas por mejorar, suponen un gran avance en la transparencia y economía del Vaticano.