Suiza, un país bastante aislado, entre montañas, del que sale el que posiblemente sea el mejor chocolate del mundo. Pero más allá de tan magno manjar, y de fabricar los relojes más precisos, Suiza es mundialmente conocida por su riqueza y su sistema bancario. Sin embargo, el país está en geográficamente en un sitio que a priori nos podría parecer malísimo para el desarrollo de un estado. Y es que, salvo su meseta central, casi todo el territorio suizo es pura montaña y, por supuesto, no tiene salida al mar, por lo que el comercio con Suiza históricamente ha sido muy pero que muy complicado.
Además, el país apenas cuenta con 8 millones de habitantes, que tienen una de las rentas más altas del mundo, es decir, que allí no hay mano de obra barata. Por último, Suiza no tiene grandes recursos naturales, vamos que ni tiene petróleo, ni gas ni saca de su tierra nada de gran interés. Entonces, ¿cómo es posible que Suiza sea tan rica? ¿Cómo ha conseguido un país tan inaccesible ser una de las capitales mundiales del dinero? ¿Se debe solo a sus bajos impuestos o hay algo más detrás de todo esto? Pues venga, poneros cómodos que vamos con el milagro económico de Suiza.
La riqueza de Suiza
Lo primero, vamos a ver si Suiza de verdad es tan rica. El país helvético ocupa el tercer puesto en el ránking de índice de desarrollo humano (IDH), solo por detrás de Noruega e Irlanda. Recordemos que el IDH mide el avance conseguido por un país en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: disfrutar de una vida larga y saludable, acceso a educación y nivel de vida digno.
Por otra parte, su PIB per cápita es, según el Banco Mundial y el FMI, el 5º más elevado del mundo tras Luxemburgo, Singapur, Irlanda y Catar. Recordemos que el PIB per cápita es la suma de todos los bienes y servicios finales producidos por un país en un año, dividido por su población. Además, Suiza cuenta con un tejido empresarial bastante sólido con marcas punteras a nivel mundial como Rolex, Lindt o la gigante Nestlé. Además, su sistema bancario es uno de los más potentes del mundo con bancos gigantes como el propio Credit Suisse. Así que sí, nuestra percepción sobre Suiza se ajusta a la realidad. Suiza es uno de los países más ricos del mundo. Ahora, veamos el porqué.
Suiza es una de las naciones más antiguas del mundo. El país es un estado federal que lo forman 26 cantones bastante independientes, algunos de los cuales llevan confederados desde hace más de 7 siglos. Y a pesar de que ahora Suiza sea un remanso de paz, tranquilidad y neutralidad, entre los cantones han habido muchos palos, y Suiza tanto en la Edad Media como en la Edad Moderna ha sido una zona en la que ha habido una buena cantidad de guerras, invasiones y levantamientos. Sin embargo, nos tenemos que ir al siglo XIX para encontrarnos a una Suiza realmente neutral. Y es que en el Tratado de París de 1815, Suiza hizo que todo el mundo reconociera su estricta neutralidad tras deshacerse de las tropas francesas de Napoleón.
Y de ahí nos vamos a concretamente a 1848, momento en el que Suiza se convierte en una República Federal.
Industrialización y progreso tecnológico
Los suizos tenían un gran problema del que ya hemos hablado antes. Su territorio es una auténtica castaña para el desarrollo económico, y con tanta montaña por encima de los 4000 metros y sin salida al mar, los suizos lo tenían fatal para comerciar. Así que si querían prosperar, se tenían que poner las pilas. ¿Y eso qué significaba? Adoptar el progreso tecnológico como identidad nacional.
De esta manera, Suiza se subió al tren de la industrialización con grandes inversiones en un nuevo medio de transporte que la comunicaría por fin con el mundo de una forma rápida y relativamente barata: el ferrocarril. El ferrocarril permitió a las empresas suizas ser competitivas y vender sus productos en toda Europa e incluso en Estados Unidos.
Durante todo el siglo XIX, la economía suiza se desarrolló, pero no sería hasta el siglo XX y sus dos guerras mundiales cuando el país helvético despegaría hacia el olimpo de los países más ricos del mundo. Al igual que España, en la Primera Guerra Mundial, Suiza se hizo de oro vendiendo armas y suministros al resto de países en guerra, esquivando la destrucción que la Primera Guerra Mundial provocó en gran parte de Europa.
Segunda Guerra Mundial y el papel suizo
Pero donde Suiza verdaderamente metió un buen atraco fue en la Segunda Guerra Mundial. En ella, Suiza fue nuevamente neutral y se dedicó a vender armas a diestro y siniestro, pero realmente, Suiza se convirtió en un socio fundamental de la Alemania Nazi. ¿No os parece raro que Suiza no fuera invadida por Alemania? Alguno me podéis decir que es que era neutral, y que Alemania tendría que destinar recursos a tomar Suiza… pero siendo serios, Suiza no era España. España era grande, tenía colonias en África, tenía bastante más población y geográficamente era complicada de invadir. Sin embargo, Suiza tenía menos población, contaba ya con bastante riqueza y, sobre todo, estaba completamente rodeada de las potencias del Eje.
Como decía, Suiza vendía armas a ambos bandos, pero de largo su mejor cliente era Alemania. Así que para Alemania la industria suiza era un seguro de vida que podía continuar proporcionando armas a la Wehrmacht, ya que al ser un país neutral, sus fábricas no iban a ser atacadas por bombardeos aliados.
Pero el principal motivo es otro. Tanto antes de la guerra como durante la guerra, Alemania confiscó una gran cantidad de dinero, oro, piedras preciosas e incluso obras de arte, sobre todo a la comunidad judía. Pero también a otros países como Polonia, Francia, Dinamarca y un largo etcétera. El problema es que ningún banco internacional accedía a almacenar esas riquezas, por lo que Alemania tenía complicado comprar material militar y materias primas en el exterior. Y aquí es donde Suiza hace acto de presencia. Los suizos no tenían ningún tipo de remordimiento a la hora de almacenar allí todas las riquezas del expolio alemán y hacer de intermediario en sus compras al exterior.
Los bancos suizos compraron parte de este oro y demás riquezas y proporcionaron a Alemania los tan codiciados francos suizos con los que obtener armamento o materias primas en el mercado internacional más fácilmente. Un ejemplo de esto fue el hierro sueco, que durante toda la guerra fluyó entre Estocolmo y Berlín.
Riqueza inmoral y crecimiento sostenible
¿Qué ocurrió con toda esa riqueza fruto de las tropelías alemanas? Pues la mayor parte de esta acabó olvidada en numerosas cuentas suizas, ya que sus legítimos dueños desconocían la existencia de estas cuentas o simplemente estaban muertos. Por poner un ejemplo, de las más de 100 toneladas de oro que se estima que Alemania pudo almacenar en Suiza, los helvéticos tan solo devolvieron 4.
Así que sí, el despegue económico suizo se debe en gran parte a una riqueza de origen cuanto menos, inmoral. Pero como todos sabéis, cuando se trata de la economía de un país, no basta con amasar una gran cantidad de riqueza en un momento determinado, lo complicado es mantenerse.
Para perpetuar su riqueza, Suiza ha llevado a cabo grandes inversiones en investigación y desarrollo (I+D). De hecho, a día de hoy, Suiza continúa siendo el 10º país del mundo con una mayor inversión por habitante en I+D. También Suiza es el país con un mayor número de patentes por habitante y, teniendo tan poca población, los suizos han conseguido tener 27 premios Nobel, ocupando el puesto número 7 en el ránking. Esto ha permitido a Suiza que se asocie su tecnología y sus productos a una altísima calidad y durabilidad.
Democracia directa y competencia entre cantones
Por otro lado, Suiza tiene una cultura política muy particular. Las políticas a largo plazo, uno de los pilares del desarrollo de un país, no es una utopía como en muchas otras democracias representativas en las que se gobierna con la vista puesta en las próximas elecciones. ¿Y cómo han conseguido esto?
Con un sistema de participación directa. Pues sí, el pueblo suizo participa como ningún otro en la toma de decisiones políticas, ya que es llamado a las urnas cuatro veces por año para votar sobre un promedio de 15 asuntos federales, así como otros a nivel cantonal o incluso local. Y aunque parezca increíble, muchísima gente vota en estos referéndums, ya que su media de participación en la última década es del 45%.
De hecho, los ciudadanos pueden hacer que cualquier propuesta se vote si se reúnen tan solo 50,000 firmas de residentes con derecho a voto. De hecho, en 2016, los suizos rechazaron el plan de renta básica garantizada para todos. Porque aunque parezca increíble, el 77% de los votantes rechazaron un pago universal de 2,250 euros para todos los adultos.
En la práctica, lo que provoca esta participación directa es una política más sana, en la que el poder de decisión de los políticos no es tan importante y en la que los partidos políticos buscan amplios consensos que permiten al país ponerse horizontes a largo plazo. La democracia directa también es una buena herramienta para que los intereses personales de los políticos interfieran menos en las propias decisiones políticas, y cosas como las puertas giratorias tengan mucho menos sentido en Suiza.
El sistema bancario suizo
Vayamos con otra razón que explica el desarrollo suizo: la competencia entre cantones. Tener regiones casi independientes hace que estas tengan que competir entre ellas por ver quién ofrece mejores condiciones a los empresarios para establecerse en su territorio. Es por esto que en Suiza los impuestos son bastante bajos pero no uniformes, y cada cantón tiene su propio sistema fiscal y sus propias leyes e incentivos para atraer a más y más empresas. También el 2.9% de la economía suiza depende del turismo. Y es que, finalmente, Suiza ha sabido sacarle provecho a las pocas cosas que su territorio le ha podido ofrecer, belleza y nieve. De esta manera, casi 12 millones de turistas visitaron Suiza en 2019, unos turistas de alto valor ya que el perfil del turista que visita Suiza es un perfil con ingresos altos.
Pero la joya de la corona de Suiza son, sin duda, sus bancos y la legislación que hasta hace poco los ha regulado. Pero ¿por qué ricos de todo el mundo han puesto su dinero en los bancos suizos desde tiempos inmemoriales? Pues básicamente por una sola cosa: su secreto bancario. En la cultura suiza, a nivel de privacidad, el secreto bancario es algo similar a lo que en el resto del mundo puede ser la relación entre un médico y su paciente o un abogado y su cliente.
Por ello, durante siglos y especialmente durante el siglo XX, delincuentes de todo tipo y condición como narcotraficantes, traficantes de armas, dictadores, señores de la guerra, políticos corruptos y demás gandalla escondían sus botines en bancos suizos beneficiándose de ese secreto bancario. Lo mismo hacían ricos de todo el mundo que aprovechaban los bajos impuestos suizos y su secreto bancario para defraudar impuestos y no pagarlos en sus países de origen. Por ello, Suiza se convirtió en una verdadera caja fuerte en la que toda esta gente confiaba. Daba igual qué crisis viniese, daba igual que te pillasen robando con las manos en la masa y acabases en la cárcel, si tenías tu dinero en un banco suizo, tu dinero estaba seguro. De hecho, los bancos se han beneficiado de la muerte de muchos de estos ricos, que una vez muertos, nadie ha reclamado su fortuna.
Para que os hagáis una idea, en 2020, los activos que tenía la banca suiza multiplicaban por 5 el PIB del país, una auténtica barbaridad.
Afortunadamente para todo el mundo, en la época de Obama, Estados Unidos y la Unión Europea presionaron tanto a Suiza, hasta que finalmente el país accedió a levantar el secreto bancario y compartir información sobre las cuentas de ciudadanos estadounidenses y de la Unión Europea que tenían cuentas en Suiza. Aun así, todo el expertise que los bancos suizos han adquirido durante todos estos años han hecho que, en materia de consultoría y de servicios bancarios, la banca suiza siga siendo una de las más eficientes del mundo.
Aún así, todavía se publican diversos reportes de agencias internacionales sobre transparencia que alertan de los altos grados de corrupción en los bancos suizos, por lo que aún no es oro todo lo que reluce, o bueno, igual oro sí.
Y así es como Suiza se ha hecho rica. Recapitulemos sus pasos más importantes:
- Subirse al tren de la industrialización para conectarse comercialmente con el mundo
- Declarar su neutralidad y aprovecharse de los conflictos europeos obteniendo una base de riqueza de dudosa moral
- Fuertes inversiones en I+D que crearon industrias punteras
- Un sistema de democracia directa que fomenta las políticas a largo plazo
- Competencia entre cantones y aprovechamiento del turismo
- Sistema bancario fuerte que da confianza a las grandes fortunas