África. Un continente que tiene absolutamente de todo. Oro, petróleo, todo tipo de piedras preciosas, tierras fértiles, e incluso minerales muy escasos pero vitales para la fabricación de todos nuestros dispositivos electrónicos como el caso del coltán. Sin embargo, a pesar de tener toda esta riqueza, y de las millonarias ayudas que el continente recibe todos los años de los países más desarrollados, África es de largo el continente más pobre del mundo. Pero ¿Por qué? ¿Qué hace que África no acabe de despegar? ¿Por qué están a la cola del mundo en casi todos los indicadores económicos? Pues poneros cómodos que esta historia viene de muy atrás. Allá vamos.
La historia de África
África en la Edad Media no era la región subdesarrollada que es ahora. A ver, en la Edad Media nada era muy desarrollado, lo que quiero decir es que la diferencia entre África, Europa y Asia no era tan grande como lo es ahora. De hecho, África había albergado o albergaba diversos reinos e incluso imperios que dominaban la metalurgia o las matemáticas como nadie en el mundo.
Antes del descubrimiento de América, la costa africana era súper importante ¿Por qué? Pues porque la única manera que Asia y Europa tenían para comerciar era bordeando África. Por ello, en la costa africana surgieron muchos puertos y ciudades en los que los barcos europeos hacían escala, tomaban suministros y comerciaban. El problema vino con el descubrimiento de América. Y no solo porque estas ciudades africanas dejasen de ser tan frecuentadas, sino por otra cosa que sería el punto de inflexión para todo el continente africano.
La era de la esclavitud
Entre los siglos XVI y XIX las potencias europeas colonizaron todo el continente americano. Sin embargo, la población indígena de América tenía un problema. La mayor parte de los nativos no eran muy fuertes y sobre todo enfermaban mucho por culpa de las enfermedades que traían los europeos de la propia Europa y para las cuales no tenían defensas. Entonces las potencias europeas, especialmente Reino Unido, Francia y España, se preguntaron ¿Dónde podemos encontrar más mano de obra esclava? La respuesta se contestaba prácticamente sola.
En África. Así que durante muchos años los esclavos se metían en barcos para trabajar en las plantaciones o minas de América, estos materiales se enviaban a Europa donde se hacían productos manufacturados, y los productos manufacturados llenaban todo el mundo. Uno de los lugares donde se llevaban los productos manufacturados era al propio África donde los comerciantes obtenían beneficios con los que comprar más esclavos y empezar de nuevo la rueda. Esto explica por qué el 13% de los estadounidenses son afroamericanos. El Imperio Otomano que de aquellas era una superpotencia también enriqueció a los comerciantes de esclavos que no daban a basto para satisfacer la demanda mundial.
Consecuencias de la esclavitud
Pero ¿Por qué esto lastró el desarrollo de África? Pues básicamente porque para hacer esclavos necesitas una guerra, conquistar un poblado que no es el tuyo y esclavizar a su población. Por ello, entre diversos reinos e imperios africanos siempre andaban a palos destruyéndose mutuamente. Sí, al igual que los reinos europeos. La gran diferencia era que en Europa no había esclavos y muchos campesinos que abandonaban el campo se hacían artesanos o comerciantes, mientras que lo normal para un campesino de África que no quería ser campesino, era ser soldado, o si tenía mala suerte, acabar siendo esclavo.
Por ello en África no había casi artesanos, así que el tejido productivo africano, no se desarrolló de la misma manera que en el resto del mundo y las diferencias entre Europa, Asia y África, comenzaron a crecer. Y con este percal llega el siglo XIX, en el que pasan dos cosas. La primera es que en mucho países, la esclavitud se prohíbe. Así que gran parte de África se queda sin su principal fuente de ingresos causando una gran crisis y el abandono del continente por parte de las potencias europeas.
Sin embargo, en el siglo XIX también se extendió la industrialización por toda Europa. La industrialización trajo consigo mejoras en los transportes. Gracias a los nuevos motores, los barcos y trenes podían llevar mucha más mercancía en mucho menos tiempo, lo que hacía que de repente explotar recursos naturales en África fuese rentable. Así que África vuelve a interesar y todas las potencias europeas comienzan una carrera colonial por hacerse con toda África.
El colonialismo y sus consecuencias
Esto a priori puede sonar bien, ¿no? Se supone que así habrá más trabajo para los africanos y que ahora son parte grandes potencias que pueden traer mucho progreso. Pues sí pero no. Para empezar las potencias europeas construyeron infraestructuras. Pero solo construyeron puentes y vías de tren que iban desde las minas hasta los puertos. Es decir, las potencias europeas solo se preocupaban de extraer los recursos naturales, y en casi ningún caso se hicieron vías de tren y en muchos casos ni siquiera carreteras que conectasen a las diferentes ciudades entre sí para potenciar el comercio entre estas. De hecho, también era común que las tierras más fértiles acabasen en manos de colonos y que los impuestos que se cobraban a los locales no fuesen invertidos en la propia colonia.
Esta situación de colonialismo duró hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial momento en el cual la mayoría de países de África se independizaron. El problema ahora es que tras tantos años de dominio europeo en el que todo el poder y todos los trabajos cualificados eran ejercidos por europeos, apenas había gente cualificada para administrar los diferentes países. Y es que la falta de educación en la población africana era altísima, y la mayor parte de sus habitantes no sabían ni leer ni escribir. Por ello, tanto las políticas puestas en marcha durante los primeros años de la descolonización y el simple funcionamiento diario de los estados y las industrias era muy pero que muy ineficiente.
La independencia y sus retos
Además el hecho de que las infraestructuras no conectasen entre sí a las distintas ciudades y países hacía que fuese muy difícil comerciar por lo que casi ninguna industria alcanzó el suficiente tamaño como para competir con las importaciones de productos de fuera. Y es que los medios de transporte cada vez se desarrollaban más y cada vez era más barato importar mercancía de fuera de África. Además África tiene zonas muy muy fértiles, pero también tiene grandes extensiones desérticas y muchas zonas donde el acceso al agua es muy pero que muy complicado. Además el continente es muy sensible a plagas que estropean las cosechas y a diversas enfermedades que en países desarrollados no causarían grandes estragos pero que en África causan problemas enormes.
Así que resumiendo ¿Por qué los nuevos países africanos no se desarrollaron cuando consiguieron sus independencias? Pues por la falta de comercio interno, los gobiernos ineficientes, la falta de educación, y los problemas relacionados con las enfermedades y la geografía africana.
La herencia de las fronteras coloniales
Pero es que los europeos aún habían dejado una herencia peor para África. Sus fronteras. Si os fijáis en un mapa político de África muchas fronteras de los países africanos son líneas rectas. Es decir, están hechas con escuadra y cartabón atendiendo solo a criterios geográficos. Esto hizo que cuando los países se independizaron y heredaron estas fronteras, muchas etnias y pueblos diferentes, que en muchos casos no comparten ni el idioma quedarán sobre el mismo país.
Esto lo que provoca es que los partidos políticos no se dividan tanto por ideas políticas sino por etnias, lo que hace que normalmente la etnia dominante del país sea la que tenga el poder y la que oprima al resto de etnias, hasta que alguna de estas etnias oprimidas se rebela y tiene lugar una guerra civil. El mayor exponente de esta lucha entre etnias fue el genocidio de Ruanda en el que los hutus trataron de exterminar a los tutsis en 1994. En él en tan solo 3 meses y a punta de machete, perdieron la vida entre medio millón y un millón de personas.
Dictaduras y corrupción
El caso es que los gobiernos en muchos casos se convirtieron en dictaduras o semi-dictaduras, muchas de ellas imitando una especie de socialismo soviético, en las que una élite gobernaba con mano de hierro sobre todo el país. Y sí, todos estos gobiernos tenían algo en común. La corrupción, el despilfarro, y un importante gasto que consistía en tener contento al ejército para evitar un golpe de estado.
Estas élites africanas pronto vieron un gran negocio. Dejar explotar a las empresas extranjeras sus recursos naturales a cambio de una parte de los beneficios. De esta manera las élites africanas comenzaron a utilizar los recursos naturales de sus países como si fueran suyos, haciéndose de oro, mientras que la población literalmente se moría de hambre. De hecho, en la actualidad la mayor parte de los países con mayor desigualdad del mundo son africanos.
Toda esta mezcla de dictadores, improductividad, falta de industria y corrupción llevó en los 80 y 90 a muchos países africanos a soportar grandes hambrunas. Unas hambrunas a las que la comunidad internacional respondió con un montón de ayuda humanitaria de la mano de grandes ONGs que donaban a las comunidades africanas diversos productos básicos.
Esto fue muy beneficioso a corto plazo para la población de muchos países ya que esta ayuda para mucha gente representaba la diferencia entre vivir y morir. Sin embargo, a largo plazo causó un grave problema. La ayuda internacional hizo que mucho artesano y pequeña empresa africana quebrase ¿Quién va a comprar zapatos made in Ruanda si la ONG los da gratis y de mejor calidad? y quién va a fabricar zapatos cuando la ONG de turno deje de darlos si los que sabían producir zapatos han dejado el negocio?
Sin saberlo y sin que las potencias europeas tuviesen a priori intención de causarlo, muchos países en África se hicieron completamente dependientes de estas ayudas en algunos productos, puesto que al destruir la producción local que se dedicaba a esos productos, la única manera de adquirirlos era a través de la ayuda de occidente.
Razones de esperanza para el futuro de África
Y de aquellos barros, estos lodos. No obstante, la pregunta que seguramente te estarás haciendo ahora es ¿Y toda esta rueda de pobreza tiene algún tipo de solución?
Pues la respuesta es sí, y de hecho, la solución está en marcha. Os cuento. A finales de los 90, muchas dictaduras en África comenzaron a abrirse y a ser un poco (tampoco mucho), más democráticas. Obviamente esto no pasa en todos los países, pero sí, es una tendencia generalizada en África. Estos procesos de democratización han hecho que muchos países sean más estables y que sean sitios en los que montar empresas o hacer inversiones sea más fácil y sobre todo más seguro.
Puesto que es mucho más sencillo invertir allí donde sabes que de la noche a la mañana la dictadura de turno no te va a expropiar el negocio o no te va a exigir un soborno para seguir operando. Además, que un país sea más democrático, incentiva a los líderes políticos a reducir la pobreza y por tanto a luchar contra la corrupción si lo que quieren es ganar elecciones. Así que el proceso de democratización es la primera razón de esperanza en el continente africano.
La segunda es el aumento del comercio entre los propios países africanos. Y es que en 2001 se refundó la Unión Africana con el objetivo de proteger los derechos humanos en África y de aumentar el comercio entre países reduciendo los aranceles entre ellos. De hecho la Unión Africana ya trabaja en una moneda común para toda África a imagen y semejanza del euro, una zona de libre comercio, una unión aduanera y un mercado común.
La tercera razón por la que ser muy optimistas con el futuro de África es la educación de su población. Desde los años 80, la alfabetización de la población africana y la capacidad que millones de personas están obteniendo para desarrollar trabajos cualificados no han parado de crecer. La África de hoy en día es muy diferente a la África que dejaron las potencias europeas y mucho más apta para una nueva ola de industrialización. Además en los próximos años es posible que mucho emigrantes africanos que han vivido o estudiado en países desarrollados vuelvan a su tierra con nuevos conocimientos y con ganas de emprender en sus países natales.
Una cuarta razón para el optimismo es el crecimiento demográfico del continente y es que se espera que para 2050 la población de África se haya duplicado situándose cerca de las 3.000 millones de personas. Casi el doble de la población actual de China. Lo que significa que el continente africano tendrá un potencial enorme si finalmente consigue despegar económicamente.
Y por último y no por ello menos importante tenemos una quinta razón para creer en el despegue de África como actor económico de primer orden. Hablamos de la inversión china en el continente. Desde hace dos décadas China ha comenzado a invertir ingentes cantidades de dinero en casi todos los países de África. Bueno realmente en todos menos en Suazilandia. Aparte de una gran actividad comercial entre África y el gigante asiático, China ha financiado una gran cantidad de superproyectos. Hablamos de trenes de alta velocidad, gigantescas presas, carreteras, oleoductos, minas, fábricas, puentes, puertos… en fin de todo.
Está claro que con toda esta inversión África está empezando a tener todo lo necesario para industrializarse y empezar a crecer económicamente, por lo que invertir en África puede ser una opción muy interesante para el largo plazo.
¿Y qué saca China de todo esto? Pues de todo esto hablaremos en profundidad en otro artículo, pero básicamente, China obtiene grandes proyectos para sus empresas, el control sobre infraestructuras básicas de muchos países, apoyo diplomático de todos estos países, una fuente de mano de obra barata para las fábricas de las propias empresas chinas y por supuesto, una casi inagotable fuente de materias primas a buen precio.