Hoy en Memorias de Pez vamos a hablar de la única guerra abierta que ha habido entre México y Estados Unidos. Un conflicto que cambió la historia de Norteamérica, ya que desde entonces, el equilibrio de poder en América del Norte cambió para siempre. Hoy en Memorias de Pez, la intervención estadounidense en México, también conocida como la guerra mexicano-estadounidense.
Venga, vamos a ver de dónde viene todo esto. El caso es que cuando México se independizó de lo poco que quedaba ya del Imperio Español, México contaba con una serie de territorios de lo que hoy en día es Estados Unidos. Hablamos de estados tan importantes como California, Nevada, Nuevo México, Utah, Colorado, Arizona, y una parte de Wyoming, Kansas y Oklahoma. El problema es que México como nación aún estaba en pañales, y su capacidad militar todavía era muy limitada.
El problema es que México tenía al norte un vecino muy molesto, los Estados Unidos de América. Estados Unidos no se conformaba con su independencia, quería ser un país mucho más poderoso. Y sí, lo estaba consiguiendo. Además de industrializarse a pasos acelerados, Estados Unidos estaba buscando expandir su territorio y hacerse con más y más tierras. Por poner un par de ejemplos, Estados Unidos había comprado a Napoleón la Luisiana Española que previamente Fernando VII le había vendido a Napoleón. Sí, esas cosas tan inteligentes que hacía Fernando VII ya le conocéis…
El origen del conflicto en Texas
También en 1819, España cedió Florida a Estados Unidos a cambio de conservar Texas. Y aquí viene el origen de todo el lío. Cuando México se independiza de España, México ocupa todos los territorios del antiguo virreinato de Nueva España, entre los que se incluye el futuro estado de Texas.
Sin embargo, la corona española ya desde hacía tiempo había dado facilidades a los estadounidenses para emigrar a Texas con el único fin de llevarse bien con los Estados Unidos, ya que la corona española no estaba para fiestas, y no quería generarse más enemigos. Esto hizo que cuando México se independizase, una parte importante de la población de Texas fueran colonos estadounidenses. Las tensiones entre México y los colonos texanos fueron constantes desde el principio, por muchos motivos diferentes, pero sobre todo por uno. La esclavitud. Y es que, la abolición de la esclavitud en México hizo pupa en los bolsillos de los colonos estadounidenses texanos que trabajaban las plantaciones con mano de obra esclava. Por ello, las tensiones fueron aumentando hasta que gran parte de estos colonos estadounidenses se organizaron y proclamaron la independencia de Texas en 1836 aprovechando que México acababa de sufrir un golpe de estado.
A México esto no le hizo ni pizca de gracia y decidieron combatir a los independentistas texanos. La llamada Guerra de la Independencia de Texas comenzó con grandes victorias mexicanas, sin embargo, los mexicanos se confiaron y fueron sorprendidos con una contundente derrota en la batalla de San Jacinto. Una derrota en la que el propio general mexicano y líder del ejército, Antonio López de Santa Anna, fue hecho prisionero por las tropas de Samuel Houston. Así que de paso ya sabéis de dónde viene el nombre de la ciudad de Houston. Tras esta derrota el general preso se vio obligado a firmar un tratado de paz reconociendo la independencia de Texas, un tratado que el gobierno de México nunca reconoció.
Anexión de Texas por Estados Unidos
El gobierno mexicano no enterró el hacha de guerra e intentó recuperar el territorio con distintas incursiones, sin embargo, Estados Unidos que desde un principio había apoyado a sus colonos independentistas, se anexionó Texas en 1845.
Pero Estados Unidos no se quedó ahí. Pronto hizo una oferta por otros territorios mexicanos, y es que el gobierno de Estados Unidos quiso comprar Nuevo México y Alta California. El gobierno mexicano se negó, pero Estados Unidos estaba decidido a quedarse con estos territorios por las buenas o por las malas. Para forzar la guerra, el presidente de los Estados Unidos James K. Polk, envió un pequeño ejército a una zona en disputa situada entre el Río Nueces y el Río Grande. Estas tropas de Estados Unidos llegaron en 1846, produciéndose el llamado incidente de Thornton en el que cayeron abatidos 11 soldados estadounidenses. Fue entonces cuando el presidente James K. Polk solicitó al Congreso la declaración de guerra, que este ratificó el día 13 de mayo de 1846. La guerra de México-Estados Unidos había comenzado.
El primer enfrentamiento de la guerra sucedió el día 8 de mayo de 1846 en la batalla de Palo Alto con victoria estadounidense y al día siguiente en Resaca de la Palma con una nueva victoria norteña. De esta manera, Estados Unidos tomó su primera ciudad, la ciudad de Matamoros. Los 30.000 soldados que engrosaban las filas de Estados Unidos eran un rival demasiado duro para la casi recién creada nación mexicana. Además, los sobrinos del Tío Sam tenían un as en la manga. En la Alta California pasaba un poco lo mismo que en Texas.
Había una gran cantidad de población estadounidense que había emigrado a ese lugar buscando nuevas oportunidades. Así que siguiendo el ejemplo texano, los colonos se organizaron y proclamaron la independencia de la Alta California adoptando el oso y la estrella como bandera. Un oso y una estrella que aún hoy en día se puede ver en la bandera de California. A pesar de que el ejército mexicano ofreció una meritoria resistencia, Estados Unidos cosechó victoria tras victoria tomando San Francisco, San Juan Bautista, San Diego, San Pedro y Los Ángeles el 13 de agosto. Finalmente, al igual que pasó con Texas, toda la Baja California fue anexionada por Estados Unidos. El ejército mexicano no pudo hacer otra cosa más que replegarse y comenzar una guerra de guerrillas que finalizará en 1847.
Expansión de la guerra
Pocos días antes de la toma de Los Ángeles, el 2 de agosto, Estados Unidos abrió un nuevo frente en Nuevo México. Este movimiento cogió por sorpresa a los mexicanos que no pudieron hacer nada por ofrecer una resistencia mínimamente organizada. Las Vegas, San Miguel y Santa Fe cayeron sin apenas resistencia.
El 19 de septiembre de 1846, se llevó a cabo una de las mayores batallas de la guerra. La batalla de Monterrey, en ella las tropas estadounidenses aplastaron a las mexicanas en una lucha feroz calle por calle en la que la destreza táctica estadounidense se impuso a las defensas mexicanas. En esta batalla participó por primera vez el Batallón de San Patricio compuesto principalmente por voluntarios irlandeses que en su mayoría habían desertado del ejército estadounidense.
No obstante, a pesar de ser económica y militarmente inferiores a Estados Unidos, los mexicanos venderían cara su piel. En octubre de 1846, se produjo la Primera Batalla de Tabasco, una batalla en la que 7 buques estadounidenses llegaron a Tabasco confiados de rendir la ciudad con facilidad. Pero no contaban con la valentía y el arrojo de los tabasqueños que sin apenas soldados profesionales y en clara inferioridad rechazaron a las tropas estadounidenses, siendo esta una de las pocas victorias mexicanas durante toda la guerra.
La cosa pintaba bastante mal militarmente para México, pero es que todo se iba a poner aún peor para el país de los tacos y el tequila. A la penosa situación de la guerra con Estados Unidos, se unieron unas revueltas en la Península del Yucatán. Y por si fuera poco, también estalló un levantamiento federalista en Ciudad de México. Todo esto fue sofocado, pero aún así lastró aún más el devenir de la guerra para los intereses mexicanos. Imaginaros estar en guerra contra un enemigo mucho más fuerte que tú y que tus propios compatriotas te estén poniendo todo el rato zancadillas.
En fin, las tropas estadounidenses del general Taylor que avanzaban por el norte eran un hueso muy duro de roer que conseguían derrotar a su enemigo aún en inferioridad. En febrero de 1847, en Buena Vista un ejército de 4700 estadounidenses comandado por el general Taylor, se enfrentó contra un ejército de 15.000 hombres a cuyo frente estaba el veterano general Santa Anna, que acababa de volver del exilio. Sin embargo, ocurrió más de lo mismo, las disciplinadas tropas estadounidenses aún en clara inferioridad eran un rival demasiado duro para los mexicanos que fueron incapaces de romper las líneas de las tropas de Estados Unidos. Finalmente, Santa Anna se tuvo que retirar del campo de batalla.
Golpe final a México
Para desbordar a las ya de por sí desbordadas defensas mexicanas, Estados Unidos abrió un nuevo frente tomando el Puerto de Veracruz como base para lanzarse sobre el centro de México.
Tabasco volvió a ser atacada en junio de 1847, la ciudad sin víveres ni apenas municiones se rindió. Ya todo estaba listo para que Estados Unidos diese el golpe final a México con la toma de Ciudad de México.
Para preparar la toma de la capital y realizarla sin excesivos problemas, Estados Unidos llevó a cabo una serie de operaciones que acabaron con las victorias estadounidenses en las Lomas de Padierna, en la heroica defensa mexicana de Churubusco y en Molino del Rey que finalizará con la toma del Castillo de Chapultepec donde los cadetes del colegio militar vendieron cara su piel. Aún hoy en día se recuerda a estos chavales como los niños héroes. Tras estas batallas y a pesar de que algunos civiles intentaron presentar batalla a las bien armadas tropas estadounidenses, Ciudad de México fue tomada y Santa Anna renunció a la presidencia de la nación.El golpe final a México: la caída de Tabasco y la toma de Veracruz por Estados Unidos
Consecuencias de la guerra
El fin de la guerra supuso para México la total y absoluta bancarrota, y fue para el pueblo mexicano un mazazo moral sin precedentes. También con la paz y la firma de los tratados de Cahuenga y el de Guadalupe Hidalgo Estados Unidos asumía el control de Texas, el territorio en disputa entre México y Texas que comprendía toda la tierra al norte del río Bravo y los territorios conocidos como Alta California y Santa Fe de Nuevo México, apropiándose de lo que hoy son los estados de Arizona, California, Nevada, Utah, Nuevo México y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Para México significó la pérdida de más de 2,100,000 km² de tierra, el 55% de su territorio de entonces. A cambio, los Estados Unidos le darían 15,100,000 de dólares como gastos de guerra.
Para Estados Unidos, esta victoria sin paliativos fue todo un impulso para su crecimiento económico y su expansión territorial. El país se confirmaba como una nueva potencia mundial, una nueva nación a tener muy en cuenta para las naciones europeas más poderosas. También la guerra supuso una muy buena dosis de experiencia para muchos oficiales de cara a la futura guerra de secesión de Estados Unidos.
Por parte de México las causas de su derrota se resumen en:
- Ser un país con menos de la mitad de población que Estados Unidos.
- Los constantes conflictos internos que lastraron su desarrollo.
- La industrialización de Estados Unidos, que no era ni comparable con la de México que todavía no había vivido ese nacimiento industrial. Por ello, Estados Unidos era capaz de fabricar más y mejores armas, unas cantidades muy superiores de munición y una flota que multiplicaba por 6 a la mexicana.
- Y por último el poco apoyo a la guerra dentro de los estados del propio México ya que solo siete de los diecinueve estados de la Federación Mexicana contribuyeron con hombres, armas y dinero para la defensa nacional.
Y esto es todo ¿Crees que México habría tenido alguna oportunidad ante Estados Unidos con una mejor organización? ¿Debería México reclamar estos territorios al Tío Sam?