Desde que Rusia comenzó su invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022, las cosas no le han acabado de ir demasiado bien. La imposición de un montón de paquetes de sanciones por parte de actores geopolíticos de primer orden afectaron a grandes sectores estratégicos rusos, principalmente a las exportaciones de grano, gas y petróleo. Las empresas rusas también han sido privadas de poder comprar en Occidente algunas piezas y repuestos para un montonazo de industrias como puede ser la industria de la aviación. Los bancos rusos también han sido sancionados, y durante este tiempo han experimentado todo tipo de restricciones a la hora de operar con bancos occidentales y tanto a magnates como al gobierno ruso se le han congelado activos por valor de más de trescientos mil millones de dólares. Además, a las sanciones impuestas por las autoridades de sus rivales, los rusos se han tenido que enfrentar a la espantada de muchas empresas privadas que han cesado su actividad en Rusia.
Situación en el frente y desgaste militar
Y por si todo esto fuera poco, a Rusia las cosas no le han ido especialmente bien en el frente. Lo que al principio parecía que iba a ser un paseo militar de una semana, se ha convertido en una gran guerra de desgaste en la que los rusos ya se han dejado el 90% de su ejército original previo a la invasión. Ucrania ha conseguido destruir más de 2.000 tanques rusos, el resto del parque acorazado ha sufrido miles de bajas, el 20% de la flota del Mar Negro está fuera de combate, decenas de cazas y helicópteros han sido derribados, multitud de sistemas antiaéreos y rafdares que son carísimos se han convertido en chatarra y miles de mercenarios de distintas empresas militares privadas han estado engrosando las filas rusas. Todo esto por no hablar de lo que cuesta mantener una invasión en un país extranjero manteniendo cientos de miles de soldados en terreno enemigo y de los destrozos que los drones, misiles y equipos de sabotaje ucranianos están llevando a cabo contra las infraestructuras estratégicas rusas.
¿Queréis más? Pues sí, Rusia además ha sufrido un gran éxodo de población muy cualificada que ha huido del país para evitar ir a la guerra. Un talento que a buen seguro no facilita la recuperación de Rusia. ¿Entonces? ¿Cómo es posible que dos años después del inicio de las hostilidades Rusia continúe a pie de cañón? ¿Por qué su economía no ha colapsado? Y… ¿Por qué es muy poco probable que Rusia colapse a corto-medio plazo? Pues venga, pónganse cómodos que enseguida lo vamos a ver.
Resiliencia económica y estrategias de supervivencia
Con todos los problemas de la guerra, la economía rusa se contrajo en 2022 un 2,1%, lo cual es bastante para una economía sana, pero no es muy grave para un país que tiene tantos problemas. Y de hecho, el PIB ruso creció un 3,6% en 2023 y está previsto que siga creciendo en 2024. Es cierto que hay indicadores de ciertas industrias que no son muy halagüeños para Rusia. Por ejemplo, los problemas con los aviones comerciales en Rusia se han disparado hasta triplicarse en 2023. También es cierto que el rublo ha perdido aproximadamente un 20% de su valor desde el inicio de la guerra hasta estabilizarse en torno al céntimo de euro. A pesar de que esto es relativamente grave, tenemos que ser honestos y decir que el país ha sido capaz de sortear la gran crisis que todo el mundo le vaticinaba. Así que venga, vamos a ver qué leches está haciendo Rusia.
Lo primero que ha hecho Rusia para escapar de la crisis es aprovechar sus materias primas. Y es que si por algo destaca el país más extenso del mundo es por ser la cuna de una montón de minerales estratégicos, por tener tierras muy fértiles y sobre todo por tener una gran red de instalaciones de gas y de petróleo. De hecho, a pesar de que la Unión Europea ha tratado de emanciparse del gas y petróleo rusos, esta le ha estado comprando un montón de gas y de petróleo. La suerte que tuvieron los rusos es que la guerra que ellos mismos comenzaron provocó un shock en la oferta que hizo que los precios del gas y del petróleo se disparasen. Esto provocó que a muchas economías les entrara la urgencia de llenar sus depósitos hasta los topes por lo que pudiera pasar, lo que subió aún más los precios. Vamos, que la oferta bajó y la demanda subió. Hasta que la situación se normalizó y otros productores aumentaron su producción de gas y petróleo haciendo que los precios se moderasen de nuevo, Rusia se llevó un gran pellizco que se tradujo en un 28% de aumento en las ventas de estos hidrocarburos en 2022.
La OPEP+, el cartel de países que controla el precio del petróleo, llamó al orden a Rusia y le instó al país de Putin a que redujera su producción para no seguir echando abajo el precio del petróleo pero bajo manga los rusos siguen exportando un montón de oro negro. Eso sí, es cierto que Rusia ha tenido que vender su petróleo con un descuento que ha variado entre el 10 y el 20%. ¿Por qué? Esto es muy sencillo de entender. A medida que Occidente le ha ido cerrando la puerta al petróleo ruso, Moscú ha tenido que centrarse en venderle el crudo a dos potencias, India y China.
Sin embargo, ni los chinos ni los indios son tontos, y estos han negociado con las autoridades rusas un descuento a cambio de seguir comprándole mucha cantidad. De hecho, ambas han pedido a Rusia también comprar el crudo en sus respectivas monedas, de forma que Rusia se ha juntado con un montonazo de Rupias y Yuanes con las que no sabe muy bien qué hacer. El problema de las rupias es que su valor con respecto al euro y al dólar cae y cae sin cesar, por lo que Rusia está en una carrera contrarreloj para deshacerse de ellas. La pregunta es, ¿Cómo?
Bien, ya hemos visto que el salvavidas de Rusia ha sido la venta de materias primas, pero con lo sancionada que está Rusia, ¿cómo es capaz de exportarlas con total impunidad sin que los terceros países que compran estas materias primas sufran las represalias de Occidente en forma de sanciones? Bueno, en este caso los rusos se han tenido que estrujar un poco más la cabeza para encontrar soluciones. ¿Y dónde la han encontrado? Inspirándose en los campeones mundiales de saltarse sanciones de Occidente, Corea del Norte e Irán.
Pues sí amigos y amigas memoriónicos, a imagen y semejanza de estos países, Rusia se ha hecho con una buena flota de barcos petroleros y mercantes fantasma. Para ello, armadores rusos han comprado más de 500 barcos viejos provenientes de Oriente Medio, África, China e incluso de Europa, siendo las navieras griegas una pieza fundamental en el nuevo entramado exportador ruso.
Estrategias de evasión y nuevas rutas comerciales
La práctica más habitual es que estos barcos modifiquen o directamente apaguen sus balizas de localización y se hagan intercambios en alta mar en los que la carga pasa de un barco a otro en cuestión de un par de días. El problema es que todos estos viejos barcos petroleros que operan sin seguro y con unas condiciones mínimas de seguridad es muy posible que sufran accidentes y provoquen enormes vertidos de petróleo en costas de todo el mundo. Además, nadie sabe quiénes son las aseguradoras si es que las hay.
De esta forma, los indios pueden importar entre 1,5 y 2 millones de barriles de petróleo ruso al día y las refinerías chinas tienen barra libre para abastecerse de petróleo barato. De hecho, todo esto va mucho más allá. Y es que India lo que está haciendo es importar petróleo ruso gracias a esta flota de petroleros fantasma, después ese petróleo se procesa en las refinerías de la India donde se convierte en gasolina. Pues bien, es entonces cuando ese petróleo ruso ya no se considera petróleo ruso sino gasolina india. Así que lo único que queda es que India exporte esa gasolina, por ejemplo, a Europa. Y voilà, así es como Rusia se salta las sanciones y como Europa, de forma indirecta, sigue consumiendo petróleo ruso.
Pero todo este dinero que Rusia gana exportando sus materias primas no explica del todo el por qué las diferentes industrias rusas no colapsan por culpa de que Occidente no permite a sus empresas exportar material y bienes de equipo occidentales a Rusia, unos componentes que la industria rusa necesita sí o sí para poder operar. Pues bien, aquí es donde entra el tercer punto, las compras a través de terceros países. Estas son las exportaciones que distintos países cercanos a Rusia hacen al país del Vodka. ¿No veis nada raro en este gráfico? Todas estas exportaciones se han disparado justo cuando empezó la guerra de Ucrania, ¿no? Y ahora… echad un ojo a este otro gráfico, las exportaciones de Alemania a Kirguistán, un país aliado y vecino de Rusia. Vaya, cualquiera diría que es una coincidencia que justo estas se disparasen cuando Occidente sancionó a Rusia.
Pues sí, blanco y en botella, leche. Básicamente algunos países de la órbita rusa como, Kirguistán o Armenia y otros menos sospechosos de ser amigos de los rusos como Georgia o Turquía, están aprovechando para hacer el agosto y comprar ellos diferentes productos en Occidente para luego transferirlos a Rusia de forma secreta.
De hecho, en este gráfico podéis ver cómo en toda Europa, salvo honrosas excepciones, han crecido las exportaciones de países de Asia Central mientras que han decrecido las exportaciones a Rusia. De esta manera, por un pequeño coste extra, la industria rusa puede proveerse de un montón de componentes como microchips, maquinaria o material de precisión. No obstante, toda esta operativa requiere de discreción, de un buen entramado empresarial que esconda todas estas operaciones, de mucha gente sin escrúpulos y sobre todo de una base donde la legislación sea, digamos, laxa. ¿Y qué lugar es el mejor para esto? La perla de la Península Arábiga, Dubái.
Allí, las autoridades que aspiran a convertir a Dubái en la referencia mundial del comercio internacional hacen la vista gorda, y los intermediarios que comercian con Rusia tienen sus sedes sociales, sin que nadie ni nada les perturbe mientras llevan a cabo sus negocios sucios. Emiratos Árabes Unidos es perfectamente consciente de esta situación, pero allí no ven con malos ojos a los rusos y de hecho se sabe que los servicios de inteligencia de ambos países han colaborado en el pasado. No obstante, las multas y problemas a los que se pueden enfrentar todas estas empresas son muy bajos en comparación al beneficio que hay en juego, así que de momento la rueda sigue girando.
En definitiva y como conclusión de este vídeo, hay que decir que los rusos han encontrado momentáneamente la forma de evadir gran parte de las sanciones de Occidente. No obstante, el fin de los precios altos del gas y el petróleo provocará que a largo plazo la economía rusa se resienta si continúa gastando dinero en la guerra a este ritmo y si las sanciones internacionales se mantienen.