A lo largo de la historia, ha habido mártires cuyo único crimen fue pensar de manera distinta al resto o desafiar los dogmas y las creencias establecidas. Estos hombres y mujeres, desde filósofos hasta científicas o escritoras, compartieron el destino común de ser perseguidos, juzgados, y en algunos casos, ejecutados.

EDAD ANTIGUA
Sócrates
Nos remontamos a la Antigüedad para empezar con los casos de los primeros mártires. Pioneros del pensamiento, armados con nada más que su intelecto, se enfrentaron a sociedades que, temerosas de lo desconocido y aferradas a sus tradiciones, no dudaron en silenciar sus voces.
Indudablemente, tenemos que comenzar con la historia del gran filósofo ateniense, Sócrates. Este señor tenía una gran capacidad para cuestionar todo (y a todos), lo que le llevó a ser considerado como precursor de la dialéctica con su “método socrático”, que desarrolla el pensamiento crítico, y es considerado como un padre de la ética en la filosofía occidental. Durante gran parte de su vida, fue un gran patriota y un hombre religioso, pero sus críticas alcanzaron el Estado Ateniense. Así que no es de extrañar que se ganase enemigos en la ciudad de Atenas que, más tarde, lo llevarían a juicio. Se le acusó de “impiedad pública” y de “corromper a la juventud”. Juventud a la que supuestamente alejaba de la religión y de los principios de la democracia con su método de cuestionamiento constante. El día del juicio de Sócrates, se le dio a elegir entre renegar de sus ideas o ser condenado a muerte por la ingesta de cicuta, un veneno mortal. Pero, antes de rectificar de sus principios, decidió tomar cicuta, quitándose así la vida en el año 399 a.C.

Hipatia de Alejandría
A finales de la Antigüedad, el caso de Hipatia de Alejandría resalta especialmente. Quizá la conocéis por la película “Ágora” de Alejandro Amenábar, donde se cuenta su terrible historia. La mayor científica de su tiempo, matemática, filósofa y astrónoma, y profesora, fue puesta en el punto de mira por enseñar tanto a cristianos como a paganos, sin importar sus diferencias religiosas. Pero en una época donde las peleas de poder entre grupos cristianos y paganos eran constantes, ser una mujer influyente la situó en una posición muy peligrosa. Y es que Hipatia era pagana y contaba con gran influencia política entre miembros destacados del poder político, como el prefecto romano Orestes. Así que un grupo de cristianos muy extremistas, posiblemente impulsados por el obispo Cirilo, la atacaron en la calle, la mataron a pedradas y la desmembraron.
Mansur al-Hallaj
En Oriente, un caso similar al de Sócrates fue el de Mansur al-Hallaj, un poeta y místico sufí persa del siglo IX. Al-Hallaj eligió morir antes que renunciar a sus ideales y pensamientos, los cuales desafiaban las interpretaciones ortodoxas del Islam en varios aspectos. Pero no fue acusado y juzgado por esto. Parece ser que Mansur al-Hallaj, fruto de sus prácticas sufíes era capaz de entrar en trance y, en uno de estos episodios, pronunció la frase “Ana al-Haqq”, que significa “Yo soy la verdad”. Su frase se interpretó como una afirmación de que él era Dios. Menuda metida de pata. Esta y otras expresiones similares fueron vistas como herejías contra la estricta unicidad de Dios (Para el Islam, Dios es Uno y no tiene igual). Después de pasar 11 años encarcelado en Bagdad, Al-Hallaj fue sometido a un brutal castigo público, incluyendo la amputación de sus extremidades, antes de ser ejecutado y decapitado. Después de su ejecución, su cuerpo fue quemado y sus cenizas fueron esparcidas para evitar que su tumba se convirtiera en un lugar de peregrinación. La profunda identificación mística de al-Hallaj con lo divino le costó la vida, pero su historia sigue siendo un testimonio poderoso de la complejidad de la fe y la interpretación espiritual.
EDAD MEDIA y MODERNA
Una vez que la expansión del cristianismo llegó a sus máximos, la Iglesia dominaba prácticamente la vida intelectual y social de Europa. No es de extrañar que aquellos que desafiaron la autoridad eclesiástica fueran a tener un problema gordo. Y con problema gordo nos referimos a que iban a ser condenados como herejes y, probablemente, quemados en la hoguera. Aunque ya sabéis que los casos que llegaban a este punto eran pocos. Antes de llegar a la ejecución, se ofrecía a los acusados una oportunidad de retractarse de sus pensamientos herejes y algunos lo hicieron con tal de salvar sus vidas. Sin embargo, hubo quienes no se retractaron de sus ideas.

Tomás Moro
Otro caso es el de Tomás Moro, un destacado pensador, escritor, y político inglés, conocido por su obra «Utopía». Sí, esa obra en la que se presenta un modelo alternativo de organización social con un sistema de gobierno y unas prácticas culturales muy distintas e “ideales” para Tomas Moro. Pero a Tomás Moro tampoco se le juzgó por esto. No. Se le acusó por ir en contra del divorcio del rey Enrique VIII, que estaba casado con , hija de los RRCC, y por su negativa a aceptar al rey como Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra. Esta negativa era esencialmente una oposición al Acta de Supremacía de 1534, que declaraba que el rey tenía autoridad espiritual y temporal suprema en su reino, esencialmente negando la autoridad papal. Tomás Moro creía firmemente en la supremacía del Papa sobre la Iglesia y consideraba que el rey no tenía derecho a usurpar esa autoridad. Su firmeza en estas convicciones lo llevó a la Torre de Londres y, finalmente, a su ejecución por decapitación en 1535.
Giordano Bruno
Pasemos a hablar de Giordano Bruno , otro mártir de la libre expresión y el pensamiento. Filósofo, astrónomo y monje italiano que propuso la idea de que existía un universo infinito y la posibilidad de múltiples mundos habitables, desafiando la visión aristotélica del cosmos que la Iglesia había adoptado. Sus ideas, además de su crítica a la corrupción eclesiástica, le valieron la enemistad de la Iglesia Católica. Y tras un largo juicio de 7 años por la Inquisición Romana, fue condenado por herejía y quemado en la hoguera en el año 1600 en el Campo dei Fiori en Roma.
Miguel Servet
En el siglo XVI, tras la Reforma Protestante, estos juicios continuaron. Como el caso de Miguel Servet. Un teólogo y científico español, conocido tanto por sus descubrimientos médicos como por sus escritos, en los que cuestionaba la doctrina de la Trinidad. Se echó demasiadas piedras a su tejado, y acabó siendo perseguido tanto por católicos como por protestantes. Fue arrestado en Lyon, llevado a juicio y declarado culpable. Pero escapó…por poco tiempo. Se le arrestó de nuevo en Ginebra y tras otro juicio, fue quemado en la hoguera en 1553 por herejía.
Galileo Galilei
Uno de los ejemplos más icónicos es el de Galileo Galilei. Este señor promovió la teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico del sistema solar, desafiando la visión apoyada por la Iglesia católica en la que la tierra era el centro del universo. Y sí, con esta proposición, la Inquisición sentó las principales acusaciones de su juicio por herejía. Obviamente, era una proposición contraria a lo que se decía en las Sagradas Escrituras. Bajo amenaza de tortura, negó su afirmación de que la Tierra se movía alrededor del Sol para evitar una sentencia peor. Pero vamos, que no se escapó de pasar el resto de su vida bajo arresto.

EDAD CONTEMPORÁNEA

Rosa Luxemburgo
Esta mujer fue una figura destacada de la izquierda socialista y marxista polaca de ascendencia judía que luchó incansablemente por la justicia social y la democracia. Se distinguió como líder en el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y militó dentro del Partido Socialdemócrata de Alemania, hasta que, en 1914, se distanció de este último por su decisión de financiar la Primera Guerra Mundial. Su firme oposición a la guerra y a las corrientes conservadoras dentro del socialismo la llevó a promover una revolución con el objetivo de empoderar al proletariado. Esta postura la condujo a integrarse en el grupo internacional que, en 1916, evolucionó para formar la Liga Espartaquista, un colectivo marxista que fue el precursor del Partido Comunista de Alemania. En 1919, tras la Revolución Alemana, fue arrestada y asesinada por los Freikorps, un grupo paramilitar de extrema derecha. Su muerte no apagó su legado; por el contrario, Rosa Luxemburgo se ha convertido en un ícono eterno de la lucha por la libertad y la justicia, inspirando a activistas en todo el mundo.

Oscar Wilde
La historia de Oscar Wilde es ilustrativa. El brillante escritor irlandés, conocido por su novela “El retrato de Dorian Gray” fue criticado y juzgado por «indecencia grave» y «sodomía» debido a sus relaciones homosexuales, en un tiempo en el que era inmoral e ilegal la homosexualidad. Wilde fue condenado a dos años de trabajos forzados, una experiencia que deterioró gravemente su salud física y mental. Como consecuencia, y tras su liberación, murió a los 46 años de meningitis en París en 1900.
Mahatma Gandhi
Es importante también hacer referencia a Mahatma Gandhi, una figura clave en la lucha por la independencia de India. Gandhi abogaba por la resistencia pacífica y fue un precursor en la defensa de la no violencia. Aunque nunca enfrentó un juicio formal por sus ideas, su vida y asesinato ilustran los riesgos de cuestionar el orden establecido, especialmente desde una postura que promueve la paz y la justicia social. Sus propuestas sobre justicia social, igualdad y armonía entre las religiones le enfrentaron tanto a las autoridades coloniales británicas como a sectores dentro de la India. No fue procesado en un tribunal, pero sus convicciones condujeron a que un extremista hindú, Nathuram Godse, lo asesinara en 1948.
Estas historias son testimonios de la inquebrantable fe en la búsqueda de la verdad o de la justicia. Y gracias a ellos, inspiraron a las siguientes generaciones a cuestionar, explorar y a soñar con un mundo diferente. Sus enseñanzas fueron claras: es posible desafiar a los gigantes y, en ocasiones, cambiar el curso de la historia, aunque eso signifique tu propia muerte.
Tenemos una pregunta para vosotros, ¿Qué otros personajes de este estilo conoces?