Hoy os vamos a hablar sobre las obras más impresionantes del mundo antiguo, el orgullo de todas las grandes civilizaciones. Unos enormes y maravillosos hitos de la construcción, que fueron levantados hace mucho mucho tiempo. Si amigos, lo habéis adivinado, hoy en Memorias de Pez os vamos a contar cuáles fueron las 7 maravillas del mundo antiguo.
Pero vamos a empezar por el principio. ¿Qué son las Siete Maravillas del Mundo Antiguo?. Pues para que os hagáis una idea, eran una especie de guía turística de la antigüedad, donde se destacaban las construcciones más impresionantes de la época. Vamos, el blog de viaje de tu amiga Pili.
En la actualidad, tenemos claro cuáles fueron las 7 maravillas de la antigüedad, pero los autores de esa época no estaban de acuerdo. Cada autor creaba su propia lista y se peleaba con el otro para ver cual molaba más. Eran los influencers turísticos del momento. Sin embargo, todos aceptaban en sus listas que las 7 maravillas de las que os vamos a hablar en el video de hoy eran construcciones extraordinarias, o por su belleza o por su tamaño, o por ambos.
Por cierto, un dato curioso. Es interesante saber que la palabra «maravilla» en griego antiguo era «thaumata» que proviene de la palabra «theamata», que significaba «vistas» o «cosas para ver». Ya veis, que es exactamente lo que os decimos. La intención de los griegos era recopilar los principales lugares, y las construcciones más destacables para informar al resto del mundo. Pensad que en aquellos tiempos, viajar era millones de veces más difícil y, si uno pasaba por Egipto, imaginad lo terrible que sería haberse perdido tremendo show. Además, estas maravillas tenían un impacto económico en sus regiones al atraer visitantes que participaban en el comercio y ofrecían donaciones o pagos. Por ejemplo, el Templo de Artemisa servía como un importante centro de comercio y peregrinación, contribuyendo a la economía de la ciudad de Éfeso. Del mismo modo, el Faro de Alejandría no solo servía como una guía vital para los barcos que se dirigían al puerto de Alejandría, sino que también simbolizaba la importancia económica y cultural de la ciudad. Por supuesto, no vamos a quitar relevancia a la importancia a la razón principal de su existencia en muchos de los casos, que era la representación del poder político y religioso.
1. GRAN PIRÁMIDE DE GUIZA

La primera maravilla de la que os vamos a hablar es la Gran Pirámide de Guiza, ubicada en Egipto. Se trata de la obra más antigua de estas 7, construida durante el reinado del faraón Keops. Es la maravilla más grande y alta de todas, y es la única que sigue en pie a día de hoy, tras 4000 años. Lo que le flipaba a la gente de la antigüedad, y sigue impresionando a los turistas, no era lo que había en el interior de la pirámide, si no la propia estructura, con una simetría perfecta y una altura demencial. Desgraciadamente, la capa de caliza blanca que hacía que resplandeciese la pirámide a kilómetros de distancia, desapareció con el tiempo. Además, la pirámide contaba con una pequeña estructura en la parte de arriba llamado Piramidión. Decimos pequeña estructura en comparación con el resto de la pirámide, porque era enorme. Aunque sabemos que otras pirámides lo tuvieron hecho de oro, no estamos seguros de que la Gran Pirámide de Guiza lo tuviera. Y por cierto, aunque la pirámide de Kefrén también es colosal e incluso se ve más grande que la de Keops por estar construida en un alto, no llegó a entrar en la lista que ha llegado a nuestros días.
2. LOS JARDINES COLGANTES DE BABILONIA

El siguiente, son los jardines Colgantes de Babilonia. Acerca de la existencia de esta obra hay muchísimas dudas. Si realmente existieron como se dice, fueron construidos por el emperador babilonio Nabucodonosor II en el siglo VI a.C. para su esposa. Diodoro Sículo, los describió como una serie de terrazas superpuestas, con riego automático y animales y plantas exóticas, que alcanzaban los 23 metros de alto. Una locura. Este autor, también contaba en sus escritos que la esposa de Nabucodonosor, Amitis de Media, echaba de menos las montañas y plantas de su tierra, así que el rey, como acto de amor, mandó construir una montaña artificial para ella en Babilonia. De haber existido, se demostraría un nivel de habilidad en ingeniería súper avanzado, porque intentad imaginar lo que es mantener un jardín de tal tamaño en los desiertos de la actual Irak. Según los últimos estudios, puede ser que estos Jardines no se encontrasen en Babilonia y que no fuesen idea de Nabucodonosor, sino del rey asirio Senaquerib para su palacio en Nínive, una ciudad que era muy famosa por sus jardines y sus parques.
3. EL TEMPLO DE ARTEMISA

El templo de Artemisa, no era un templo cualquiera. Era tan grande que probablemente tenías que usar prismáticos para ver un extremo de otro, ya que medía 129 metros de largo, 69 metros de ancho y contaba con 127 columnas de 18 metros de altura. Una pena que no existiesen los prismáticos. Se encontraba en Éfeso, una antigua ciudad griega, y, obviamente que con tal magnitud, tardó más de un centenar de años en construirse. ¿Y quién pagó por todo esto? El rey Creso de Lidia, que no escatimaba en gastos cuando se trataba de construir templos. Pero aquí viene lo increíble: un tipo llamado Heróstrato, que claramente quería ser el centro de atención, le prendió fuego al templo. Y por mucho que su construcción durase, solo una noche fue necesaria para destruirlo. Los efesios intentaron borrar al energúmeno este de la historia, pero gracias a Estrabón, un geógrafo e historiador griego, todavía sabemos quién fue el culpable. Para añadir más trama a la película, resulta que Alejandro Magno nació exactamente la misma noche que el templo se quemó. Él, años después, ofreció reconstruirlo, pero los efesios pasaron de la oferta. El templo se levantó de nuevo, aunque más pequeño, y luego fue destruido dos veces más, la última por una invasión goda en el 401 d.C.
4. ESTATUA DE ZEUS

Hablemos ahora de la Estatua de Zeus. Esta Maravilla se ubicaba en Olimpia, un santuario que se encontraba en la Antigua Grecia. La estatua la hizo Fidias, el más famoso escultor griego del siglo V a.C., que era como el Picasso de su época. Y dentro del santuario os podéis imaginar a Zeus, el jefe de los dioses griegos, sentado en su trono, con piel de marfil y ropas de oro y que medía unos 12 metros de alto. Y la enorme estatua no era lo único llamativo. El trono estaba decorado con imágenes de dioses, animales mitológicos, y escenas de batallas, cada uno narrando historias del mundo antiguo y mostrando la complejidad de las creencias y mitologías griegas. Pero bueno, llegó un momento en que el templo se quedó vacío porque el cristianismo estaba de moda, y también porque se dejaron de hacer los Juegos Olímpicos. La estatua, para no quedarse atrás, se mudó a Constantinopla. Pero, qué mala suerte, allí se encontró con un terremoto o un incendio en los siglos V o VI. Ahí se acabó la historia de esta estatua.
5. EL MAUSOLEO DE HALICARNASO

La siguiente maravilla también os impresionará: El Mausoleo de Halicarnaso. Era la tumba de Mausolo, un gobernador persa, construida en el 351 a.C. en lo que hoy es Bodrum, Turquía. Cuando murió Mausolo, que no murió solo, su esposa quiso hacerle una tumba espectacular. Una pena, porque la mujer murió solo dos años después y, para no separarse ni en la muerte, la enterraron junto a él en el mausoleo. Si amigos, de aquí viene la palabra “mausoleo”. Este sitio no era cualquier tumba. Medía 41 metros de alto y estaba llena de esculturas hermosas. Pero bueno, como pasa con casi todo lo bueno, varios terremotos lo dejaron hecho una ruina. Y ahí viene la parte curiosa: en 1494, los caballeros de San Juan de Malta usaron sus piedras para construir un castillo en Bodrum, donde todavía se pueden ver.
6. EL COLOSO DE RODAS

El Coloso de Rodas era una estatua gigantesca del dios Helios, patrón de la isla de Rodas. Esta maravilla se construyó en el siglo III a.C., y medía más de 33 metros de altura. A diferencia de las representaciones populares, no estaba situada con un pie a cada lado del puerto, sino que se erguía sobre un pedestal con las piernas juntas, de forma similar a la Estatua de la Libertad en Nueva York.
¿Y cómo se financió? Curiosamente con el dinero obtenido de la venta del equipo de asedio y armamento que dejó el ejército invasor de Demetrio, tras ser derrotado por los habitantes de Rodas en el año 304 a.C. Pero la alegría duró poco, solo 56 años, porque un terremoto, cómo no, lo mandó al suelo en el 226 a.C. Las ruinas, que seguían siendo impresionantes, se quedaron allí tiradas más de 800 años, convirtiéndose en un punto turístico de esos que no te puedes perder. El escritor Plinio el Viejo dijo que los dedos del Coloso eran más grandes que muchas estatuas completas de su tiempo. Y para terminar esta historia, un comerciante judío de Edesa compró todo ese bronce alrededor del 654 y se lo llevó en nada menos que 900 camellos para fundirlo.
7. EL FARO DE ALEJANDRÍA

Y por último, el Faro de Alejandría, estaba situado en la isla de Faros, cerca de Alejandría en Egipto. Este gigante medía unos 134 metros de altura, lo que le convertía en uno de los edificios más altos de la antigüedad. Fue encargado por Ptolomeo I Sóter y completado alrededor del año 280 a.C. durante el reinado de Ptolomeo II Filadelfo. Lo más impresionante del faro era su luz, que se veía hasta a 56 kilómetros mar adentro. Imagínate, de día usaban un espejo enorme para reflejar la luz del sol y de noche encendían una fogata que iluminaba el cielo. La estructura era toda una obra de arte: una base cuadrada, una sección media octagonal y la parte de arriba circular. Sin embargo, el faro sufrió daños graves por terremotos en los años 956, 1303 y 1323, y para 1480 había desaparecido por completo. En su lugar, ahora está el fuerte egipcio Quaitbey, construido en el siglo XV, y ¿sabéis qué? Usaron las piedras del faro antiguo para construirlo. Así que, de alguna manera, el faro sigue ahí, solo que con un look un poco más moderno.
En conclusión, las Siete Maravillas del Mundo Antiguo no solo representan el esplendor arquitectónico y artístico de civilizaciones pasadas, sino también la fascinación constante de la humanidad por lo grandioso y lo extraordinario.