Taiwán ha sido durante muchos años un punto caliente de la geopolítica mundial, funcionando como una especie de termómetro que mide la temperatura en las relaciones entre China y Estados Unidos. La ambición del gobierno chino por unificar lo que en su día fue parte de su territorio es bien conocida. Frente a este afán reunificador o expansionista, como lo quieras llamar, Estados Unidos ha ejercido durante décadas de contrapeso con su apoyo militar a los taiwaneses. Pero en caso de una escalada, ¿puede Taiwán resistir?
Vamos a analizar los factores clave de esta tensión y a evaluar las posibilidades reales de la isla frente a un posible ataque chino. Es probable que ya conozcas un poco el tema, pero hoy veremos en detalle algunas claves que muchas veces se dejan de lado. ¿Estás listo?
Un buen punto de partida pasa por entender la cultura militar en Taiwán. A pesar de contar con poco más de 23 millones de habitantes, el país dispone de un personal militar activo de 215.000 personas, superando a países como Francia, Polonia o España. Además, tiene uno de los mayores ejércitos de reserva del mundo con más de 2 millones de efectivos, solo por detrás de Corea del Sur y Vietnam.

Taiwán es consciente de que su soberanía está amenazada desde que la guerra civil china apartó a los nacionalistas a las escasas islas que hoy controlan. Por ello, ha invertido durante décadas en fortalecer su posición militar. No obstante, debemos tener en cuenta contra quién se enfrenta. Y es que, en comparación con China, su presupuesto de defensa es ínfimo. El Ejército Popular de Liberación es muy superior en caso de un conflicto directo y la inversión económica de China en defensa es 18 veces superior.
Sin embargo, Taiwán es plenamente consciente de ello, por lo que se ha especializado en estrategias de contención para contrarrestar su principal amenaza, mientras que China debe distribuir sus recursos en múltiples frentes. En este intento de aprender a neutralizar una ofensiva china, Taiwán realiza simulacros militares de forma anual para preparar a sus tropas y disuadir cualquier acción hostil.


Además de la disuasión, estos ejercicios cumplen con otros dos objetivos principales. El primero es el de ensayar escenarios de combate frente a China, incluyendo la recuperación de posiciones tras un ataque simulado y la protección de infraestructuras estratégicas. El segundo es reforzar la moral de la población y fomentar la cultura militar, incentivando el alistamiento, algo así como una adaptación teatral de Top Gun.
Dicho esto, debemos preguntarnos cómo se produciría un conflicto entre China y Taiwán. Pues estamos hablando de una isla que se encuentra solo 160 km de la costa china. Los analistas militares plantean que China podría elegir entre dos estrategias diferentes, ante las cuales Taiwán ha diseñado diferentes planes.
El primero podría ser la invasión anfibia de Taiwán. Y es que China podría combinar un ataque por mar y desembarcar en varias playas de Taiwán. Para repeler una ofensiva de este tipo, Taiwán cuenta con una flota de 22 fragatas que parecen muchas hasta que se comparan con las 47 que tiene China. Sin embargo, las maniobras defensivas incluyen estrategias antidesembarco con armamento proporcionado por Estados Unidos. Por estas y otras razones, algunos expertos consideran que China aún no está preparada para una operación anfibia de esta magnitud y estiman que tendrían que esperar hasta 2030 para garantizar el éxito de la operación. Además, la operación requeriría de al menos 2 millones de efectivos desplegados.
Por otro lado, está el bloqueo naval y aéreo, la cuarentena que se llama. Si bien la condición insular de Taiwán —es decir, que sea una isla— le otorga ventajas defensivas, como acabamos de ver, también la hace vulnerable a un bloqueo. China podría aislar a Taiwán impidiendo la entrada de barcos y aviones, desgastando su economía y también a su flota. La estrategia podría incluir la ocupación de islas menores como Kinmen, ubicada a escasos kilómetros de la costa china.

De hecho, el propio Ministerio de Defensa de Taiwán considera que un bloqueo es una amenaza más clara que una invasión, ya que en sus propias palabras China aún no posee las capacidades de combate necesarias para la ocupación total de la isla. Por su parte, el gobierno de Xi Jinping evita declaraciones directas sobre una invasión, pero responde con maniobras militares en el estrecho cada vez que un funcionario estadounidense visita Taiwán.
Frente a esto, Estados Unidos sigue siendo un factor clave en la disuasión de una agresión china, aunque su apoyo en caso de guerra directa es incierto. A pesar de que el caso de Taiwán y China a menudo se compara con el de Ucrania y Rusia, existen diferencias clave. Sin ir más lejos, Estados Unidos no reconoce oficialmente a Taiwán como un estado y apoya la política de una sola China, la cual viene a decir que Taiwán no es un país independiente, sino una parte más de China. Esto es así desde que en 1979 la diplomacia estadounidense aceptó la tesis de una sola China.
No obstante, Washington mantiene tratados bilaterales con Taipéi, especialmente en materia de defensa. Y tanto demócratas como republicanos han apostado por mantener lazos con Taiwán para frenar la expansión china. El gobierno de Joe Biden, por ejemplo, aprobó un programa de asistencia militar por 571 millones de dólares y una venta de armas de 250 millones. Sin embargo, el apoyo en defensa es distinto a una intervención militar directa. Dado que Taiwán no es reconocido como país ni está en la ONU, Estados Unidos no tiene una obligación clara de intervenir en casos de guerra.
De hecho, la administración Trump presionó a Taiwán para que aumentara su gasto militar si quería seguir recibiendo apoyo estadounidense. Además, con la revisión de las relaciones entre países que está llevando a cabo el gabinete presidencial, desde Taiwán se teme perder a su aliado más importante. Esto es importantísimo porque Taiwán lleva tiempo trabajando en concesiones hacia Washington que seguramente tengan que acelerarse.
El ejemplo más claro está en la industria de los semiconductores o microchips. Muchas empresas taiwanesas trabajan en China o México y, con diversos problemas como la guerra arancelaria, este preciado producto se ha visto metido en bastantes polémicas. La solución de Taipéi pasa por apoyar a estas empresas a trasladar su actividad a suelo norteamericano, esquivando aranceles y guiñando un ojo a sus colegas yanquis.


Pero, ¿bastaría con esto para garantizar el apoyo militar de Estados Unidos en caso de que China se ponga en serio? Pues esto es complicado saberlo porque realmente, si algo sabemos de Trump, es que este es impredecible.
Finalmente, visto que las cosas son complicadas para Taiwán, debemos preguntarnos qué es lo que está frenando a China. Existen varias razones por las que Pekín aún no ha lanzado una invasión. Uno de los factores clave es la relación comercial entre ambas partes, especialmente en la producción de semiconductores. Taiwán es el principal fabricante de chips avanzados del mundo, esenciales para China y otros tantos países. Porque, a pesar de sus intentos de independencia tecnológica, Pekín sigue dependiendo de la industria taiwanesa.
Algunos argumentan que Xi Jinping prefiere mantener buenas relaciones comerciales antes que arriesgarse a un conflicto. Sin embargo, otros analistas creen que China podría buscar la anexión precisamente para asegurarse el control de esta industria estratégica sin necesidad de tener que negociar. La incertidumbre sobre las consecuencias económicas y militares sigue siendo un factor clave en los cálculos de